—¿Cuándo empezó a jugar?

—Hace muchos años (risas). Cuando era muy pequeñito ya soñaba con ser jugador de fútbol. Iba a la escuela porque mi madre quería que estudiase pero mi idea era ser jugador de fútbol. Desde pequeño seguía el fútbol en los periódicos y la radio porque no teníamos televisión, pero escuchaba las transmisiones. Y a los 15 años ya estaba jugando en el club de mi ciudad, en las categorías inferiores del club América, en Recife. Luego a los 17 el Flamengo me vio jugar un partido y me fichó.

—¿Cuánto estuvo en el Flamengo?

—Llegué en 1952 y me fui en 1958. Fui tricampeón con el Flamengo en los años 53, 54 y 55. Los otros años no llegamos al título pero siempre estábamos entre los primeros.

—¿Cómo llegó a Europa?

—En 1958 fui con el Flamengo a jugar el torneo del Deportivo de la Coruña, el Teresa Herrera. Jugamos dos partidos, el sábado y la final del domingo, y se interesaron por mí. Tenía contrato con el Flamengo y me compraron. Entonces los jugadores no costaban lo que hoy en día, pero para el Flamengo no fue una operación perjudicial (ríe).

—Se dijo que el Zaragoza pagó por usted 525.000 pesetas.

—Correcto. Fui a Zaragoza a finales de la temporada 58-59 y estuve hasta 1965 porque el Zaragoza no quiso que continuase. Me fui a Mallorca y jugué un año. Después ya volví a Brasil. El tiempo que estuve en Zaragoza fue muy bonito, me gustó mucho la ciudad, la gente, era un pueblo muy amable. Hoy pienso ¿por qué no me quedé a vivir en Zaragoza? Hubiera sido muy feliz.

—¿Ha vuelto alguna vez?

—No, no he vuelto. Porque ya empecé con un negocio aquí, monté una tienda de ropa. Ya no volví a jugar porque en esa época cuando llegabas a los 30 años ya eras un veterano. Ahora no, ahora juegan con más edad, pero entonces con 30 años ya eras viejo. Volví a Brasil con 32. Podía haber seguido en un club más pequeño, pero decidí empezar una vida nueva. Ahora ya no hago nada, ya estoy aposentado (jubilado en portugués) como se dice (ríe). Me gustaría ser más joven y estar corriendo detrás de la pelota.

—¿Sigue el fútbol?

—De vez en cuando voy al estadio porque vivo en Río, cerca de Maracaná. A veces voy a ver algún partido, pero no siempre. Pero mire, ahora mismo estoy viendo la Champions, veo muchos partidos por la tele.

—¿Ve al Zaragoza?

—No porque aquí solo ponen al Real Madrid, al Barcelona, al Atlético. Pero ¿ahora está en Segunda o en Primera?

—En Segunda.

—Ah, sube y baja. Qué distinto del tiempo que yo estuve ahí, que estábamos siempre disputando con el Madrid, el Barcelona, el Valencia, el Athletic. Llegábamos a la final de Copa, las semifinales, siempre estábamos bien clasificados. Cuando me marché para Brasil me dio la impresión que los dirigentes ya no tenían las mismas ganas que en mi tiempo. Yo soy del mismo tiempo que Lapetra, Marcelino, Yarza...

—Y de Canario, otro brasileño.

—¡Es que quien llevó a Canario al Zaragoza fui yo! Él estaba en el Real Madrid, no era titular y se iba a ir al Sevilla. Entonces contacté con él porque el equipo necesitaba un puntero derecho y lo llevé para Zaragoza, le dije vente para aquí que vas a estar muy bien. Canario, Marcelino, Seminario y Lapetra era el ataque.

—¿De qué jugaba usted?

—Jugaba siempre en la media, interior derecho o interior izquierda, pero hacía de unión entre la defensa y el ataque, era el organizador del equipo en el medio campo. Jugábamos un 4-2-4 y yo era uno de los dos del medio.

—¿Se acuerda de su primer partido con el Zaragza?

—Contra Las Palmas, ganamos 5-0 y marqué un gol. Después jugamos contra el Valencia, ganamos 6-1 y marqué tres goles ese día. El Zaragoza estaba muy mal, en la parte de abajo y con peligro de descenso a Segunda pero conseguimos salvarnos. Al año siguiente hubo un cambio total en el equipo. Vino un entrenador nuevo, César, que había sido delantero del Barcelona y de la selección española. Contratamos a varios jugadores de otros equipos menores y se organizó un equipo bueno que fue subiendo, subiendo hasta llegar a estar entre los cuatro o cinco primeros. Fue campeón de Copa dos veces y una de la Copa de Ferias. Teníamos un equipo muy aguerrido, muy fuerte, que siempre jugaba para ganar.

—¿Por qué vino a final de la temporada 58-59?

—Llegué en el 59. Como le decía en el 58 fui a España a jugar el Teresa Herrera y me quedé tres meses en La Coruña porque el Deportivo quería comprar mi pase pero no tenía dinero para pagar al Flamengo. Así que estuve allí pero solo entrenaba, no jugué ningún partido, solo algún amistoso. El Zaragoza se puso en contacto conmigo porque estaba muy mal, estaba abajo en la clasificación. Gracias a Dios ganamos varios partidos porque el Zaragoza tenía un equipo muy flaco. De hecho, de la temporada 58-59 a la 59-60 hubo un cambio radical. Solo me quedé yo y algún suplente, el resto todos nuevos.

—¿Había mucha diferencia entre Brasil y España?

—Al principio sí porque en España hacía mucho frío. Aquel viento de Zaragoza era muy fuerte, el viento del Moncayo. El primer año fue un poco difícil pero después me acostumbré. Imagínese, aquí estamos a 42 grados y hay que jugar con ese calor, también hay que ser fuerte.

—Entonces no había muchos extranjeros en la Liga.

—No, había muy pocos. En Zaragoza estaba yo y luego vino Seminario, un peruano. Un goleador que luego fue vendido a Italia. La Fiorentina quería a Seminario o a mí y el Zaragoza dijo que a mí no me vendía y se fue Seminario. Me quedé un poco triste porque era muy buen negocio para mí, hubiera ganado un sueldo bastante mejor que el que me pagaba el Zaragoza. Pero fui muy feliz y sentí mucho tener que irme. Para mí fue muy triste. Sentí mucho más dejar Zaragoza para volver a Brasil que cuando dejé Brasil para ir a España. Aquí el Flamengo era como el Madrid o el Barcelona en España y yo era parte de este equipo. Pero entonces si el club te quería vender el jugador no tenía mucho que decir, no es como ahora. Hoy en día hay empresarios, representantes de los jugadores… En mis tiempos era de club a club y entre ellos hacían el negocio.

—¿Tuvo alguna oferta más?

—Cuando estuve en España la Fiorentina, pero el Zaragoza no me vendió. Se marchó Seminario que era un buen goleador, yo se la pasaba y él chutaba a gol. Ahora las tácticas han cambiado, el fútbol de hoy en día es mejor. En mi tiempo era de mucha lucha, un juego muy fuerte, muy duro. Yo aquí en Brasil dominaba, tocaba, era más lento, se jugaba más despacio. En España todo el mundo corría detrás de la pelota. Solo el Madrid y el Barcelona que tenían los mejores jugadores, nacionales y extranjeros, jugaban de otra manera.

—Es decir, que en España pegaban más patadas.

—Sí, mucho más, era muy duro. Yo llegué a pensar en volver a Brasil porque pensaba aquí no se puede jugar, no te dejan jugar. Cuando la pelota te llegaba tenías dos o tres jugadores encima. Era una pelea por la pelota, era muy difícil tocar de primeras pero tenías que hacerlo porque si no llegaba el contrario y se te llevaba con pelota y todo. En cada tiempo las cosas se hacen de una forma y hoy en día el fútbol es más bonito.

—¿Es más bonito ahora?

—Sí, mejor jugado, los equipos están bien organizados, la táctica es distinta, un equipo estudia al otro. Entonces jugabas sin saber cómo jugaba el adversario. Daba igual jugar contra el Madrid, el Barcelona, el Elche, salías igual. Hoy se estudia al rival, cómo juega, sus acciones principales. Se ve un fútbol más bonito.

—Sus compañeros recuerdan que usted tenía mucha clase.

—Siempre jugaba de la misma forma, era un buen jugador pero no era un astro de primera. Fui muy feliz en Zaragoza, tenía muchos amigos, mucha gente incluso fuera del fútbol. Pero todo ha quedado atrás. Volví a Brasil y ya no tuve el mismo contacto.

—¿Habla con Canario?

—Hace años que no hablo. Sobre todo hablaba con Canario y con Lapetra, que era muy amigo mío. Era un excelente jugador, yo siempre decía, podría jugar en Brasil tranquilamente, porque era muy habilidoso, muy técnico. Hablaba de vez en cuando con él y con Canario, pero luego nos fuimos distanciando. Me marché en el 65 pero me acuerdo de todo, de Zaragoza, sus calles y su gente. Viví dos años en Fernando el Católico y después me mudé a la calle Albareda, en el centro centro de la ciudad. Me gustaría mucho vivir en España y en Zaragoza, me gustó mucho la ciudad y la gente. Me sentía bien. Y uno quiere vivir donde se siente bien. Pero hace mucho que no hablo con Canario. Dele un abrazo muy fuerte de mi parte. ¿Qué hace ahora? ¿No llegó a ser entrenador del Zaragoza, no?

—No, no ha sido entrenador.

—A mí me hubiera gustado ser entrenador del Zaragoza, pero no conseguí cumplir ese sueño.

—¿Quiso ser entrenador?

—Cuando volví a Brasil monté un negocio y dejé el fútbol de lado. Pero si me hubiera quedado en Zaragoza hubiera hecho el curso de entrenador para ser entrenador del Zaragoza. Sería mucho mejor que lo que he hecho.

—Usted fue el autor del primer gol en competiciones europeas, contra el Glentoran.

—No me acuerdo de eso. Hice bastantes goles pero no me acuerdo de todos. Recuerdo el primero, contra Las Palmas, que ganamos 5-0. No podíamos perder porque si no caíamos en la última posición. Después jugamos contra el Valencia, no podíamos perder tampoco. Ganamos 6-1 y marqué tres goles. Después los goles fueron saliendo pero no era un goleador nato, yo era más de organizar el equipo. El Zaragoza jugaba con cuatro defensores, dos medios y cuatro atacantes y yo era de los dos del medio. La defensa pasaba a los medios y los medios la pasábamos para el frente.

—Y jugó la final del primer título europeo de la historia del club.

—Sí, que ganamos al Valencia 2-1, ¿no? Se jugó en Barcelona. Jugué todos los partidos de la Copa de Ferias, jugaba siempre.

—¿Con quién jugaba de pareja en el medio?

—Con Isasi. Primero con José Luis (García Traid) y luego Isasi. Aún me acuerdo del equipo, Yarza era el portero, Cortizo, Santamaría, González y Reija. ¿Reija aún vive en Zaragoza? Tiene una tienda de camisas en el centro del Zaragoza. Aún jugaba y ya tenía esa tienda. Luego Isasi y yo y la delantera era Miguel, que había jugado en el Madrid, luego llegó Canario, Marcelino, Seminario y Lapetra. Ese era el Zaragoza en mis tiempos, luego hubo algunos cambios. Cuando vendieron a Seminario entró Villa, que era un delantero que jugaba muy bien.

—¿Cómo recuerda La Romareda?

—Siempre que había partido estaba llena por completo. Hubo que ampliarla porque tenía la tribuna y los laterales y la parte de los goles era muy baja. Después levantaron más grada para que entrara más gente. Era muy buen estadio. Entonces no tenía nada alrededor, todo campos. Imagino que habrá cambiado.

—¿Cómo eran los enfrentamientos con Di Stefano?

—Cada uno defendía a su equipo. El día que ganamos 4-0 al Madrid, él se quería pelear con todo el mundo, hasta con sus propios compañeros (ríe). Son cosas del fútbol, yo también hice una falta bien fea.

—¿Tiene pasaporte español?

—Sí, tengo pasaporte español y brasileño. En España soy español y en Brasil, brasileño. Los directivos me dijeron que me tenía que nacionalizar para jugar la Copa, porque entonces los extranjeros no podían jugarla. Y me nacionalicé, sin ningún problema. Si quería seguir viviendo allí tenía que ser español. Pero luego me fui y sentí mucho marcharme.

—¿Por qué se marchó?

—Porque el Zaragoza ya no me quería más. Y apareció el Mallorca, que había subido de Segunda División, que tenía a César de entrenador y fui allí. Ya estaba preparado para volver a Brasil, pero estuve un año en Palma y gocé mucho de la isla, fue muy bonito. Pero era un equipo para no bajar. Y luego ya me fui a Brasil, ya estaba cansado de fútbol y quería empezar una nueva vida. Me hubiera gustado acabar mi carrera en Zaragoza y abrir algún negocio, una tienda, algo para pasar el tiempo y ganar dinero para vivir.

—¿De dónde viene Duca?

—Mi hermano no sabía decir mi nombre, que es difícil, y un día dijo Duca. Me llaman así desde pequeño y me gusta más que mi nombre. Aquí en Brasil mucha gente tiene apodos.