En Las Vegas los operadores de apuestas creen que este año la serie final entre los Golden State Warriors y los Cavaliers, que arranca esta noche en el Oracle Arena de Oakland, se solucionará rápido, sin necesidad de que se disputen siete partidos. A los de Cleveland solo se les ve un 13% de opciones de hacerse con el título, como hicieron en el 2016 tras una remontada sin precedentes. Algunos especialistas en deportes creen que esta final, la cuarta consecutiva con los mismos equipos, no es buena ni para la NBA ni para los aficionados.

Aun así, el duelo tiene miga, dosis de suspense y un atractivo imposible de negar para cualquiera que haya visto jugar alguna vez a LeBron James y a Stephen Curry.

El hito por repetición

En ninguna de las cuatro grandes ligas deportivas de Estados Unidos (la NFL de fútbol americano, la MLB de béisbol, la NHL de hockey sobre hielo y la propia NBA) se habían enfrentado nunca cuatro años seguidos los dos mismos equipos. Warriors y Cavaliers ya habían marcado el hito particular de la NBA con su tercera final seguida el año pasado, y este agrandan la marca. Aunque, eso sí, las dos escuadras están aún lejos de la mítica rivalidad entre los Celtics y los Lakers, que se han encontrado en once finales.

71 años de historia dan para mucho y por eso esta nueva saga del siglo XXI aún queda empequeñecida frente a algunos números del pasado y duelos como el de Wilt Chamberlain y Bill Russell o el de Magic Johnson y Larry Bird. Los Celtics, por ejemplo, jugaron diez finales seguidas (entre 1957 y 1966) y son segundos en apariciones en la lucha por el título (21), solo por detrás de las 31 de los Lakers.

Son también bostonianos y angelinos quienes tienen récords todavía muy inalcanzables en cuanto a anillos: 18 los de Boston y 17 los de Los Ángeles. Solo si ganaran este año, los Warriors se pondrían empatados en tercera posición de esa lista con los Bulls a los que Michael Jordan llevó entre 1991 y 1998 a coronarse seis veces.

Hablando de Jordan y de historia hay que hablar también del Rey James. Su actuación hasta ahora en los playoffs ha sido espectacular. Ha anotado una media de 34 puntos, 9.2 rebotes y 8.8 asistencias, cifras que representan la mejor actuación individual en unas finales hasta ahora. Alcanza por octava vez seguida, y novena en su carrera, la final (aún lejos de las diez y doce respectivas de Russell). Y aunque no sirva de nada, la estrella de Akron ve otra vez reavivado el debate sobre su lugar frente al más grande o los más grandes (Kobe Bryant se ha metido elegantemente en la discusión, o ha aprovechado que lo metan otros, y ha recordado sus cinco títulos).

A diferencia de Jordan, que vivió su momento de gloria rodeado de jugadores estelares como Pippen o Rodman, LeBron cabalga bastante solo. Con Kevin Love aún en observación por una contusión, se apoya en jugadores como Green, Korver, Hill, Thompson o JR Smith.

Y tiene razón Curry cuando recuerda que, por más «asombroso» que sea lo de James, no lo logra solo, pero hay estadísticas que no necesitan explicación: en los dos primeros tercios de los playoffs esos Cavs no sumaron más de 12.5 puntos por partido.