—¿Se le han bajado ya los gemelos?

Sí, sí (risas). Ya está todo en su sitio.

—Cuando vio que el entrenador gastaba los tres cambios ante el Sporting y faltaba casi media hora, ¿qué pensó?

He de confesar que la segunda parte estaba sufriendo. Llevaba cuatro meses sin competir un partido entero y tenía dudas de cómo iba a llegar al final. Así que cuando vi los tres cambios, pensé: ‘Uff, a ver qué pasa’. Por suerte, aunque sufriendo, conseguí aguantar.

—Su entrenador, al parecer, no tenía dudas de que iba a aguantar.

Eso me pareció a mí también. Pero tuvo que decidir los cambios para sacar adelante el partido y así lo hizo.

—¿Se esperaba tener un rendimiento tan alto después de estar tanto tiempo sin jugar?

Es complicado, pero soy un jugador que confío en mí mismo y siempre tengo muchas ganas, mucha ilusión. Si el míster me da la oportunidad de jugar, yo voy a salir como el primer día, a darlo todo e intentar hacer un buen partido.

—En la primera vuelta jugó 16 partidos de titular y en la segunda no había entrado ninguna vez de inicio hasta el último día. ¿Le ha dado muchas vueltas a la cabeza?

No. Esto es fútbol. A veces te toca entrar y otras te quedas fuera, somos un equipo. Alberto Benito ha hecho grandes partidos y esa competencia nos ha hecho rendir a los dos mejor. Salga quien salga, lo importante es que lo haga bien.

—¿Pensaba que había hecho algo mal?

Siempre le das vueltas a la cabeza, pero es el míster quien decide. Solo queda trabajar, esperar la oportunidad e intentar aprovecharla.

—Dice su amigo Lasure que solo conoce una fórmula en el fútbol: trabajar, trabajar y trabajar.

Totalmente cierto. Cuando llegas al Zaragoza ya sabes que siempre vas a tener competencia. Desde pequeño aprendes que la constancia y el trabajo es lo que te hacen entrar en el once.

—¿Cuánto Delmás queda por salir?

Me queda mucho recorrido, mucho por mejorar, no me pongo techo. Tengo que ir ganando la experiencia que te dan los años en el primer equipo y físicamente puedo ser más fuerte, lo que te da un rendimiento mayor. Voy a intentar mejorar año a año, a ver hasta dónde puedo llegar.

—¿Cuando está en el césped percibe que la gente es muy de Julián Delmás?

Sí. Tengo que agradecer a la afición el trato que me dan porque siempre me ayudan y me animan. Cuando entras al campo, a veces oyes el ruido de fondo pero no el detalle. Otras veces, sin embargo, lo escuchas todo.

—La gente parece más feliz cuando juegan los chicos de la casa. ¿Lo notan?

La afición tenía ganas de ver a jugadores de la cantera dándolo todo por el equipo de su ciudad, pero hay que extenderlo al equipo. Hacemos buen juego, hacemos disfrutar a la afición y por eso están con nosotros.

—¿Cuánta gente le conoce ahora por la calle?

Ahora me salen primos por todas partes (risas). La gente, de verdad, es muy amable conmigo, muy cariñosa.

—¿Le bastará el buen partido ante el Sporting para seguir siendo titular?

Yo quiero continuar, por supuesto. Ojalá juegue el máximo número de partidos, pero el míster planteará el partido y veremos.

—¿Siempre ha jugado con ese nervio?

Sí. Antes incluso más porque era pequeño y pesaba poco. Esa sangre que tenía era la que me permitía competir con gente mucho más grande que yo. Pero sí, siempre he tenido ese nervio y esa lucha.

—¿Cuando era pequeño no lo ponían en otras posiciones en el campo?

No. Siempre de lateral. De central jugué la pasada temporada con el filial. En el pueblo jugué de delantero, pero ya desde que llegué al Amistad en benjamines, de central.

—El pase del otro día que Borja Iglesias tradujo en el segundo gol lo podría haber dado Iniesta o Ander Herrera...

Por supuesto. Pero ellos pueden dar uno de esos todos los días (risas). Lo mejor de todo es que ese pase sirvió para dar un gol y, al final, la victoria.

—¿Se juega igual en La Romareda que en un campo de Tercera?

Está claro que no. No es lo mismo la presión que puedas sentir en un estadio con tanta gente viéndote que en un campo de Tercera. Pero tu carrera la marca el rendimiento que das cada día, en Tercera o donde sea.

—¿Quiere decir que ante el Sporting sí notó el empuje de la grada en el último cuarto de hora?

A mí, sinceramente, la gente me dio la vida. Ya no sé ni cómo tenía los gemelos al final, pero ese apoyo que te dan hace que sigas luchando, que saques un esprint más, que no pares. Y eso es de agradecer.

—¿Entre amigos se juega mejor a fútbol?

Está claro. Pero no solo somos los cuatro que hemos subido. Este año hay un gran grupo en el vestuario, estamos bien juntos en el campo y fuera. Luego, con los canteranos, pues claro que estás muy a gusto. Además de que son amigos, los conoces y sabes lo que van a hacer en cada momento: si van a romper, si van a venir, si la quieren al pie...

—¿Hay mucho cachondeo en el vestuario?

Hay muy buen rollo, sobre todo ahora que las cosas van bien.

—¿Les echa muchas broncas Zapater?

Alguna nos ha caído. Cuando hacemos algo mal, el capi nos mete caña, pero también está con nosotros de cachondeo cuando toca.

—¿Es inevitable hablar del ascenso entre amigos?

En la mente lo tienes, está claro, y por supuesto que lo piensas y lo hablas. Pero lo que nos ha traído hasta este punto ha sido la humildad de todo el equipo, jugando partido a partido y pensando que no somos mejor que ninguno. Esa humildad es la que nos va a llevar hasta el objetivo. Por eso a veces intentas no hablar demasiado del ascenso, aunque sepamos que lo tenemos cerca.

—¿Se lo ha imaginado?

Cómo no me lo voy a imaginar, llevo muchos años imaginándomelo.

—¿Cómo lo visualiza?

Me lo imagino en casa, en La Romareda con nuestra gente, y luego bajando por Independencia, llegando al Pilar... Eso tiene que ser muy grande.

—Igual se asciende con gol de uno de sus colegas.

Ojalá. ¿Dónde hay que firmar?

—O suyo.

¿Dónde hay que firmar?

«Ante el Sporting a mí la gente me dio la vida, sinceramente»

—Lasure dice que su manera de jugar es un reflejo de su personalidad fuera del campo. ¿Le sucede lo mismo?

Sí, claro. Lasu y yo somos muy distintos, pero tenemos una gran relación. Él es bastante tranquilo y yo soy más nervioso.

—¿Cómo son los otros dos (Guti y Pombo)?

También les gusta el movimiento, son más parecidos a mí.

—¿Piensan en que pueden ser la génesis del nuevo Zaragoza, el núcleo del futuro?

Hemos visto que se ha iniciado un nuevo proyecto con gente de la casa, pero poniendo también experiencia. Ojalá ese proyecto podamos continuarlo los canteranos y ser el núcleo de ese equipo en Primera División.

—La gente les ha puesto mucha fe después de tantos años esperando.

Está claro que no es normal que el Zaragoza esté tantos años en Segunda. Yo lo veía el año pasado en La Romareda como aficionado y sufrimos muchísimo. Había ganas de empezar un nuevo proyecto y ahora estamos más cerca. Ojalá cumplamos el primer objetivo, que es el playoff, y a partir de ahí llegue el ascenso. La gente lo ve cerca, está claro, pero nosotros vamos con calma.

—¿Por qué ha habido tanta diferencia entre la primera y la segunda vuelta? Zapater dice que, a veces, sin saber por qué, las cosas cambian.

Es verdad que hay veces que tienes esa sensación de que no puedes perder. A mí me pasó este año en Soria. Cuando me tocó entrar, tenía la sensación de que íbamos a ganar. Y cuando Pombo hizo el segundo gol, sabía que no nos iban a marcar. Al final, un equipo vive mucho por rachas. Por eso hay que tratar de estirar las dinámicas buenas y frenar pronto las malas. En la segunda vuelta, además de esa suerte que se pueda llegar a pensar que tienes en algún momento, el equipo ha sacado todo su fútbol. En la primera había partidos que se jugaban igual, incluso algunos que éramos muy superiores, pero faltaba ese puntito de suerte o de lo que sea. Está claro, no obstante, que hay que sufrir en todos los campos, como el otro día ante el Sporting. Jugamos muy bien la primera parte y en la segunda ya sabíamos que iban a dar un paso adelante.

—¿El Zaragoza dio un paso atrás? Parece que con el marcador por delante aparezca un instinto de protección.

Eso no le pasa solo al Zaragoza, les pasa a todos los equipos. Cuando salimos en la segunda parte, queríamos hacer lo mismo que en la primera. Pero a veces el equipo contrario se te echa encima, a morderte, ya no tiene nada que perder. En esos momentos, entre compañeros hablas de que van a salir a apretarte, de que hay que ser muy precisos para pillarlos en una contra. El problema es que encuentras mucho espacio cuando sales de la primera presión y quieres correr cuando es mejor dar cinco o seis pases, tener el balón. No es que te metas atrás porque el míster te lo mande. En ningún caso nos manda meternos atrás. Al contrario, nos pide que sigamos igual.

—¿Ganando en Cádiz el próximo lunes puede estar el ‘playoff’ asegurado?

Yo diría que no. Vamos a salir a ganar, por supuesto, pero quedan cuatro partidos y mal haríamos si pensamos que ya estamos metidos, que somos los mejores, que vamos a ascender... Es un enfrentamiento directo, pero luego quedarán tres partidos, así que no hay que volverse locos. Cuando los números nos digan que estamos en el playoff, podremos pensar en otra cosa. Hasta ese momento nada.