Andrea Sebastián es la bandera del Club Judo Zaragoza. La deportista de 18 años tiene una trayectoria deslumbrante. Ya ha sido plata en los Europeos cadete y tiene sus miras puestas en los Nacionales Júnior, donde se quiere proclamar campeona de España. Pero es una mujer con ambición. "Sueño con ser la primera aragonesa que logra el oro del Nacional absoluto. En ello estoy", dice la rubia deportista zaragozana.

Para ello se ha ido a vivir a Madrid. En el barrio de Usera se entrena en un gimnasio con Carlos Sotillo. Judoca fría sobre el tatami y con grandes dotes tácticas y técnicas, los Juegos quedan muy lejos. "Me entreno para llegar a lo más alto. Pero hay que ser realistas y trabajar poco a poco", explica Sebastián.

Sebastián forma parte del lugar más preferente del local de la calle Ramón Salanova del barrio de Las Delicias donde tiene su sede el Club Judo Zaragoza. Es un pequeño santuario donde hay varias fotos de Andrea y de la añorada Adela Benito. Esta última fue la primera presidenta de la entidad zaragozana. Pero un cáncer fulminante segó su vida. Ahora dirige el club la vasca Amaia Santamaría.

El Club Judo Zaragoza es un clásico de este deporte en Aragón. Con más de 300 licencias, mucho tiene que ver en su evolución Javier Rivero, el alma mater del club. "Los fundamentos del judo son la educación, el respeto, el trabajo, el sacrificio y disciplina. La sociedad está coja de estos valores y por ello tiene bastante demanda en los colegios y los gimnasios", explica Rivero. Tiene 41 años y desde los ocho está vinculado al judo. Empezó a practicarlo en el colegio Cristo Rey. Después pasó a los barrios de La Jota y de Las Fuentes, donde logró el cinturón negro entrenando con Manuel Orgaz y Sergio Domenech. Campeón de Aragón en tres ocasiones, hace 19 años surgió el germen del Club Judo Zaragoza en el colegio Misioneras de la capital. Allí conoció a Andrea Sebastián. "Tenía tres añitos. Me llamaba la atención su poderío físico. Tenía mucho talento para practicar cualquier deporte", reconoce Javier Rivero. Tras abandonar Misoneras, creó Misioneras Roma en la calle Italia. Después pasó a llamarse Rivero Roma. Pero gracias al impulso de Adela Benito, buscó un local y hace cuatro años se creó el Club Judo Zaragoza. "Queríamos tener nuestra propia sede en un club de abajo a arriba", valora Rivero.

Tras los años dorados, ahora la entidad se encuentra en un periodo de transición. "Junto a Sebastián, nuestra punta de lanza es Sergio Ibáñez, que ha sido convocado con el equipo nacional de la ONCE", dice Rivero. El club alberga todas las filosofías. "Tenemos el judo recreativo para chicos de 16 a 20 años. Vienen dos días a la semana y pasan un rato divertido. Por otro lado, los judocas de élite vienen tres días a la semana. El grupo de 14 papás surgió hace tres años. También hay dos o tres mamás que se están pensando lanzarse al ruedo".

Club familiar

Con todas estos antecedentes, no hace falta ser muy listo para pensar que es un club familiar. "Todos somos super importantes, desde el más chiquitín a Andrea Sebastián. Todos echan una mano en lo que haga falta", indica. Los padres están muy comprometidos. "Tienen sus propias ilusiones con los niños, aunque no pretenden que sus hijos lleguen a ser un David Douillet". Reconoce que los menos implicados son los deportistas de 15 y 16 años. "No tienen excesivo espíritu de sacrificio".

La crisis económica ha coincidido con el bajón en los resultados de los mejores judocas de élite aragoneses en los Juegos Escolares. "Hace tres años se cortó el proyecto de tecnificación de la Federación Aragonesa. Yo dirigía a los infantiles y cadetes de la territorial y se organizaron concentraciones con 300 chavales en Graus. De aquí salieron un montón de medallas en los Nacionales infantiles, cadetes y júnior". Esos triunfos pasaron a mejor vida... Ahora son los clubs los que tiene que tirar del carro.