Los italianos son muy suyos. En ciclismo para lo bueno y para lo malo. El Tour y la Vuelta apuestan más por eliminar jornadas condenadas al esprint, de largo kilómetraje y la ronda española, sobre todo, recurre a llegadas cortas y explosivas porque así consigue más gente en la meta y, sobre todo, mayor audiencia televisiva. En cambio, la fórmula del Giro difícilmente cambia, mantiene contrarrelojes, etapas por encima de los 200 kilómetros y se entusiasma por los esprints a los que denomina volatas, un término muy identificado con la ronda italiana pero también con la Milán-San Remo y hasta con la Tirreno-Adriático.

Sin embargo, la fórmula les funciona. El Giro es un acontecimiento nacional, los pueblos por donde pasa la carrera se decoran en rosa, el color de la prueba, la gente se moviliza para ver a los ciclistas y las audiencias televisivas suelen estar en Italia por encima de las del Tour donde sus corredores, salvo la excepción de Vincenzo Nibali, brillan mucho menos que en la ronda italiana, que este sábado vivió su segunda etapa, en la que se impuso, por supuesto al esprint, o 'volata', según se prefiera, el velocista alemán André Greipel, a quienes todos conocen con el sobrenombre de 'El Gorila', porque un día lo vieron resoplar y alguien dijo que lo hacia como un gorila. Y se le quedó el sambenito de por vida.

Pasarán los años y los apodos siguen siendo una de las perlas del ciclismo. En el Giro, por ejemplo, no solo hay un 'Gorila' sino también un 'Tiburón', del Estrecho de Messina, para más referencias y que esNibali, el titular del dorsal número uno porque el año pasado ganó el Giro, proeza que quiere volver a conseguir este año, claro está, con el permiso de Nairo Quintana. Él es el principal rival extranjero, en una carrera rosa que, al menos en estas dos primeras etapas, no ha ofrecido ningún dato sobresaliente en cuanto a la pelea principal por la general. "Quintana es el principal adversario que tengo y debo estar pendiente de él en cada etapa", repite el italiano.

LA CITA CON EL ETNA

Para ello habrá que esperar hasta el martes, tras la jornada de descanso del lunes. El Giro partió un día antes de lo habitual porque se ha tenido que programar un día más de reposo a causa del traslado que se efectuará entre este domingo y el lunes de Cerdeña a Sicilia, la isla de Nibali, para celebrar allí el segundo menú de etapas del Giro 2017, que incluye una ascensión al Etna, que por cierto entró en erupción hace poco más de un mes, el primer test serio de la prueba. Ocurrirá el martes, pero antes la carrera tendrá que despedirse de Cerdeña con otra etapa destinada al esprint y también al poder deGreipel, un veterano velocista de 34 años que posee un verdadero botín de victorias en las tres carreras grandes: siete triunfos en el Giro, 11 en el Tour y cuatro en la Vuelta, éxitos que lo convierten en uno de los mejores esprinters de estos últimos años.

Greipel, seguramente, dejará el Giro mucho antes de que se vean los Dolomitas en el horizonte, pensando en el Tour. Lo suyo no son las clasificaciones generales, sino los triunfos diarios cuando sus compañeros pueden lanzarlo y dejarlo bien colocado en la pelea final por la etapa.

CON LA 'MAGLIA ROSA'

Quintana, en cambio, como Nibali, como Mikel Landa, como todos los que aspiran a una buena posición en la general, se toman etapas como la de este sábado con el ánimo de reunir kilómetros y no tener sobresaltos. Sobre todo si el viento sopla de frente y frena a los corredores para llegar a la meta con un considerable retraso, en una jornada que fue intrascendente para el resultado final de la carrera rosa.

El triunfo, además, recompensó a Greipel con la 'maglia rosa', en otra jornada en la que Quintana volvió a correr muy atento.