Lo tópico sería decir que ayer España jugó con ocho jugadores, pero no sería del todo cierto. Porque en realidad la selección contó con 10.000. El público iba llegando aún con el partido empezado --las 19.00 quizá no sea la mejor hora--, y finalmente tan solo se veían unos pocos claros en la grada telescópica inferior y alguno más en los fondos del anillo superior. Es decir, unos 10.000 aficionados para llevar a España en volandas a los cuartos de final. Dicho de otra manera, un rotundo éxito de Zaragoza. Y mañana puede incluso superarse. Hoy se abrirán las taquillas de 12.00 a 20.00 horas para poner a la venta las 1.500 entradas que quedan para la jornada de cuartos.

El público tenía ganas desde el principio, cuando la grada aún no presentaba el magnífico aspecto que alcanzó después. A falta de letra, la afición tarareó el himno nacional durante el momento solemne previo al encuentro y después no paró de animar. Simplemente con palmas, gritando "España, España", y otros clásicos como "A por ellos" o "Este partido, lo vamos a ganar". No necesitaron los aficionados motivación extra del speaker, que se encarga de generar olas en los descansos y tiempos muertos. Al fondo los incansables bombos de la Artillería Naranja habituales en todos los partidos de balonmano en Zaragoza.

Por supuesto, hubo aplausos cariñosos para Jorge Maqueda, pero luego la grada vibró especialmente cada vez que Rocas saltaba a la pista y batía a Stanic con una de sus roscas. El extremo derecho puso al público en pie en varias ocasiones. Antes de que se anunciara por megafonía que iba a ser el MVP (con un impecable 7/7 en su hoja de servicios del día), la grada ya coreaba su nombre. En el último minuto el pabellón aplaudió de pie y España tuvo que dar la vuelta de honor para llevarse por última vez el cariño de Zaragoza.

Máxima expectación

Hubo también espectadores de excepción. No se quisieron perder la cita Raúl Entrerríos, central que no estaba en el 40x20 por una lesión en la mano, Jorge Dueñas, el brillante seleccionador femenino, Luismi López, secretario técnico del Atlético, y la selección alemana al completo. Y con ellos, el bigote inconfundible de Heiner Brand, el único que ha sido campeón del mundo como jugador y como seleccionador. También jugadores como Rubén Garabaya (se vieron además camisetas del Naturhouse y banderas de Quero, patria chica de Jorge Maqueda), Joseja Hombrados como comentarista, Raúl Bartolomé del Huesca o Cartón, Postigo, Ariño, Ros, Javi García, Demetrio Lozano o Mariano Ortega del BM Aragón. Y otros como los humoristas Faemino y Cansado, que vibraron a pie de pista con sombreros y bufandas de España y a ritmo de trompeta.

En el palco tampoco faltaron autoridades. Ayer estuvo lleno, nada que ver a cuando jugaba Corea del Sur o la propia Serbia en la primera fase. Empezando por el presidente de la IHF, Hassan Moustafa, y otros directivos del máximo organismo internacional, siguiendo por el secretario de Estado para el deporte, Miguel Cardenal, el presidente de la federación española, Juan de Dios Román, y autoridades locales como Roberto Fernández, Eloy Suárez, Gustavo Alcalde, Félix Brocate o Juan Carlos Caamaño, presidente de la federación aragonesa.