Lo dijo bien claro el director general, Jesús García Pitarch, ayer en el salón de recepciones del Ayuntamiento de Zaragoza tras la tradicional ofrenda a la Virgen del Pilar que realizó la plantilla del conjunto aragonés. "Hasta dentro de unas temporadas, el Zaragoza no podrá comprar jugadores". Queda claro el futuro así. Llegarán futbolistas, claro, pero al no poder invertir en contrataciones, se puede imaginar qué estilo de jugadores aterrizarán en La Romareda, donde se hace invierno ya en agosto. No hay ni euro y no basta la salida de Postiga. El nuevo control presupuestario de la Liga obliga a ajustar hasta el extremo y es la razón por la que el club es incapaz de hacer fichajes mínimamente llamativos. No solo eso. Hay que vaciar la plantilla de sueldos y fichas propias del pasado y por eso se ha llegado a un acuerdo con Adam Pinter y Edu Oriol para que dejen el Real Zaragoza. Como tantos otros en los últimos años, pasarán al cajón del olvido rápidamente. El club no ingresa, pero se ahorra sus fichas. Mucho es hoy en día, época de pobres.

"Lo que hacemos es ajustar nuestros números a las exigencias del control presupuestario de la Liga, que todavía no los tenemos ajustados. Necesitamos hacer un esfuerzo mayor. Nos hemos puesto de plazo antes del primer partido de Liga y si no, a lo largo del mes, para dar cumplimiento a lo que todos los clubs nos hemos obligado en un nuevo reglamento", dijo García Pitarch. Así que no salen las cuentas. Hay que vender más y adquirir poco y barato.

De momento, la negociación con Leandro Cabrera, el central del Atlético de Madrid, va para muy largo, si es que va. Salen, no entran. "No creo que se pueda anunciar ni hoy ni en un corto espacio de tiempo. Hay una dificultad que no corresponde solucionar al Zaragoza (ha roto con su agente, que ahora es su padre, y hay divergencias en cuanto a su futuro) y tenemos que esperar. Tenemos que valorar con el míster si esperamos o buscamos otra opción".

Aún hay atasco en la salida. El primero en la puerta es Apoño, que ayer ya no apareció por el salón de la ciudad. Tampoco estuvo Ivan Obradovic, a quien el club desea encontrarle un acomodo inmediato. El problema es que acaba de salir de una lesión que le ha tenido un año fuera de los terrenos de juego. Ya se entrena, pero aún no ha jugado.

En similar situación está Loovens, cuya salida está cantada desde hace meses pero que ni encuentra ni le hallan destino. El holandés no se quiere quedar, pero no desea perder dinero. Quizá el acuerdo se halle a mitad de camino, lo dirá el tiempo, que explicará también cómo redondea las cuentas el Zaragoza, y si necesita sacar a otros como Zuculini, Javi Álamo o Álvaro.

Así lo resumió el director general: "El club intentará tener paciencia para que aquellos jugadores que puedan tener una mejor posición en su negociación y así un mejor contrato, se pueda dar. Pero aquí hay tres partes y un futbolista juega donde quiere. Esperemos que estos días los jugadores que tienen salarios que el club no puede mantener ni pagar, tengan la salida que ellos también esperan".