Finales de septiembre de 1985. Se celebra en Chodes, una localidad zaragozana de menos de un centenar de habitantes, su popular Mundial del Pollo. Es el acontecimiento estrella en la festividad de San Miguel Arcángel. Once atletas se van a enfrentar a una carrera sobre 120 vueltas en una plaza circular de 90 metros de cuerda en su bella plaza neoclásica. Hay atletas de todo tipo de pelaje. Polleros como José Antonio Adell, Celedonio García, Fernando Díaz, Amado Hernández y Rafael Bejarano, los mejores fondistas aragoneses como Javier Cortés, Víctor Aured y José Luis Mareca, los catalanes Antonio Cánovas y Emiliano García y una gran promesa del atletismo nacional. Era el soriano Abel Antón.

Ese verano no se disputó ningún acontecimiento atlético internacional de alto nivel. Las estrellas nacionales eran el montisonense Javier Moracho, los marchadores Jordi Llopart y Josep Marín, el saltador Antonio Corgos, el vallista José Alonso Valero y los mediofondistas José Manuel Abascal y José Luis González. Antón estaba un escalón por debajo del cántabro y el toledano. «Ese año fue campeón de España de cross en Gijón José Manuel Abascal por delante de mí. Corrí en el Mitin de Oslo el 5.000 lisos en 13.27 y el 1.500 en 3.36», recuerda el soriano.

Años más tarde se convertiría en una de los mejores atletas españoles de la historia tras ganar el maratón de los Mundiales de Atenas en 1997 y en Sevilla dos años más tarde. En Chodes, Antón tenía 21 años. Desde 1984 hasta 1987 residió en Zaragoza, era atleta aragonés y fichó por el Helios. Trabajaba en el Salduba y lo entrenaba a distancia Enrique Pascual Oliva desde Soria.

Antón era un corredor alto y polivalente. Se adaptaba a todas las distancias desde el medio fondo al fondo largo. En el maratón logró grandes triunfos al tener un final demoledor. Ganó en Londres, Berlín y Kyongjyu (Corea).

En 1981 tuvo su primera experiencia en Chodes. «Me llevó allí Antonio Rodríguez Rújula, que conocía este tipo de carreras que se celebran en Aragón. Era júnior y ni me acuerdo cómo quedé, ni tenía idea de esas carreras». De lo que nunca se olvidará es de la dureza de la prueba. «La carrera era una putada dando tantas vueltas. Había mucho ambiente, apuestas, cantidad de gente y la banda de música. Nunca he visto una cosa igual en el mundo. Ni en África. Quizás en Grecia o Italia». Esa carrera la ganó Javier Cortés por delante de Santiago de la Parte, José Prieto, Jorge García, Abel Antón, Rodríguez Rújula y Antonio Prieto, el Taca, se retiró con unas ampollas en el pie.

La estrella del pollo

Cuatro años más tarde, Antón regresó a ese potro de torturas. Esta vez llegaba como estrella y gran favorito del Mundial del Pollo. Pero ese día salió trasquilado ante la emboscada de los polleros encabezados por un andaluz de Cabra que llevaba muchos años viviendo en Barcelona. Era Fernando Díaz, que se llevó la corrida frente al soriano. «Todos le teníamos un poco de ganas. Vino con chulería y se quedó bastante escarmentado», explica desde Barcelona Fernando Díaz.

Díaz era el típico pollero que recorría la geografía aragonesa y catalana en los veranos. «Llegué a correr de 30 a 40 pollos en verano. En la Virgen de agosto competía el mismo día en Pauls, Belver y Calanda. Y 600 kilómetros de carretera. ¡Tela marinera!». Pero no había un pollo igual al de Chodes. «Allí se corre a lo bestia y nos dejábamos la piel. Era la última carrera de las vacaciones y estaba en forma. Corríamos inclinados a la izquierda. Por eso un zapatero me puso una cuña en unas voladoras. Me colocaba a la derecha de la zapatilla una cuña exterior y a la izquierda en el interior», dice Fernando Díaz.

Abel Antón recuerda que le dieron un fijo por correr. «Eran 100.000 pesetas. Me llevé más que el ganador. No corrían entonces ni marroquís ni negros. Díaz ganaría 25.000 o 30.000 pesetas. Era una carrera muy jodida. Iba a piñón fijo y no tenía idea de las primas». Todo fue normal hasta la vuelta 70. «Fue entonces cuando nos echaron una prima. Con esa excusa salí a por ella. Le cogí 40 metros a Antón y le doblé. Desde entonces no tuvo narices de despegarme». Fue una derrota muy comentada. «Esa carrera tenía mucho tirón mediático y todo el mundo se enteró. Ese triunfo sería un buen recuerdo para Díaz», reconoce Antón.