Henk Norel y Pere Tomás comparten muchas cosas desde hace diez años. Horas y horas de entrenamientos, viajes, partidos, comidas, cenas, hasta vivieron juntos en Badalona. También coinciden en muchas amistades y en una figura común sin la que no se explica lo que son hoy: Carles Durán, el técnico que dirige al Valencia Basket y al que se enfrentarán el domingo.

Durán fue la primera persona con la que se encontraron en Badalona. "Vino a buscarme al aeropuerto y, desde el primer día, me acogió muy bien y me ayudó mucho", empieza Pere Tomás, que llegó al Joventut con 13 años. "El primer día que llegué a Badalona fui a comer con él y con Pau Ribas. Carles no hablaba muy bien el inglés y yo no hablaba español. Fuimos a un restaurante que tenía manteles de papel e íbamos apuntando, esto se dice botella, plato... Así empecé a aprender castellano", relata Norel, el holandés al que la Penya captó con 17 años.

En ambos casos, Carles Durán fue su primer técnico, en el Prat de EBA con Norel y en el cadete con Tomás. Y con buenos resultados, puesto que el Prat Joventut ganó la EBA y subió a Plata y Tomás ganó el circuito sub-20. Pero no solo eso. La figura de Carles Durán trasciende el banquillo. "Él me ha enseñado, junto con Sito Alonso, prácticamente todo de mi técnica individual. Es gracias a él que tiro ganchos. Parecía muy pesado porque cada día repetíamos y repetíamos, pero ahora tiro fácil con dos manos y me ha enseñado movimientos que, hasta el día de hoy, estoy utilizando".

Para dos chavales jóvenes, lejos de casa, de la familia, del entorno habitual, Carles Durán era, además, un padre, un amigo, una persona de total confianza. "Gracias a él me sentía como en mi casa. A veces después de jugar iba a su casa y jugaba a la Play con su hermano", apunta Norel. "Pasamos muchas horas con él, antes de los entrenamientos estábamos una hora u hora y media con ellos haciendo técnica individual. Y me ayudó mucho en todo fuera de la pista, me enseñó la ciudad, te daba la confianza de que si te pasaba algo podías llamarlo", recuerda Tomás. Por eso, los dos se muestran muy felices por la oportunidad que le ha llegado al relevar a Perasovic en el banquillo del Valencia. Y coinciden: "Se lo ha ganado a pulso".

Cuando llegaron al primer equipo del Joventut, Durán también estaba ahí, como ayudante de Aíto o de Pepu Hernández. "Normalmente en el staff técnico siempre tienen a alguien de la cantera que conoce perfectamente a todos los jóvenes. Está muy bien cuando llegas al primer equipo tener un entrenador ahí al que conoces y con el que tienes confianza", opina Tomás. "Si tienes dudas o algo va mal, es más fácil hablar con él que no con Pepu campeón del mundo, o con Aíto", corrobora Norel.

El gancho de Henk Norel es una marca de Carles Durán. "He entrenado con él como primer entrenador dos años, pero lo que más recuerdo son las horas que hemos trabajado individual. Ganchos, ganchos, ganchos, izquierda, derecha, con finta, sin finta, dos piernas, una pierna, con tablero, sin tablero... En ese momento pensaba, 'qué pesado...' pero ahora estoy muy contento y a veces, cuando tengo partidos que mis ganchos no entran, pienso en sus ejercicios, voy un poco antes al entreno y los hago", dice el pívot holandés.

EL AMIGO RICKY

De Durán es también el trabajo de pick and roll que Norel hacía con otro de sus rivales este domingo, Pau Ribas. "A veces cuando teníamos un partido fácil me enfadaba con él porque hacíamos el pick and roll pero tiraba él en vez de pasármela --ríe el pívot--. No, siempre pasaba. Pau es un gran jugador. Para mí, en su posción, uno de los mejores de España". Tomás está de acuerdo. "Ahora mismo, está entre los dos o tres mejores españoles de su posición. Entiende muy bien el baloncesto. Cuando llegó al primer equipo, con el carácter que tiene, parecía ya veterano".

Otro de los que andaba por allí era Ricky Rubio. "Buen amigo nuestro también, creo que más aún de Pere, pero es increíble lo que ha hecho con su carrera". "Poder decir que hemos jugado con Ricky es un orgullo, lo ponemos en el currículum", añade el balear. "Empezamos juntos en cadetes y cuando era júnior ya no volví a jugar con él porque ya estaba siempre con el primer equipo", destaca el alero.

"Yo estuve el día que debutó en ACB en Granada. Estaba en el banquillo, yo tenía 18 y el tío tenía 14 y Aíto lo ponía a él y yo sentado en el banquillo y aplaudiendo --dice entre risas--. Pero muy feliz por él. No podía hablar con la prensa hasta los 18 años, y el día que los cumplió... no he visto tanta prensa en Badalona en mi vida, una grada llena", recuerda Norel, que le pide a Pere Tomás que cuente cómo Ricky entró en el primer equipo gracias a él.

"La historia es que yo estaba convocado para el primer entrenamiento de pretemporada del Joventut y él no. Estaba tan contento por mí que me vino a ver entrenar, se sentó en la grada, y se ve que en el primer ejercicio faltaba uno porque no éramos pares y Aíto preguntó, '¿este chaval no juega a basket?' Sito le dijo 'sí, juega en el cadete, tiene 14 años', 'da igual, si sabe jugar a basket nos puede ayudar', le respondió Aíto. No tenía ni zapatillas, ni chándal, le dejaron unas zapatillas y ya no salió del primer equipo. Por eso le digo, mira, si no hubieras venido a verme no estarías en Minnesotta", relata divertido Pere Tomás.