Regresa el Real Zaragoza al calor del hogar para medirse al sorprendente Llagostera, vuelve a una Romareda donde se siente mejor que cuando sale como viajero. Basta echar un vistazo a los datos para darse cuenta, 27 puntos ante su gente y solo 14 lejos de ella. En ese equipaje también está la deplorable imagen ofrecida en Vitoria, donde el equipo salió goleado y, lo que es peor, mandó un mensaje de pobreza competitiva impropio de quien aspira a estar como mínimo en los playoffs de ascenso y que visitaba Mendizorroza con cinco jornadas sin perder y 13 puntos de 15. La redención, la enmienda obligada, debe llegar ante el Llagostera, un rival incómodo que ha hecho el milagro de competir en Segunda más que dignamente cuando cuenta con una población que ronda los 8.500 habitantes.

Para el equipo catalán es histórico asomarse en partido oficial por La Romareda. No solo no lo habían hecho, sino que hace diez años sonaba más que impensable que compitieran en la misma Liga que el Zaragoza. Siete ascensos, una progresión meteórica y, por supuesto, la decadencia que supuso la catastrófica etapa de Agapito Iglesias han traído este partido que para el conjunto aragonés es de más que obligada victoria. Lo necesita para consolidar su sexta, y última plaza de promoción, para no dejar que el tren del ascenso directo se vaya de forma definitiva, aunque ande lejos ya, pero sobre todo para limpiar la mancha de Vitoria. Es decir, recomponer la figura y dar un golpe en la mesa que deje claro que se puede confiar en este Zaragoza.

Antes de ese periplo viajero, saldado con cuatro puntos de nueve, el Zaragoza sumó tres triunfos consecutivos en casa, frente a Leganés, Recre y Barcelona B, dando una buena imagen, consistente atrás y con pegada. Se trata de recuperar ambas cosas, porque si la de Vitoria fue la derrota con mayor diferencia de goles del curso tras cinco jornadas sin encajar no es menos claro que la mirilla zaragocista se ha desviado. La general y la de Borja Bastón en particular, que lleva tres partidos sin ver puerta. Desde que Galarreta acertó en El Sadar, el equipo no ha cantado gol de nuevo, 227 minutos, una racha sin precedentes este curso.

BAJAS

Cuenta Ranko Popovic con bajas, con una epidemia de lesiones --Bono, Álamo, Rubén o Basha-- y sanciones --Rico y Galarreta-- de la que ayer salió Jaime, aunque estará solo en el banquillo, porque con él ya hay un precedente de recaída que invita a no precipitarse. Entre Tato y Lolo se juegan una plaza con Mario recuperado en el eje y con Insa como debutante en la alineación. Se diría que lo más probable es que Popovic sitúe a Lolo y a Dorca en la medular con Insa completando el trivote. Willian José penará en el banquillo.

El Llagostera llega con el sabor de tres victorias seguidas, con la etiqueta de equipo correoso, con una base importante del curso pasado y con la fortaleza como bloque como aval para darle valor a los pocos goles que anota. Nombre a nombre, gramo a gramo, el Zaragoza es superior, pero haría mal el equipo aragonés en fiarse de los hombres que dirigen al alimón Carrillo y Alsina. Con seis puntos de margen sobre el descenso, el conjunto catalán ve la cita como un premio, con mucho para ganar y poco para perder. Todo lo contrario que el Zaragoza, que no puede fallar. Un tropiezo ahondaría mucho la herida abierta en Vitoria.