El Real Zaragoza llega al cierre del mercado con la plantilla totalmente definida salvo que hoy le aparezca un mirlo blanco: bueno, bonito y muy, muy barato. El equipo, que ha sumado cuatro puntos de los seis primeros, está hecho a imagen y semejanza de Ángel Martín González. El director deportivo ha intentado corregir las principales deficiencias del anterior: la endeblez defensiva estructural, la falta de consistencia colectiva (con mucho cemento en el medio), el nivel de la portería y la categoría, ahora mayor, de los recambios de los jugadores principales.

Martín ha apostado el ascenso a dos cartas, la competitividad y profesionalidad del grupo, y la velocidad de los hombres de ataque. Ha hecho un equipo para subir que está en manos de Popovic. La tarea del técnico es interpretarlo bien: qué hacer con él, qué no y exprimirle todo su jugo.