Cerró el CAI Zaragoza la temporada con una victoria, la decimoctava, y el noveno puesto, a la espera de que eso le valga una invitación para volver a competir en Europa. Se marchó con un encuentro de tantos, resuelto neutralizando los momentos buenos a los malos, con cierta solvencia en algunas fases, con la lógica falta de tensión en otras, frente a un rival que se jugaba la vida --la perdió, de hecho-- pero que ni con toda la voluntad pudo ni siquiera estar cerca de verdad de la victoria.

El partido no tuvo mayor historia. Hubo pitos para Joaquín Ruiz en la presentación y al final. No es el primer entrenador de casa al que le ocurre. Alguno también se llevó el equipo cuando encajó un parcial de 0-12 al regreso del descanso y permitió que el Gipuzkoa se pusiera por delante en el marcador. Al final, más aplausos que pitos con una grada más vacía de lo habitual y la duda de quién se los estaba llevando por última vez.

Entre medio, el CAI se impuso haciendo bien lo básico, cerrando el rebote y confiando en sus hombres más acertados, Norel y Jelovac. El holandés celebró su renovación con un doble-doble, 14 puntos y 10 rebotes, mientras el serbio se despidió con 19 puntos, 8 rebotes y 28 de valoración. Para ellos fueron las mayores ovaciones, seguidos por Pedro Llompart que ayer se convirtió en el jugador que más partidos ha disputado con el CAI en la ACB con 109. También tuvieron segundos de juego los dos García, Juan José y Sergi, aunque la salida de este último al final también provocó el enfado de la grada, que quería verlo antes.

El conjunto aragonés dominó casi siempre y muchas veces con una renta de, al menos, diez puntos. El Gipuzkoa no daba para más pese a que se lo jugaba todo y el Manresa estaba ganando ya en Madrid. Hizo la goma el equipo de Ponsarnau, que por el camino perdió a Díez por problemas físicos, y que tuvo en Abercrombie a su jugador más acertado (23 puntos). Tuvo su momento el cuadro vasco en el tercer cuarto, pero perdió todo lo que había conseguido amasar en un visto y no visto. De un parcial de 0-12 a otro de 9-2 y de nuevo todo bajo el control del CAI.

El Príncipe Felipe volvió a ver un descenso a la LEB, pero esta vez del rival, un Gipuzkoa que llegó vivo a la última jornada, lo que no parece poco viendo lo que hay, y que salió penúltimo porque el Manresa ganó al campeón de Europa, y en su casa. Un milagro. Una muestra de lo competida que es la ACB, dicen. Lo cierto es que desde que levantara la novena, el Madrid ha perdido sus dos partidos lo que, de rebote, ha perjudicado a terceros. El CAI se quedó sin playoff antes de tiempo y el Gipuzkoa, sin categoría. Los objetivos no se consiguen en un único partido pero a veces uno solo es el que marca la diferencia.