En Murgia está la paz y en Vitoria el ajetreo, las áreas comerciales y los cines. En Murgia está la cuadrilla, un pueblo alavés de poco más de 1.200 habitantes donde todos se conocen y todos saben quién es el vecino más ilustre: Mikel Landa (27 años). «Es tranquilo y educado y ama a su cuadrilla, nunca se iría lejos de Vitoria. Es un chico de pueblo». Así lo describen sus amigos. Ellos creen que Landa jamás aceptaría petrodólares acompañados de paraísos fiscales pues la decisión le obligaría a vivir en el extranjero, lejos de Álava, de Murgia y sobre todo de Vitoria, a 20 kilómetros de su pueblo con carreteras extraordinarias para entrenar; por ejemplo, hacia el Santuario del Oro, al lado de Bitoriano, donde Landa se ha comprado una casa hace unos meses.

Y por allí ha sido, desde que fichó por el Sky (antes estuvo en el Astana y mucho antes en el Euskalel) por donde ha practicado el arte de la contrarreloj, necesario si quiere ganar una gran ronda, que tenía abandonado y que casi le da por un segundo para el podio de París.

Él es el chico del pueblo, el que de pequeño consideró al ciclismo como una asignatura extraescolar y como le gustaba y amaba tanto la bici se apuntó al club Zuyano, el mejor de Álava. Los abuelos le habían hablado de otro alavés ilustre, Paco Galdos, el que peleaba con Eddy Merckx por ganar el Giro y el que abrió un restaurante italiano en Vitoria tras retirarse del ciclismo. Quizá, por seguir los pasos de Galdos, Landa se ha enamorado tanto del Giro, carrera que adora más que el Tour y la Vuelta, la que, al igual que ahora ha hecho con Chris Froome en la ronda francesa, le entregó en bandeja a Fabio Aru, en el 2015, al provocar el hundimiento de Tom Dumoulin.

A Aru también lo colocó en el podio de Milán, en el Giro del 2015, ganado por Alberto Contador y donde Landa fue tercero, aunque se quedó con la sensación de que quien podía haber llegado de rosa a la capital lombarda era él y no Contador si su director, Giuseppe Martinelli, no lo para en la penúltima etapa cuando iba lanzado hacia el triunfo para que esperara a Aru. «Alberto tenía controlada la situación por detrás con Aru vigilado, pero no cabe duda de que nos benefició que el Astana ordenase a Landa levantar el pie», afirman en el entorno de corredor madrileño.

Y porque, al igual que Contador, Landa ha estado en el equipo equivocado, antes Astana y ahora Sky, aceptando libremente el papel de gregario. Por él, Aru tiene al menos dos podios en su palmarés (Giro, segundo, y Vuelta, primero) y Froome un cuarto Tour.

En el 2013 estuvo a falta de una firma para ser del Movistar. Su padre y Eusebio Unzué no acabaron de entenderse. Y si otros ciclistas montan fundaciones o promocionan equipos de promesas, Landa tiene una página web, de información de ciclismo, que se llama Zikloland donde se cuenta la actualidad de este deporte. Y sus gestas.

En el Tour ha afirmado que no volverá a ser segundo nunca más, aunque ahora el Movistar, su próximo equipo, tendrá el bendito problema de administrar a sus tres líderes. Alejandro Valverde jamás pondrá problemas. Con Nairo Quintana Unzué deberá tener mano izquierda. Pero, sin duda, el Movistar necesita en sus filas al mejor corredor español del momento, mientras madura, como el buen vino, el joven Marc Soler, que en menos de un mes estará en la Vuelta.