El Mundial se echa encima y la selección española no acaba de encontrar la manera de despegar. Una noticia inquietante para Luis Aragonés, ciertamente preocupado por engrasar el sistema en el que mejor encajen las características de los jugadores. La prueba ante Rusia no le aportó mucho en ese sentido. No hubo ni juego ni goles y sí mucho aburrimiento. España, con tres centrocampistas y tres delanteros para empezar, ni administró el balón con la precisión necesaria para adueñarse del partido ni alcanzó el nivel atacante que se supone a una apuesta ofensiva como la española.

De entrada, Luis no se atrevió a colocar a Xabi Alonso por delante de la defensa. Optó por la vía conservadora, la que le ha llevado durante dos años a confiar en Albelda como un eslabón imprescindible en los pasillos de seguridad que ha pregonado para sus esquemas. Le acompañaron Senna echado a la derecha y Cesc a la izquierda, con lo que muy pronto el juego español quedó decantado hacia esa banda, por donde no tardó en aparecer Villa, el máximo goleador de la Liga, a quien el seleccionador no duda en alejar del corazón del área pese a su demostrada efectividad en esa parcela.

Mucho mayor desde luego que la de Fernando Torres, cuyos problemas en la finalización de las jugadas van camino de eternizarse. Suya fue la primera gran ocasión española tras un pase de Luis García, pero el delantero del Atlético cruzó demasiado con todo a favor. Fue justo después de que el árbitro perdonase a España un penalti de Albelda sobre Kerzhakov.

DEBUT DE INIESTA Sin nada que reprocharle en cuanto a la actitud y el ritmo que quiso imponer, la machacona realidad fue que el equipo español no supo mover la pelota con la eficacia requerida ni su despliegue ofensivo resultó desequilibrante. Con Cesc más encorsetado de que lo que podía suponerse y con escasa aportación de los laterales para progresar por las bandas, el balance atacante en el primer tiempo se quedó en media docena de amagos, en los que lo más llamativo fue el relativo buen entendimiento entre Villa y Torres. Insuficiente en cualquier caso para adelantar a España en el marcador, cosa que sí pudo hacer Rusia por medio de Anyukov, que enganchó una volea espectacular. Iker Casillas lo solucionó con una gran parada.

Las cosas no cambiaron demasiado con la entrada de Xabi Alonso, Xavi, Raúl e Iniesta en la segunda parte. Las variaciones tácticas propuestas por Luis Aragonés quedaron plasmadas en una especie de rombo, con los dos jugadores del Barcelona en los flancos y Raúl en el vértice superior. El debut de Iniesta como internacional absoluto no se vivió con el ambiente festivo que cabía esperar, fundamentalmente por culpa de la inoperancia de Torres, con quien comenzó a pagar el público su frustración. El rojiblanco cabeceó alto un buen centro de Reyes y malogró otro par de ocasiones por sendos resbalones. Tampoco Raúl estuvo acertado en su intento de palanca ante el portero ruso en posición inmejorable para marcar.

España acabó volcándose sobre el equipo ruso, con tres centrales, dos extremos-extremos, Joaquín y Reyes, y dos centrocampistas decisivamente ofensivos como Xavi e Iniesta. Pues ni por esas. Akinfeev no se vio más exigido que por un gran disparo de Reyes, pese a que el partido acabó en solo una dirección. Raúl buscó con insistencia el gol, volvió a acercarse a él, pero no encontró el remate preciso. La selección española sigue sin pegada.