La selección española jugó con fuego en Skopje, donde tras una clara superioridad con ventaja al descanso de dos goles, de Silva y Diego Costa, pensó en las vacaciones y su relajación resucitó a Macedonia, que luchó con todo el orgullo hasta el final buscando la sorpresa (1-2).

Salió España a sentenciar con rapidez. Adueñándose del balón con la seguridad que otorga que pase por los pies de Thiago, Iniesta, Isco y Silva. La variante para abrir la lata ante rivales que se encierran daba resultado al cuarto de hora. Iniesta la picaba con calidad a la subida de Alba que esta vez encontraba un amigo en Silva. Un giro plástico y el disparo abajo era el primer tanto.

Inferior Macedonia, solo el balón parado le invitaba al sueño. España llegaba con facilidad. Isco buscaba la escuadra en dos ocasiones consecutivas. Pero era en el minuto 27 cuando el malagueño esquivaba una entrada con un regate en un palmo, apuraba línea de fondo para ver a Costa, que marcaba a puerta vacía.

Nunca bajó los brazos Macedonia, modesta pero con orgullo, con una afición que se encendía en cada ataque. Pandev sigue siendo el ídolo local con 33 años y fue el que más inquietó. Una dejada a Ristovski fue el primer aviso. España seguía a lo suyo y terminó perdonando goles de los que se arrepentiría por minutos. Todas las tuvo Isco. En acción individual, a pase de Jordi Alba tras taconazo de Costa, y una final clarísima tras regalo de Carvajal.

Intentó morder en la reanudación Macedonia. España sintió los deberes hechos y pensó en las vacaciones. Anestesiaba el partido con posesiones largas. Dejó de jugar y buscar el gol. Tuvo el tercero Piqué, pero su testarazo se fue arriba con todo para marcar. Precedió a un grave error de concentración y de marca a los 66 minutos. Nadie tapó el agujero que dejó Jordi Alba tras un fallo y Ristovski culminó con un latigazo ante el que nada pudo hacer De Gea. El duelo resucitaba y Macedonia vivía sus mejores momentos. De Gea no tuvo que intervenir pero la sensación de inseguridad duró hasta el final.