La selección española femenina de balonmano disputará, seis años después de colgarse la medalla de plata en el Europeo de Macedonia, su segunda final continental, tras imponerse en semifinales (18-19) a Montenegro, vigente campeona, gracias a una nueva lección defensiva.

Liderada por una majestuosa Silvia Navarro, que cerró el choque con un espectacular 50% de paradas, tras atajar un total de dieciocho balones, la defensa sostuvo a un equipo español que coqueteó con el desastre en el segundo tiempo, tras una magnífica primera mitad. Pero si en ataque (6 goles en los segundos 30 minutos) España se desplomó, en defensa mantuvo la misma intensidad.

Fue toda una lección defensiva. A base de movilidad y coordinación, no solo consiguió entorpecer los lanzamientos de larga distancia, la principal arma de las montenegrinas, sino evitar, además, la conexiones con la jugadoras de segunda línea. Un trabajo en el que destacó, sobremanera, la actuación de Barbosa, que lució velocidad de piernas para anticiparse continuamente a las trayectorias de las cañoneras balcánicas, que presionadas bajaron notablemente su efectividad.

En ataque, las guerreras lucieron argumentos muy interesantes, como un efectivo juego con el pivote que le permitió llegar al descanso con cinco goles de ventaja (8-13). En la segunda mitad a punto estuvo de dejarse escapar una final que parecía segura, tras encadenar más de catorce minutos sin marcar. Macedonia fue recortando, pero España supo mantenerse arriba.