La selección de España arrolló a Rusia para recuperar la corona de Europa de fútbol sala y asentarse como el gran dominador en el Viejo Continente con 7 títulos. El equipo de José Venancio aprovechó su octava final en el torneo --perdió la de 1999, precisamente ante Rusia, cuando conquistó su único trofeo--, para subrayar su dominio y reafirmar la superioridad que ha exhibido a lo largo de la competición.

La revancha de España, que cayó con Rusia en las semifinales del último europeo, se acentuó progresivamente desde el arranque del partido. Un lanzamiento al palo de Miguelín a los cuatro minutos fue la primera advertencia. El resto fue un vendaval que el equipo de Sergei Skorovich no pudo parar.

Alex marcó el primero en el 9 con un disparo desde el borde del área tras recoger un lanzamiento de falta de Ortiz. Seis después, un robo de balón de Rivillos llevó la pelota a Pola que, tras sortear a un defensa ruso, marcó el segundo. España se desató. A continuación, Rivillos empaló un saque de banda y batió a Gustavo para anotar el tercero. Ni siquiera había pasado un minuto cuando otro robo de balón supuso el cuarto. Pola, en plena presión, se hizo con la pelota y anotó desde fuera del área. En una acción aislada, un disparo seco de Romulo, Rusia marcó su único gol antes del descanso.

En la reanudación, Rusia apuró sus opciones. A los siete minutos Sergei Skorovich decidió arriesgar con el portero-jugador. Sin embargo, España no bajó la guardia. Un exceso de confianza en pleno ataque ruso fue aprovechado por Miguelín para interceptar un balón y llevarlo a la red rival aunque, a continuación, un disparo seco de Robinho desde el lateral del área superó por bajo a Sedano.

La puntilla llegó al final, con dos goles lejanos a puerta vacía, uno de Miguelín y otro de Mario Rivillos, solo un minuto después. Fue el séptimo, que llevó al adversario a la desesperación y a España al éxito.