Gracias Henao, gracias Nieve y gracias a Landa, que me esperó porque hubo un momento en el que pensé que no llegaba a la cabeza de carrera». Chris Froome, o mejor aún su ejército de ayudantes encabezado por Mikel Landa, salvó el que pudo haber sido el momento más delicado de este Tour. Cuando el conjunto AG2R de Romain Bardet --solo hay pancartas y pintadas para él en la ruta de la ronda francesa- había lanzado la carrera en busca del empinado y debutante puerto de Peyra Taillade, en el Macizo Central, Froome rompió la rueda trasera de la bici y tuvo que esperar a su compañero polaco Michal Kwiatkowski para que le cediera la suya. Comenzó aquí una apasionante persecución de una decena de kilómetros en la que estuvo en riesgo y en alerta roja el liderato del corredor británico.

Suerte tuvo, sobre todo, de sus gregarios españoles. De Nieve, que le recortó de 50 a 30 segundos hasta que dijo basta y, sobre todo, de Landa, que se encontraba en el grupo de las figuras y que obedeció sin rechistar la orden que le dio su director Nicolas Portal. «Me ordenaron parar y esperé a Froome, el AG2R se había quedado sin unidades y era un buen momento para ayudarlo y que pudiera enlazar». Con una frescura exquisita, como si pedalear en un puerto que presentaba rampas del 14% pareciera sencillo, Landa se ganó la confianza de su líder, exhibió la fidelidad al Sky y demostró que su fortaleza bien vale un Tour, aunque su victoria tenga que esperar este año... un Tour para Froome. ¿Qué habría sido del británico si no llega a encontrar el abrigo del corredor alavés? Dicen que París bien vale una misa, aunque Froome la tenga que rezar al lado de Landa.

El Tour continúa al rojo vivo. Pudo parecer que los líderes de la carrera dejaban el Macizo Central para que se exhibieran los que hasta ahora han pasado hambre de victoria, como el holandés Bauke Mollema, compañero de un Alberto Contador que va a más, y ganador de la etapa en Le Puy en Velay. Pero si se desentendieron de luchar por el triunfo del día, la guerra sin cuartel se mantuvo en la batalla por la general de la ronda francesa más apretada de los últimos años, con la única baja, en el combate, de Nairo Quintana que se descolgó mientras Froome perseguía para perder todo lo ganado en los Pirineos.

‘FAIR PLAY’

Y eso que en un ciclismo que apuesta por el fair play -prohibido atacar cuando pincha o se avería la bici del líder, algo que movería a Luis Ocaña de su tumba- nadie demarró mientras Froome anduvo rezagado, tal como confirmó Contador tras cruzar la línea de meta.

Cuando Landa integró a Froome al pelotón de las figuras quedaban tres kilómetros para coronar el gran puerto del día y poco más de 30 para meta. El jersey amarillo respiró aunque lo justo porque al poco tiempo, ya en el llano, se le vio hablando con Landa. «Me dijo que como solo íbamos 10 tenía que estar atento para que no se nos fuera ninguno». Solo burló la vigilancia el irlándes Dan Martin, el corredor que habla perfectamente catalán y que antes de vivir en Andorra lo hacía en Gerona. Consiguió 14 segundos y la quinta plaza de Landa. Hoy descanso. El Tour sigue vivo. Llegan los Alpes.