L a derrota en Soria ha disparado muchas alarmas en el Zaragoza, que es sexto clasificado y que lleva 11 puntos de 21 posibles, un dato global que muestra una gran fiabilidad, al menos de resultados, en casa, con un pleno de marcadores victoriosos en tres citas, aunque el fútbol haya dejado que desear en algunos momentos, y una extrema debilidad fuera de La Romareda, con solo dos empates como balance en cuatro partidos. Con todo, por encima de los números, lo que más inquieta en el club es la sensación de caída que da el equipo y una debilidad de carácter que, por cierto, no escondió Luis Milla al final del partido en Los Pajaritos.

Reconoció el técnico que el Zaagoza se vino abajo en el aspecto mental tras el gol del empate del Numancia antes del descanso y admitió su preocupación por ello, al margen de avisar de que el asunto iba a necesitar de diálogo en el vestuario para tratar de encontrar soluciones y respuestas. Esa necesidad de mayor fortaleza mental no es algo que pasó solo en Soria, porque el Zaragoza apenas logra dominar los partidos. Tampoco cuando recibe un estímulo favorable.

En Lugo el empate del conjunto gallego llegó después de un tramo final desastroso cuando el Zaragoza logró lo que parecía la sentencia del pleito con el 1-3. En Soria se adelantó en el marcador y eso no mejoró su fisonomía, mientras que en el Ciudad de Valencia tuvo la fortuna de neutralizar el gol madrugador del Levante con un magistral lanzamiento de falta de Lanzarote en la primera llegada, pero tampoco aprovechó esa inercia.

El Zaragoza ha renunciado al balón fuera de casa, donde solo en el inicio de la segunda parte en el Anxo Carro logró controlar el choque. Tanto el Levante, como el Nástic y el Numancia tuvieron más el esférico y en esos tres partidos a domicilio quedó patente una tremenda dificultad para generar fútbol. En el Ciudad de Valencia solo hizo gol a balón parado, con las dos dianas de Lanzarote, en el Nou Estadi no creó peligro y en Soria solo lo hizo en momentos muy aislados de la primera parte, siendo una absoluta nulidad después.

De hecho, solo en dos partidos de Liga ha tenido más posesión que el rival, ante el UCAM y en el derbi frente al Huesca, ante un rival que jugó toda la segunda parte con diez.

La sensación en el club es de caída desde la victoria ante el UCAM, donde todo salió a pedir de boca en la primera parte, y desde la última media hora en Lugo. Desde entonces, Milla no ha sido capaz de solventar los problemas defensivos y el Zaragoza ha dado pasos atrás en la generación de fútbol, dejando claro que la plantilla tiene pocas soluciones en el banquillo, algo que también se- ñala a la planificación deportiva, aunque también es verdad que el técnico ha reducido las posibilidades y que ya hay algunos jugadores, como Popa o Edu García, que ya intuyen que van a tener muy difícil contar con minutos. Las lesiones de Dongou, Cani y Wilk aún han aumentado más la sensación de precariedad, sobre todo la del mediapunta de Torrero. El rendimiento de este no estaba cerca de su mejor nivel, pero en Cani habita un jugador diferencial, sin relevo en la plantilla. Barrera ya fue suplente en Soria, donde Milla jugó con Juan Muñoz en punta y Ángel en banda sin que la respuesta en ataque fuera muy visible.

ASCENSO INELUDIBLE

El Zaragoza tiene el undécimo límite salarial de la categoría, pero la obligación social, económica e histórica por subir es ineludible, por lo que la presión es un factor muy a tener en cuenta. Y que Milla revele de forma pública esa preocupación por el aspecto mental de la plantilla es un déficit que señala a los jugadores, pero también a la capacidad de liderazgo del entrenador, que sabe que su equipo necesita empezar a reaccionar ante el Córdoba, que ofrezca otra cara, y que partidos tan flojos como el de Soria pasan factura a poco que se repitan.

En Los Pajaritos, el Zaragoza, por detrás en el marcador durante casi 40 minutos, ya que el segundo gol del Numancia llegó en el 54, apenas pisó el área rival y tiró a puerta, mientras que la mejoría defensiva que se observó en Tarragona y ante el Alcorcón, donde se anuló bien las virtudes de los rivales, volvió a mostrarse con toda su crudeza en Soria. Como ya había pasado antes en el Ciudad de Valencia o en la segunda parte en Lugo. Esa falta de mejoría atrás que se vio el domingo, con las mismas carencias en los laterales y la inseguridad en la portería, ya que Irureta ha dejado muchas más sombras que luces en este inicio de Liga, y la insistencia en un plan ofensivo que solo se ha mantenido gracias al acierto de Ángel, al principio, ya que ahora lleva cinco jornadas sin ver puerta, y de Lanzarote, preocupan, y mucho, en las oficinas del club.