—¿Ha sido una despedida dura?

—No porque sabía que se terminaba el 30 junio y fui saboreando partido a partido. Cuando llega el final es especial, pero lo primero que pensé cuando entré al vestuario en el Calderón fue: «Qué peso de encima me he quitado, ha ido todo bien y puedo retirarme tranquilo».

—¿No sintió más emoción?

—Emoción hubo y mis compañeros intentaron hacerme llorar, aunque no lo consiguieron en ese momento (risas), pero no fue especialmente dura.

—Después de 30 años arbitrando, ¿cómo de satisfecho está con su carrera?

—Muchísimo, hace años que colmó mis aspiraciones. Con llegar a Tercera para mí ya era una pasada. Llegar a Primera, ser internacional, pitar la cantidad de partidos importantes que he hecho... Siempre está el poder haber ido a un Mundial y haber pitado la final, pero es pedir lo máximo.

—Usted vivió en primera persona varios episodios de violencia.

—A nivel regional fueron tres y a nivel profesional dos, el botellazo de Dani Benítez y un partido en Tarragona en Segunda División en el que resultamos agredidos el cuarteto arbitral. He vivido la violencia en muchos momentos y puedo decir que los más desprotegidos sin duda son los árbitros del fútbol base. He tenido dos juicios por violencia y otro más en el que no pude identificar al agresor.

—¿Por qué cree que se genera esta violencia?

—Pienso que es algo inversamente proporcional, de la cima de la pirámide a la base y no al revés. Mediáticamente nos dan por todos los sitios, el árbitro está desprotegido y lo ven de esta manera, es el muñeco del pim pam pum y a nivel de fútbol base también lo entienden así. ¿Cómo puede estar un señor de 40 años insultando a un chico de 14 años si en la calle le daría vergüenza hacerlo? Dentro del entorno futbolístico se entiende. Antes nos pegaban igual o más, pero no había una cámara que lo demostrara.

—¿Es un problema de cultura general y de respeto?

—Sí, desde luego. Se puede insultar a un árbitro y no pasa nada y se puede equivocar como se equivoca todo el mundo, pero desde arriba se dice que el árbitro se equivoca adrede por vete a saber qué intereses. Cuando llegas al fútbol base pasa lo mismo, por ejemplo cuando arbitras al Stadium Casablanca o al Real Zaragoza te dicen que pitas a su favor por ser grandes. ¡Por favor! ¿Grande en categoría cadete? Qué más le dará a un árbitro de 16 años que gane, por ejemplo, el Hernán Cortés al Zaragoza. En Primera División lo mismo y llega algún mendrugo que dice que Florentino maneja más dinero que el pobrecico del Hércules y otro mendrugo le creerá.

—¿Por qué no se defiende más el colectivo arbitral en los medios de comunicación?

—No tenemos una audiencia detrás. Cada equipo tiene sus seguidores pero nosotros no, solo la familia y no llegaríamos a nada. No hay más que ver las redes sociales, en cualquier discusión futbolística ya se están insultando. Si hubiera una respuesta arbitral sería lo mismo. El que quiere entenderlo lo entiende y el que no, no lo hará nunca por tener su bufanda bien puesta y apretada.

—¿Suele leer y consultar los medios de comunicación y las redes sociales?

—Los medios sí, es importante para un árbitro saber lo que pasa en los dos equipos a los que va a arbitrar. Tenemos prohibido tener un perfil de redes sociales y yo lo tengo de manera anónima para informarme.

—Hay diversos colegiados retirados que están dentro del circo mediático, ¿qué opina de ese salto y de que sean partícipes de ese show?

—Me parece bien porque hay exjugadores y exentrenadores que aportan mucho. El problema de los exárbitros es que la mayoría critican al árbitro como lo haría cualquier forofo y dicen cosas como que no se ha atrevido a pitar, que siempre perjudica a fulanito o que es muy malo. Para eso, no estés. Di si ha habido errores y por qué. Esa gente sobra porque montan un show, la gente se ríe y el problema es que nos identifican a los árbitros con esos exárbitros. Si estos son así de torpes… cómo serán los que están ahora.

—¿Dónde está su futuro?

—No lo sé, me he dedicado 30 años al arbitraje, los once últimos profesionalmente. Me gustaría seguir en este mundo pero en Aragón es complicado porque el feeling con el comité aragonés no existe, pero hay muchos otros sitios donde podré aportar. Si no, volveré a la escena privada.

—¿Qué ha ocurrido con el comité aragonés?

—Es una pregunta para ellos, no he dado nunca una charla en el comité de árbitros a los de base. Ni yo, ni asistentes, ni otros colegiados. He dicho muchas veces que tenía poco tiempo pero que estaba a disposición. En una cena, el presidente actual me dijo: «Te hemos ninguneado». Y es así. Con toda la modestia del mundo, se lo han perdido ellos. Cuando pitaba en Regional me encantaba escuchar a Daudén Ibáñez, Celino Gracia Redondo...

—¿Qué siente cuando un jugador le intenta engañar?

—Fastidia mucho, sobre todo cuando ves el partido repetido. Me engaña a mí, pero sobre todo a su propio equipo y al espectáculo. Además, no se quejan del jugador, sino del árbitro. Siempre hablo de una tienda en la que un ladrón roba y se va corriendo. Yo, el policía, estoy a seis metros, corro, pero no le alcanzo. Imagínese que el tendero me dice que soy un sinvergüenza. He intentado hacer mi trabajo pero no lo he conseguido, métase con el ladrón. En el fútbol nadie le saca los colores al que simula.

—Antes comentaba que revisa sus partidos y sus posibles fallos y aciertos.

—Creo que es una costumbre que tenemos todos y debe ser una conducta de cualquier trabajo para mejorar. A veces aciertas o fallas sin querer. Siempre va a haber cosas que te salgan mal, pero hay que intentar minimizarlas.

—¿Tan gratuito es criticar a un colegiado? Se está viendo en algunos programas nocturnos.

—Desde el punto de vista del periodista profesional e imparcial debe dar vergüenza ajena. «Hola soy fulanito, soy del Madrid o del Barcelona y voy a opinar solo de mi club y siempre favorable». Eso no es periodismo y le quita toda la credibilidad. Echar 17 repeticiones de 17 sitios para acabar diciendo que un fuera de juego era clarísimo… pues igual sobraban 16 y si se necesitan 17 igual es que no era tan fácil pitarlo.

—¿Quién le decepcionó más a lo largo de su carrera?

—Tenía en un alto nivel a Fran Escribá, entonces entrenador del Elche. Estuvimos charlando en un tren de fútbol, arbitraje y todo de muy buen rollo. Nos encontramos tres meses más tarde, tuvimos una gran discusión y me decepcionó muchísimo. Aunque no hubo insultos, me acusó de cosas que no existían. También algunos exárbitros que conocen la soledad que sientes en el campo y que se hayan pasado al lado oscuro me parece triste.

—¿Algún halago que recuerde?

—Raúl y Puyol me parecen dos señores. Raúl me dio la bienvenida al Bernabéu y me lo dijo con sinceridad total en un partido que ganaron en el último minuto y con cierta polémica. En el caso de Puyol perjudicamos al Barcelona en un gol fantasma, entró en el vestuario, le dio un abrazo al asistente y se me saltaron las lágrimas al ver cómo trató a mi compañero y a nosotros en general. Ese día el Barcelona dejaba de tener opciones de ganar la Liga.

—¿Existe la famosa ley de la compensación?

—Nunca. Significa que te equivocas una vez y la siguiente adrede. En el campo tienes un grado de seguridad alto, aunque los jugadores reaccionan mal siempre. Aunque sepas que te has equivocado tienes que intentar hacer el mejor partido posible.

—¿Cuál es su mejor recuerdo?

—La final de la Copa, esta última, porque fue emotiva y especial. También estuvo mi familia y pudieron venir mis hijas, que todavía no habían estado en ningún partido oficial.

—¿Y el peor?

—Al margen de las agresiones, el Francia-Alemania que estuve de cuarto árbitro porque fue el día de los atentados de París.

—¿Cómo vivió aquellos momentos de tensión en el estadio?

—Nadie se enteró en el campo y de repente veo que empiezan a entrar cientos de personas. Vi a los gendarmes en alerta y pensé que había pasado algo gordo. Estábamos hechos polvo y, aunque no fue una situación de pánico, sí había incertidumbre. Fue impactante el trayecto desde al campo hasta el hotel, pasar por los Campos Elíseos, que la noche anterior estaba llena de gente, y ese día había un silencio total.

—Por ponerle un ejemplo de cada bando, recordará la rueda de prensa de Mourinho preguntándose por qué al Barça siempre le favorecen los árbitros y a Piqué diciendo recientemente que «ya sabemos cómo funciona esto», ¿en qué medida les perjudica?

—A nosotros y al deporte. Si pones en duda la validez de una competición, pones en duda tu profesión. ¿Para qué voy a invertir en fichar a los mejores si al final esto está predeterminado? Es evidente que no es así y ellos lo saben. Esto es un pequeño circo y hay que focalizar el fracaso en alguien y no hay nadie más fácil que el árbitro.