Expresiva, flexible y poderosa en el agua, Ona Carbonell dejó ayer, en su debut en los Mundiales de natación, una actuación espléndida, digna de recordar, que la catapultó a la medalla de plata en la prueba del solo técnico, la primera de las cuatro en las que tomará parte en la cita de Kazán. La actuación de Ona en la final, en la que se lanzó al agua cerrando la prueba, sin embargo, no dejó margen para las dudas. La doble medallista olímpica en Londres 2012 ejecutó su coreografía con maestría, a los acordes de la música de Requiem por un sueño, para demostrar su enorme madurez y disipar cualquier opción de la nadadora china.

Los jueces la premiaron con una espléndida nota de 93.1284, inalcanzable para la china Sun, mucha más limitada en sus desplazamientos en el agua y también en su expresividad, que se tuvo que conformar con la tercera plaza (91.5479). Lejos de ambas, inalcanzable como siempre, la rusa Svetlana Romashina, que defendía el título de Barcelona.

Erika Villaécija, por su parte se estrenó con una meritoria 10ª posición en la prueba de cinco kilómetros en aguas abiertas. La nadadora del CN Sabadell, que persigue la clasificación para los Juegos de Río 2016 en la modalidad de 10 kilómetros, completó la prueba en el río Kaznka con un crono de 59.15 minutos. La gallega María Vilas, que competía por primera vez en aguas abiertas, acabó la 24°.