Juan Carlos Apilluelo es eterno. Lleva 40 años haciendo deporte de alto nivel regional y continúa en la brecha. Él sigue feliz viviendo con su familia en Biescas corriendo a pie y en bici todos los días por las pistas del hermoso valle de Tena. Y parece que tiene cuerda para rato. Apilluelo sigue cosechando triunfos a sus 51 años. «Cada año disputo unas 15 carreras. Este año voy a ganar el Circuito Trango World de Carreras por Montaña que se celebra de abril a noviembre y el Circuito Comarcal de Carreras Populares, ganando en Gavín y Biescas y haciendo podio en casi todas», dice el corredor de los Grupos de Montaña Sabiñánigo en un bar de su Biescas natal.

Nunca ha tenido una lesión importante. El corredor del Mayencos tiene muy claro el secreto de su permanente juventud deportiva. «Todo se debe a la regularidad. Nunca he dejado de hacer deporte al mejor nivel posible, escuchando a mi cuerpo y tirando de experiencia. Cuando hay que levantar el pie, lo levanto. No hago entrenamientos bestiales y practico gran variedad de deportes como el esquí de fondo, la bicicleta, la carrera a pie y algo la natación».

El próximo sábado 26 de noviembre será un gran día para este deportista veterano. El Club Pirineista Mayencos de Jaca cerrará el 60 aniversario de su creación con su gala anual. Uno de los momentos más esperados será el homenaje que haga a este deportista multidisciplinar.

Juan Carlos Apilluelo nació en Zaragoza, pero lleva 28 años viviendo en Biescas. «Aprobé unas oposiciones de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y mi primer destino fue Monzón. El año siguiente me trasladaron a Biescas. Desde entonces trabajo en los embalses de Búbal y Lanuza», recuerda.

Cuando llegó a Biescas era todavía soltero. Pero enseguida conoció a una montañesa. Era Toña. Con ella, tuvo dos niños. Se llaman Pablo y Jaime. Apilluelo está feliz viviendo en su mundo, entre montañas y lejos de la gran urbe. «No tengo ningún mono de Zaragoza. Al principio sales de la ciudad y todo es complicado. Tuve la suerte de nada más llegar a Biescas ganar el Triatlón de Jaca. En el año 1988 entré en la selección nacional de esquí de fondo y hablé con mis jefes de la CHE para compatibilizar el trabajo con el equipo», afirma Apilluelo.

Sus inicios

Desde que tenía 11 años ya destacaba mucho en el esquí de fondo. «Guardo el trofeo con el que gané en 1978 en una prueba de esquí de fondo en el Balneario de Panticosa. Me lo dio el olímpico Emiliano Morlans». De todas sus victorias, se queda con una. «Fue el bronce en el Campeonato del Mundo de Triatlón de Invierno que se celebró el año 2000 en Jaca. Fue el cénit de este deporte. Podría haber sido olímpico si hubiera entrado esta modalidad en el calendario. Ya llevaba trece años siendo campeón de España y fui seleccionador nacional desde el 2003 al 2009», reconoce.

De todos los deportes que ha practicado, el que más le gusta es el atletismo. «La carrera a pie es lo que más me gusta y la montaña, donde más disfruto. Se varía la zancada, la posición del cuerpo». Y para Api la modalidad más dura que ha practicado es el maratón. «Es la más exigente física y psicológicamente. La preparación para hacer una marca de 2.30 supone un estrés tremendo y las semanas precedentes son agobiantes». Con 42 años hizo su mejor marca en los 42 kilómetros y 195 metros. «Hice 2.27 en el Campeonato de España del 2007 en Vitoria», afirma.

En los últimos años se ha volcado con las carreras por montaña. «Me encantan la Puyada a Oturia y las Crestas de Gavin y la Vuelta a los Oroses, que organizamos en Biescas». Esta especialidad se ha popularizado en los últimos tiempos, aunque Apilluelo fue un pionero. «Me acuerdo que hace años subíamos al Aneto y nos decían si estábamos locos. Ahora parece que no merece la pena ni ponerse las zapatillas. Hay cada vez más gente que compite y eso es bueno. Pero hacer carreras tan duras como las ultras va en detrimento de la calidad y el nivel medio ha bajado», afirma.

Ahora se plantea el deporte pensando en el día a día. «De año a año no sé lo que voy a hacer. Lo compagino con la familia y el trabajo, que es lo importante. Ahora no es lo mismo que antes, que me iba con mi mujer con todos los trastos a competir en la Copa del Mundo y de Europa a Alemania, Canadá, Suiza o Eslovaquia. Era aficionado y era muy sacrificada esa vida», concluye.