Acertaron de pleno los que decidieron no acudir a La Romareda ayer para ver un más que descafeinado duelo entre el Real Zaragoza y el Real Madrid que se resolvió en la tanda de penaltis a favor del conjunto zaragocista. Y fueron muchos los que tomaron tan sabia decisión. Sólo 4.000 espectadores a pesar de que la cita entraba dentro del abono para un trofeo que lleva el nombre de Carlos Lapetra y que ayer cumplió su XXXV edición como Ciudad de Zaragoza. Desde luego que el mejor futbolista aragonés de todos los tiempos no merece tan impropio espectáculo, con un partido que despertó un nulo interés antes y durante el mismo, porque los dos equipos estuvieron plagados de suplentes y la escasa expectación no invitaba en absoluto a los jugadores a emplearse a fondo en la cita.

Por si fuera poco, el Zaragoza tuvo una factura añadida en forma de lesiones de Celades y Cuartero. Como anunció, Víctor empleó un once lleno de suplentes, con sólo Oscar y Toledo como habituales en el once. Peor fue lo del Madrid, con muchos jugadores del filial y que vino sólo a cumplir el expediente y a salir corriendo para coger el AVE de vuelta.

WOODGATE, GAFADO Con todo eso --además de la reaparición de César Jiménez nueve meses después de su lesión--, el partido arrancó sin ritmo, con la invitación al bostezo para el espectador, salvo en alguna acción aislada de Sergio García y Cani, especialmente activos. Sin embargo la escasa afición se entretuvo en silbar a Guti, que sigue empeñado en pelearse con el mundo y con los árbitros, y en divertirse con Woodgate, que marcó en propia puerta tras una buena jugada de Sergio García para aumentar su leyenda negra.

No tardó el Madrid en empatar por medio de Helguera en un desastroso ejercicio defensivo del Zaragoza en un córner, que se repitió en el segundo gol, ya en la segunda mitad, pero esta vez marcado por Barral, uno de los pocos destacados en el Madrid junto a Balboa y De la Red.

La segunda parte, lejos de mejorar lo ofrecido, siguió acumulando escaso ritmo de juego e imprecisiones. Raúl Bravo, en un error garrafal, dejó que Generelo sacara su fusil para empatar el choque y así se llegó en los penaltis en los que Miguel, al detener dos, fue el protagonista. No fallaron Alvaro, Ewerthon y Milito, pero sí Guti para regocijo de la afición. Ese error se celebró más que el trofeo en sí. Por cierto, el 21 que consigue el Zaragoza en una historia de la que Lapetra es santo y seña. Y de verdad que no se merece esto.