Las buenas dinámicas traen siempre buenas noticias. Son la palanca que provoca el movimiento y el desarrollo de potencialidades ocultas en los malos tiempos. Cosas de la felicidad y sus maravillosos efectos en el ser humano. La alegría dispara el rendimiento. En este extraordinario 2018, el Real Zaragoza está viviendo en carne propia cuánto hacen crecer individualmente las rachas victoriosas y lo importante que es la satisfacción que generan para multiplicar la productividad personal.

El último ejemplo se ha dado en la mediapunta, ese puesto tan singular en el vértice del rombo del esquema de Natxo González, en el que situó a Febas en el inicio de esta resurrección para la historia de la estadística en Segunda, al que luego llegó Buff tirando la puerta abajo a base de taconazos, pases filtrados y magia entre líneas y al que, el sábado ante el Almería, se sumó Papu con una actuación estelar, mojando su felicidad en la salsa del gol. En buena dinámica, la competencia se redobla. Si uno deja estar, aparece otro. Y si no, un tercero.