La ocasión es de oro, posiblemente la más clara que nunca ha tenido Roger Federer desde que ganó el primero de sus siete Wimbledon en el 2003. El campeón de 18 Grand Slam, el número 1 indiscutible durante 302 semanas, el tenista de los 10.000 aces, afronta la 12ª semifinal en su jardín (nuevo récord, superando a Jimmy Connors, con 11) sin tener enfrente a ninguno de los jugadores que le han amargado su dulce vida en estos años, como Nadal, Djokovic o Murray.

El checo Tomas Berdych (número 15) será hoy el primer rival en su camino por el octavo título y, si lo supera, en la final le esperarán o el croata Marin Cilic (6º) o el estadounidense Sam Querrey (28º). Federer es el único de los cuatro que aún no ha perdido un set. Distendido, feliz y tranquilo tras vencer a su verdugo del año pasado, Milos Raonic, Federer confía en recuperar un trofeo que levantó por última vez en el 2012. «Me siento mucho mejor preparado», explicó el suizo, a punto de cumplir 36 años (el 8 de agosto) y que renunció a la gira de tierra para reservarse. «Este año soy un jugador de tenis normal de nuevo y me puedo concentrar en las tácticas. Creo que esa es la diferencia. Estoy jugando muy bien, estoy descansado y fresco, y me siento con confianza. A partir de ahí todo lo bueno puede suceder», dice.

A Berdych, su rival de hoy, le ha ganado en 18 veces de 24 aunque el checo le eliminó en Wimbledon en el 2010 en cuartos (6-4, 3-6, 6-1, 6-4). La otra semifinal entre Cilic y Querrey se presenta con menos glamur pero será un espectacular duelo de sacadores en busca de su porción de gloria: el californiano (126 aces), para igualar a su compatriota Andy Roddick, último finalista estadounidense en el 2009; y el croata (105 aces), para suceder a Goran Ivanisevic, cuatro veces finalista y la última de ellas campeón (2011). La última vez que jugaron en Wimbledon, hace cinco años, mantuvieron un combate épico que finalizó con victoria de Cilic en el quinto set.