Manolo Jiménez entró en la historia del AEK el domingo al conquistar el título de Liga tras 24 años sin ese éxito en un club que lo ha conseguido en 12 ocasiones. El exentrenador del Zaragoza, artífice aquí de una salvación milagrosa en la 11-12 y que vivió el descenso a Segunda el curso siguiente, vive en el club griego, con el que ya conquistó la Copa en el 2011, sus mejores días en el banquillo. «Este título es similar en dificultad al logro de mantener la categoría en Primera allí, cuando estábamos a 11 puntos de la salvación. La vida me sonríe en los banquillos. Salvo la nefasta segunda vuelta en el descenso, el resto de años, con el Sevilla Atlético, el Sevilla, el AEK y el Zaragoza, fueron buenos. Había que culminarlo siendo el mejor en la regularidad, ya lo logré en Catar (Al Rayyan), pero ahora conseguirlo en Atenas supone una alegría tremenda y refuerza todo el trabajo hecho».

El título tiene más valor por la supremacía histórica reciente en los anteriores 23 años del Olympiacos (19 títulos) y el Panathinaikos (4) y por el poder económico del PAOK. Y el AEK lo ha hecho con una plantilla con muchos jugadores griegos y con futbolistas conocidos de su paso por España, como Erik Morán, Masoud, Araujo, Livaja o Chigrinsky. «Haberlo logrado ante presupuestos mucho más elevados como los de Olympiacos y PAOK, a los que todos daban de favoritos, tiene mucho valor. Me he rodeado de jugadores, excepto Erik, que es un gran proyecto de futuro por su calidad, aunque hay que tener paciencia con él, que han dado equilibrio a la mucha juventud de la plantilla. De los equipos que aspiraban al título, éramos el que más jugadores griegos tenía, siempre seis o siete en el once. Y muchos que venían de Tercera, porque este club estaba ahí hace muy pocos años».

El AEK le saca ocho puntos de ventaja al PAOK cuando restan dos jornadas, toda vez que Apelación ratificó ayer las sanciones contra este club cuando su presidente, Iván Savvidis, saltó al campo con una pistola y amenazando al árbitro en el duelo ante el equipo de Jiménez. Aquel episodio dio la vuelta al mundo y puso en evidencia a la competición griega: «Cosas como esa hacen que se valore todavía más este título. En el fútbol se tiene que ganar por merecerlo y los que quieren imponer su ley tienen que estar fuera de este negocio. Y no solo el presidente del PAOK, sino muchos más, gente como el que era el propietario del Zaragoza (Agapito Iglesias) que contribuye a destruir el fútbol. Cuando hablas en el campo, este deporte es grandísimo. Son las personas que no aceptan el fútbol como deporte ni acatan sus leyes las que no deben estar dentro».

Le viene a la memoria a Jiménez todo lo que vivió en el Zaragoza con Agapito. «Los zaragocistas merecen tener un equipo en Primera y que no haya ningún otro loco que destroce las ilusiones de esa afición. El propietario del Zaragoza tuvo la culpa de que yo perdiera la ilusión por trabajar en España, por cómo me tuvo engañado. No se podían hacer peor las cosas. Sigo pensando en que me volveré a encontrar con el Zaragoza. Me hubiera gustado devolverlo a Primera y ojalá lo logre ya Natxo González, que está haciendo un gran trabajo para volver a situar al club en la élite, luchando por ir a Europa».

Lógicamente ese reencuentro entre Jiménez y el Zaragoza tendrá que esperar un tiempo. Acaba contrato en junio y el AEK quiere que siga en el club. «La lealtad y la honradez son fundamentales para mí. Primero me sentaré con ellos, mi agente está en conversaciones y a ver si seguimos caminando juntos. Aquí me siento fenomenal, vamos a jugar la Champions y esto es muy importante, aunque también lo es el proyecto que se pueda diseñar», relata.

Por ahora, Jiménez sigue como un zaragocista más la realidad del conjunto blanquillo en Segunda: «Lleva una reacción muy positiva en la segunda vuelta y, cuando se va de menos a más, acabas entrando en los objetivos al final. Hay muchos equipos en la pelea pero el Zaragoza está en una dinámica muy buena, excepto por el tropiezo con el Sevilla Atlético. Lo veo fuerte mentalmente y eso es básico».