Hace un tiempo ya, Jesús García Sanjuán creó un grupo de whatsapp con todos los compañeros que forman parte del equipo que ganó la Recopa de Europa en 1995. La imagen del clan de los héroes de París es Fernando Gabriel Cáceres subido al larguero de la bendita portería del Parque de los Príncipes donde Esnáider y Nayim lograron los goles que elevaron al Real Zaragoza al lugar más célebre alcanzado jamás. No es casualidad. Aquella reacción del Negro fue insólita incluso para quienes lo querían y conocían bien. Por eso y por mucho más fue la elegida.

Hubo otras estampas imborrables, claro. Las lágrimas de Gustavo Poyet gritando "mamá". O Miguel Pardeza recogiendo el trofeo con la medalla entre los dientes representan bien lo que fue aquella noche delirante. Cualquiera de las de Nayim valdrían. O el malogrado Sergi y su altavoz contando el cómo fue el después. Se diría que las circunstancias, la desgracia en forma de bala, contribuyeron a la elección del icono. Han servido, desde luego, para conocer mucho más al Negro, para saber que sus compañeros lo idolatraban por su particular forma de ser, por su socarronería, por sus reservas, por su sonrisa, por su condición de amigo incondicional. Todos, casi todos, explican aquí los recuerdos, la persona.

Un profesional íntegro y honesto, un trabajador silencioso, un central impecable, poco amigo de alharacas como aquella. Por eso chocó ese festejo entre sus compañeros, que ahora rebuscan hueco entre sus vidas, más o menos ajetreadas, para rendirle homenaje en vida al que muchos consideran uno de los responsables directos de que el zaragocismo tocara el cielo junto al Sena. Empezando por la portería, Andoni Cedrún lo recuerda como un central muy completo. "Era un notable en todo, por arriba, en anticipación, en la salida de balón... Él sabía lo que tenía que hacer, siempre muy seguro. Era tranquilo, pero si hacía falta crear tensión en un momento, lo hacía. Sabía marcar los tiempos. Además, se cuidaba mucho. Hacía pesas y se preocupaba por la alimentación, lo que entonces no era tan normal. Es decir, era un profesional 100%, una roca", dice el guardameta, que ve en el hombre "una persona muy tímida pero muy coherente en sus palabras", un colega que tenía "siempre una palabra acertada para apoyar al compañero".

Por ahí van las palabras de los otros dos cancerberos que estuvieron en la temporada 1994-95. Juanmi, titular hasta semifinales, vio la final en la grada por una lesión. "Era introvertido, pero un buenazo. Todo lo que tenía, te lo daba, siempre dispuesto a ayudar, a dejarse la vida por ayudar a cualquier niño". Fue así durante aquellos años de gloria, con esa distinción entre la imagen del campo y la de la reunión de amigos. "Parece serio, pero es un tío muy alegre. En los momentos malos siempre animaba y no aceptaba que estuviéramos cabizbajos por la derrota. Es muy positivo", señala Pepe Belman, que estuvo en el banquillo de París y ahora trabaja para el cuerpo técnico del Santos Laguna, un equipo mexicano. Va más allá: "Tengo la impresión de que es unos de los mejores centrales que ha tenido este club".

A su derecha se movió habitualmente Alberto Belsué, un espectáculo por la banda durante aquellos años. Ni siquiera Cafú fue capaz de quitarle el lugar al aragonés, otro enamorado de Cáceres. "Sabía qué hacer en cada momento: cuándo tenía que salir, cuándo echar al equipo atrás, en qué momento animar, cuándo dar órdenes. Era un central de una jerarquía espectacular, con mucho dominio de todas las situaciones de partido". No solo eso. Se podía contar con él fuera del campo. "Es una persona muy cariñosa, muy entregada. Considera la amistad un valor por encima de todo".

Desde el otro lo veía Jesús Solana. "Era todo corazón. Tenía mucha raza, era duro, fuerte, un gran defensa. Era muy serio en el campo, muy completo y siempre muy concentrado. Uno de sus grandes valores era que cometía muy pocos errores", dice el Chucho, que desvela un sentido poco conocido. "Tenía un humor característico. No aparenta lo gracioso que es, muy irónico".

Corrobora Xavi Aguado este aspecto. "Siempre ha sido callado pero muy sarcástico. El año pasado me dijo: 'Si estoy así ahora es porque no paraba de correr por ti'. Ese es su humor", explica el capitán que tanto conoce al Negro. Formaron un tándem perfecto, una pareja que fundía sus virtudes en el juego para mejorarse. "Tenía un gran sentido táctico. Seguramente no era un 10 en nada. Lo que pasa es que era un 8 o un 9 en todo y nunca cometía errores graves. Nos entendimos muy bien desde el principio. Con una mirada prácticamente nos decíamos todo", explica el catalán, que lo ve como "un líder en la sombra que siempre intentaba ayudar al compañero, siempre".

Por delante estaba Santi Aragón, el talento del que nacía el fútbol. "Te contagiaba esa fuerza y esa energía. Era competitivo como buen argentino, contundente y con valores, pero tenía dosis de equilibrio entre unas cosas y otras. Transmitía mucha seguridad en el campo y siempre tenía una voz de aliento para el compañero".

Una anécdota revela su carácter. Y el del malagueño, de paso. "Recuerdo mucho sus primeros días porque yo era el encargado de recogerlo con el coche. Era muy tímido, como yo. Desde el paseo Ruiseñores hasta la Ciudad Deportiva cruzábamos cuatro palabras: hola, buenos días y poco más. Así estuvimos un mes. Luego, con el tiempo, nos hicimos amigos y tengo una excelente opinión de él como persona".

Lo repite Gustavo Poyet, con quien tantos asados argentinos compartió. "Como persona es un espectáculo. Los que lo conocíamos bien sabíamos que era un tipo muy abierto, aunque fuera reservado con los demás", dice el técnico del Sunderland, que ayer derrotó nada menos que al súper poderoso Manchester City defendiendo casi tan bien como lo hacía Cáceres. "Su llegada nos cambió la forma de jugar atrás. Leía muy bien el partido y se adaptó a Xavi".

¿Y Nayim dónde está? En Dubai. "Lo malo es que no puedo salir de aquí hasta que no me den el pasaporte con el visado de residente de los Emiratos. No podré estar el miércoles. Estaré informado por el whatsapp del grupo, con su imagen subido al larguero de París. Hay muchas, claro, pero es que esa es tan simbólica, es tan de Fernando, que es ineludible".

Sí estarán Higuera y Pardeza. "Su fortaleza física le ha podido ayudar a recuperarse, pero es que mentalmente es igual. Estaré encantando de verle en su homenaje el miércoles", dice el Paquete, al que acompaña el director de fútbol del Real Madrid. "Cáceres tiene un carácter y una alegría muy contagiosas. Era un central extraordinario. No muy alto, pero de una intuición tremenda, lo mismo que su capacidad de concentración, que era fuera de lo común. Hablamos de un defensa muy completo y de un tipo tranquilo, afable y muy divertido, con un humor muy somarda, muy aragonés pese a que él no sea de aquí".

AMIGO COMPLETO

Uno de sus grandes amigos fue y es Juan Esnáider. "Como persona es alguien de una honestidad tremenda y un tipo muy cercano, muy amigo de sus amigos. Como jugador era muy ordenado, y agresivo cuando lo tenía que ser. Era muy completo, de lo mejor que yo he conocido de central", dice el argentino, héroe de aquel torneo con ocho goles hasta que apareció la parábola de Nayim.

Hubo más. En la grada, en el banquillo, a ratos en el césped. "No era el que más hablaba ni el que más gritaba en el campo, pero actuaba con el ejemplo. El gol que le metió al Barça el día del 6-3 en La Romareda refleja perfectamente lo que era. Era eso, un líder silencioso que empujaba a los demás desde atrás", dice García Sanjuán, que viajó a su lado en aquel avión que regresó de París a Zaragoza para ver cómo estallaba una ciudad. "Después de la noche que habíamos pasado, creo que no cruzamos ni una palabra en todo el vuelo. Era lo de menos. Él lo decía todo con la sonrisa", explica el zaragozano, con el que coincide José Aurelio Gay. "Era tímido y hablaba poco, pero sonreía mucho y tenía un humor espontáneo, tan sorprendente como cuando se puso a cabalgar por el larguero".

Fue antes de llevarse la copa a su habitación para dormir con ella. Y con Geli, su compañero, que salió para tirar uno de los cinco penaltis que no permitió Nayim. "Ha pasado por una situación muy delicada y de la que mucha gente no sale adelante, pero Cáceres tiene corazón y fuerza para superar todas las adversidades", cuenta el cántabro.

Hay más. Loreto, ahora técnico del Ejea, dice que es uno de los futbolistas "más comprometidos que ha tenido el Zaragoza". Y dos que no podrán estar, Darío Franco y Óscar Luis Celada. "Un portento en todos los sentidos", dice el doctor. "El mejor", remata el argentino.