«No nos gustan los planes de Liberty Media para la F-1. No queremos estar en una especie de Nascar global. Y si no nos gusta, nos iremos». La frase de Sergio Marchionne, el presidente de Ferrari, puede sonar fuerte, pero es una más en el mismo sentido de la Scuderia durante los 30 últimos años. Liberty, los dueños actuales de la F-1, han lanzado una propuesta sobre el reglamento de motores que entraría en vigor en el 2020, que supone una estandarización de algunas partes de los propulsores para abaratar costes e igualar la competición.

Pero ni Ferrari, ni Mercedes, ni Renault, los tres motoristas fuertes del campeonato, lo ven con buenos ojos. Ferrari ha levantado más la voz que el resto, aunque eso tiene que ver también con el trato especial que la F-1 les ha dado históricamente -y que podrían perder- y, sobre todo, de la frustración por no ganar.