Alcañiz es una localidad en la que se mima el deporte. La oferta es muy numerosa y los niños pueden elegir entre el judo, la natación, el baloncesto y el voleibol, mientras que el atletismo con el Tragamillas está de moda tras haberse inaugurado el año pasado una pista de tartán. Pero, como no podría ser de otra manera, el deporte rey en la villa del Bajo Aragón de 16.000 habitantes es el fútbol.

La entidad que más practicantes aglutina es el Alcañiz Club de Fútbol. Presidido por Miguel Ángel Domingo, cuenta con 200 jugadores encuadrados en 12 equipos, siendo la punta de esta estructura el equipo de Regional Preferente. El director técnico es Ángel Espejo. «Aquí la filosofía es formativa. Los objetivos de los resultados y las clasificaciones no son la prioridad. Salvo en los juveniles, pensamos más en educar y formar. Y con estos, la intención es escalar a la Liga Nacional a medio y largo plazo», explica Espejo.

En todas las categorías escolares cuentan con dos equipos. «El conjunto A está un punto por encima en juveniles, aunque el cadete B tiene muy buena pinta y tira muy fuerte. No buscamos la cantidad, sino mejorar lo que tenemos». Hace tres años se llevó a cabo una reestructuración en el club. «Hubo un cambio de cargos en la entidad y nos va muy bien. Antes se hacía una guerra de guerrillas dentro del club. Y ahora se planifican bien las cosas».

Junto al Alcañiz Club de Fútbol hay otras dos entidades futbolísticas en la localidad turolense. «Son el Sporting Alcañiz, que tiene un equipo en Primera Regional, pero no tiene fútbol base. Otra es la Escuela de Fútbol Base Bajo Aragón y tiene 100 niños. Somos independientes, pero tenemos un acuerdo de colaboración con ellos y hay una buena relación. No invadimos sus espacios de benjamines para abajo. Y cuando llegan a benjamines pueden pasar a formar parte de nuestra estructura», dice Espejo.

Junto a la relación con la Escuela de Fútbol Base, la captación se realiza de otras maneras. «Con las redes sociales se llega a todo el mundo. Además, en verano realizamos unas jornadas de puertas por medio de un campus. No hay limitación para apuntarse y vienen hasta medio centenar de niños». Uno de los hándicaps es el de la limitación de su crecimiento. «Compartimos todos el campo municipal de hierba artificial. Solo se entrenan tres días a la semana los juveniles y, el resto, dos días. Eso afecta. Además, las pistas las ocupan el fútbol sala, el balonmano y el baloncesto».

Es muy diferente el fútbol en Zaragoza que lo que se mueve en localidades más pequeñas de Teruel. «Aun con todo, conseguimos hacer equipos competitivos. En Zaragoza tienen la posibilidad de seleccionar y hacer filtros y es un mercadillo quitándose jugadores. Nosotros tenemos buen nivel hasta que llegamos a infantil. Después la Liga es menos competitiva y en localidades como Calamocha, Utrillas o Monreal completan equipos rellenando», afirma.

Otro gran problema son los desplazamientos hasta Zaragoza. «Son muy costosos y hay que hacer madrugones. Es hora y media a Zaragoza, pero ya estamos acostumbrados. Los alevines tienen una Liga con 16 equipos de Zaragoza y uno de Ejea...», explica.

Un capitulo importante es el del papel de los padres en la entidad. «Los formadores, entrenadores y padres forman una cadena formativa. Les hacemos ver que el fútbol es diversión y crecimiento educativo para sus hijos. Desde la grada no se puede potenciar la tensión con gritos. Les advertimos que esos episodios no se pueden dar y pueden acarrear consecuencias», concluye Espejo.