La era de Willy Villar en el CAI Zaragoza concluyó ayer, siete años después de que el director deportivo canario aterrizara en un club descendido y sin rumbo. Llegó junto a José Luis Abós como entrenador y Pedro Enériz como gerente para marcar una línea de trabajo que ha hecho del CAI lo que es hoy en día. Villar había firmado hace dos años su última renovación con el CAI hasta junio del 2017 pero ambas partes pusieron fin a esa relación de mutuo acuerdo acogiéndose a una cláusula del contrato que expiraba ayer, 30 de junio, entendiendo que ha terminado un ciclo. Cuando llegó el CAI había descendido como colista pese a gastarse más de tres millones de euros en la plantilla. Hoy el CAI es un equipo asentado en ACB que ha disputado Copa, playoff y Eurocup.

La decisión se tomó el miércoles con cierta sorpresa porque el consejo de administración decidió el martes que Villar cumpliera su contrato hasta junio del 2017, pero se viene gestando desde hace varios meses. En concreto desde la derrota del equipo en Trento el 1 de marzo en el partido de vuelta de los octavos de final de la Eurocup. Una derrota que dolió especialmente en el seno del club, consciente de la gran oportunidad que el equipo había dejado escapar, y que venía a confirmar que la temporada que tan torcida había empezado ya no iba a enderezarse de ninguna manera.

CAMBIO DE RUMBO En ese viaje el presidente del club, Reynaldo Benito, informó a Willy Villar de la precaria situación económica de la SAD, que hoy arrastra, de la ampliación de capital que la junta de accionistas acababa de aprobar a finales de febrero, de la falta de liquidez que le esperaba al club y de un futuro de estrecheces que iba a modificar el rumbo del proyecto tal y como se conocía. Si hasta ese momento crecer y mejorar era ya complicado, a partir de ahora iba a ser poco menos que imposible.

Todo eso unido al propio desgaste personal y profesional sufrido por Villar a lo largo de los años en el club le hicieron plantearse más que seriamente la opción de dejar el CAI Zaragoza a final de temporada. El director deportivo tenía asumido que su ciclo llegaba a su fin y tampoco entraba en sus planes agarrarse al contrato firmado sin más. Villar necesitaba también nuevas ilusiones, sentirse capaz de llevar al CAI Zaragoza a una nueva etapa en su crecimiento, algo cada vez más complicado tanto por la propia evolución del equipo todos estos años como por la precaria situación económica.

Desde marzo Willy Villar tenía claro que iba a dejar el club al final de la temporada. Sin embargo, Reynaldo Benito puso todo su empeño personal en convencer tanto al director deportivo como al consejo de administración para que continuara la relación. Consiguió ambas cosas, con duras disputas, y el martes el consejo aprobó su continuidad. Villar se puso entonces en contacto con Andreu Casadevall, que viajó a Zaragoza para empezar a tratar tanto la renovación del entrenador como la configuración de la nueva plantilla.

CLIMA DE DESCONFIANZA Pero la historia, que ha vivido decenas de capítulos estos meses, aún tenía otro más. En la tarde del miércoles, tras haberse reunido con Casadevall, Villar volvió a su decisión inicial: marcharse del club y volver a Mallorca, donde tiene su casa. Ayer era la fecha límite para poder ejercer la cláusula de rescisión del contrato que le unía hasta el 2017 y a media tarde el club informó del acuerdo alcanzado por ambas partes para poner fin a su vinculación. En el comunicado, el CAI le agradece su labor y le desea suerte en el futuro. El presidente Reynaldo Benito comparecerá hoy para explicar la situación en la que queda el club.

El CAI Zaragoza cerró así los siete mejores años de su historia, a pesar de que la temporada pasada fue la peor de este ciclo, con cambio de entrenador incluido. En los seis anteriores la entidad cumplió sus objetivos deportivos siempre, en muchas ocasiones incluso con creces. Unos años en los que Willy Villar no lo ha tenido fácil, puesto que prácticamente desde los primeros meses en los que llegó --igual que le sucedió a Abós-- ha tenido que trabajar en un clima de desconfianza y animadversión procedente de una parte del consejo de administración y del club.

Sin embargo, la estructura organizada por Reynaldo Benito con Pedro Enériz en el área económica y Villar y Abós en la deportiva se hizo fuerte y dio sus frutos. El equipo no solo volvió a la ACB de manera inmediata y se asentó en la máxima categoría, dejando atrás los oscuros años de la LEB como un mal sueño, sino que además puso orden en las cuentas después de varias temporadas en las que el gasto se había disparado sin conseguir los resultados deseados. El balance de las siete temporadas de Willy Villar al frente de la dirección deportiva no puede ser más positivo. Basta con repasar los jugadores que han pasado por el CAI, la caja que el club ha hecho con ellos y, sobre todo, los resultados deportivos. Hoy esa estructura montada en el 2009, Enériz, Villar y Abós, se encuentra ya completamente desmontada.