Tenía que ser el día de Francia en Londres y lo fue, pero por otros motivos. La capital inglesa esperaba que el pertiguista Renaud Lavillenie consiguiera por fin, al quinto intento, el oro que le falta, el de un Mundial. Pero, por quinta vez, tropezó en la misma piedra y el plusmarquista mundial (6,16 metros) se tuvo que conformar con el bronce que ya logró en el 2009, 2011 y 2015, y ni siquiera llegó a la plata del 2013. Unos minutos antes, el mediofondista de 25 años Pierre-Ambroise Bosse acudió al rescate del país galo y logró una sorprendente victoria en los 800 metros, el primer oro para Francia en este Mundial y el 11º de su historia.

Bosse, con unos 300 metros finales esplendorosos, dejó atrás a los africanos (el keniano Kipyegon Bett salvó el honor con un bronce) y al polaco Adam Kszczot para hacerse con un inesperado oro, en ausencia del dominador de los últimos años, el keniano David Rudisha.

Mientras, en el pasillo de pértiga, se dilucidaba una batalla sin cuartel en la que Lavillenie fue siempre a remolque. Al final, se vio obligado a intentar saltar 6,01 para conseguir el oro, porque el estadounidense Sam Kendricks ya había franqueado los 5,95 y arrastraba menos nulos. El francés falló en tan suprema altura y quedó tercero, por detrás también del polaco Piotr Lisek, segundo con la misma marca que el francés (5,89). Sam Kendricks sumaba su 11º victoria en este 2017 en el que está invicto.

Kenia perpetuó su dominio en los 3.000 obstáculos (lleva 13 títulos mundiales de 16 posibles), pero no arrasó como otras veces (lleva tres tripletes). El campeón olímpico Conseslus Kipruto se impuso al esprint.