Reus (meta de la sexta etapa de la Volta) siempre ha tenido una relación muy especial con París y Londres; con el París del Tour y con la capital británica de Chris Froome, el tricampeón de la ronda francesa, que este sábado, incomprensiblemente, mal colocado, él y todo el todopoderoso Sky, con Mikel Landa abandonando por el camino, se apeó del podio de la prueba catalana, para perder más de 20 minutos y atravesar la meta con cara de pocos amigos.

Con su pendiente negro en la oreja, su bigote todavía con pocos pelos, su cuerpo espigado y delgado, con cierta timidez (la que olvida en la fraternidad del Movistar, cuando se deja ir con los compañeros) Marc Soler, la revelación de la Volta, tomó el puesto del podio cedido por Froome y se instaló un peldaño más abajo de Alberto Contador --siempre ahí, sin conformarse y hasta decidido a atacar, como ayer en La Mussara-- y de su jefe de filas Alejandro Valverde, incontestable y en un estado de forma brutal, tanto que hasta se permitió pelear por la victoria de la etapa al esprint, donde solo fue derrotado por el velocista sudafricano Daryl Impey.

De Tortosa a Reus, cuando ciertas lecturas podían interpretar una etapa sin emoción, con un pelotón lanzado, Froome se situó demasiado rezagado, demasiado alejado de una cabeza de carrera donde estaban todos... menos él. Y, de forma parecida a lo que sucedió en la Vuelta en la sensacional etapa entre Sabiñánigo y Formigal, cuando Contador atacó de salida y Nairo Quintana, atento, se marchó con él, el británico de Kenia se fue abriendo hasta entregarse, hasta olvidarse de la pelea por la Volta. Y por una veintena de segundos salvó la humillación de llegar con el control cerrado. 47 corredores quedaron eliminados. Solo 115 disputarán este domingo la última etapa, en Montjuïc (llegada a las 14 horas, entrada al circuito a las 12.45 horas).

Y allí estará Soler para deleitarse por primera vez con el sabor a Marc de champán que induce su nombre, la perla no solo del Movistar, no solo del ciclismo catalán, del español, sino del mundial. Actuará de nuevo con sosiego,como si no quisiera romper ningún plato de la Volta. "Yo estoy aquí para ayudar a Valverde pero está claro que no puedo esconder la tremenda ilusión que me hará subir al podio de la Volta, la carrera de casa".

Eusebio Unzué, el mánager de su equipo, José Luis Arrieta, su principal director, Valverde, el jefe en ruta, y Àngel Edo, su representante, rebosan felicidad. Pero todos, todos, incluidos los consejos en carrera de Valverde -- "es como un profesor", dice Soler-- quieren que crezca con calma. A los 23 años, a diferencia de Quintana, quien a su edad ya fue segundo del Tour, no está formado. Debe seguir creciendo y este año (aunque existe alguna duda con la Vuelta) las tres grandes no tocan. Ahora descansará hasta el Tour de Romandía, a finales de abril, para retornar después en el Critérium del Dauphiné o en la Vuelta a Suiza. Hay Soler para muchos años, para muchos Tours --se le ve la misma clase que a Contador cuando ganó la Setmana Catalana en el 2005-- pero como el Marc de Champán, sabor a Tour, debe destilarse en buenas condiciones para beberse después pausadamente, sin prisas, y saboreando todo su aroma.