En la hucha de la Fundación 2032 no respira un euro. El mercado tiene peores intenciones que Cruela de Vil. Las limitaciones salariales frenan cualquier sueño de grandeza en los refuerzos de invierno. Los clubs de los futbolistas pretendidos exigen que se cubra una cantidad imposible por la cesión. Los jugadores deseados en libertad desestiman venir en cuanto escuchan la cantidad que se les ofrece por sus servicios temporales. El Real Zaragoza está inmerso en plena carrera por ampliar una plantilla que se le ha quedado corta y no hace más que tropezar en la misma piedra: su campo de acción está condicionado por asfixiantes nudos económicos.

Pero en el camino de los bienintencionados no solo hay un obstáculo, sino otros que afectan a la capacidad negociadora, al instinto deportivo, muy chato para la mayoría de esta directiva principiante, a un universo laberíntico que en nada se asemeja al de la gestión empresarial convencional. La afición les agradecerá eternamiente que salvaran al club con sus nombres ilustres y que trabajen por él para reducir el estimable grosor de las deudas. Sin embargo, suspenden con nota alta en cuanto salen al bronx, a esa realidad paralela donde gobierna la picardía, la capacidad de reacción y seducción, las relaciones... Les falta ese personaje de corteza dura y reconocido prestigio y les sobra distanciamiento con las crisis del fútbol, que de un día para otro mutan de amenaza de lluvia a devastador tornado. La inteligencia y la bondad no eximen de la torpeza ni del error. Ni de las tensiones internas, que las hay.

El Real Zaragoza necesita muchas cosas. En primer lugar un delantero y en segundo un par de centrocampistas para dotar al conjunto aragonés de juego exterior y de fútbol. Hasta vendría genial un central. Sin duda, también es de obligado complimiento el relevo inmediato en el banquillo, donde Ranko Popovic sobrevive a los resultados a la espera de que la diosa fortuna le sonría este domingo. Si gana a la Ponferradina, seguirá una semana más. Si puntúa después en San Mamés con el Bilbao Athletic, se perpetuará sin desprenderse de su incapacidad para dirigir a un equipo de estas dimensiones aun venido a menos en la competición. Pan para hoy y mucha hambre para mañana con el objetivo del ascenso directo de por medio. En caso contrario, el serbio pasará a la historia y vendrá otro que ¿mejorará su trabajo? Se supone que sí, pero de regreso a los puntos de partida de la falta de capital y de la insuficiencia para acertar bajo presión, es como para echarse a temblar.

Con Viguera y Sola, entre otros muchos, cerrándole la puerta, el Real Zaragoza insiste en ese delantero que mejore por mucho las prestaciones de Ángel y Ortuño. La prioridad es el gol, pero el gol no es barato. Por lo tanto, según la línea establecida, improvisada o pendiente de un patrocinador de campanillas, el refuerzo arriba será el que caiga del limbo o del infierno, un ariete que tendrá condición de titular pero que en tres semanas podría estar en la reserva. Nadie cuestiona la habilidad de la Fundación y sus integrantes en los despachos, pero fuera de la mesa de roble y del sillón Le Corbusie les puede golear el más bisoño aprendiz de carterista.