El futuro del Basket Zaragoza 2002 está en el aire. En los próximos meses puede no pasar nada o transformarse radicalmente el escenario actual y producirse desde un cambio accionarial que mude el club de manos hasta, en el peor de los casos, la desaparición de la entidad. Ahora mismo todo está pendiente de la ampliación de capital aprobada en la Junta General de Accionistas del pasado 21 de diciembre por valor de 1.500.000 euros. El plazo inicial para que acudan los accionistas actuales concluye a finales de este mes y, a partir de ahí, se abrirá otro para que entre capital externo, verdadera razón de ser de esta convocatoria.

Desde el mismo momento de su aprobación, el club tiene asumido que los accionistas actuales no van a cubrirla. En el 2016 se planteó otra ampliación de 600.000 euros de los que solo se cubrieron 300.000, al acudir la mitad de los accionistas, por lo que ahora no se va a alcanzar una cifra tres veces mayor. Por lo tanto, es una puerta abierta a que entren nuevas empresas o empresarios e incluso instituciones, quienquiera que desee apostar por la continuidad del baloncesto de élite en Zaragoza.

El motivo de la convocatoria de una ampliación no es otro que el de inyectar dinero a las arcas de la sociedad anónima, que ha visto descender sus ingresos progresivamente en las últimas temporadas. Y los accionistas actuales, los más activos en ese sentido con Reynaldo Benito a la cabeza, se sienten solos y cansados de tener que sostener a pulso el proyecto mientras van perdiendo ayudas y retribuciones varias, por lo que si no reciben apoyo en este llamamiento de ayuda pueden optar por arrojar la toalla.

La Ley de Sociedades Anónimas establece que «el plazo para el ejercicio del derecho preferente no podrá ser inferior a un mes desde la publicación del anuncio de la oferta». En este periodo los accionistas pueden suscribir la parte proporcional de las acciones que poseen y a partir de ese plazo, si la ampliación no se ha completado, los accionistas actuales pueden suscribir la cantidad que quieran o puede abrirse la entrada de nuevos socios.

Basket Zaragoza 2002 posee actualmente trece accionistas, incluidas la propia sociedad y la fundación del club, ambas sin derecho a voto. Antes de la última operación acordeón, la Fundación poseía el 24% de las acciones, Centro Inmobiliario RYC (de la que es propietario Reynaldo Benito) el 18% e Ibercaja Banco, el 14%. El resto de accionistas poseían menos del 10% de los títulos. Estos son Prefabricados Tecnyconta, la empresa de Emilio Garcés, Juan Forcén, Alberto Sainz, Roberto Machín, Agustín Lalaguna, Salvador Pineda, Cerámicas Casao, Tervalis y Turol Trading. La posible entrada de nuevas empresas o empresarios modificaría este reparto y, por tanto, alteraría el control del club, que puede cambiar de manos.

UN MILLÓN DE DEUDA

El club aragonés necesita nuevos ingresos para hacer frente a la deuda acumulada y para mantener un proyecto que cada curso pierde aportaciones económicas. La cifra de negocio de la entidad se ha ido reduciendo hasta situarse en la actualidad en torno a los 3.500.000 euros, pero esos ajustes no han evitado que sigan produciéndose pérdidas. Los dos últimos cursos se han cerrado con saldo negativo: 697.000 euros el 2015-16 y 140.000 euros el 2016-17, el último. Se trata de unas pérdidas que el club achaca no a una mala gestión sino a incumplimientos de terceros, pero que en definitiva solo hacen aumentar la deuda acumulada.

Al cierre del ejercicio pasado la deuda total del club se situaba ligeramente por encima del millón de euros (1.143.000 euros), de los que 130.000 eran deudas a largo plazo, 694.000 a corto plazo con entidades de crédito y 317.000 euros, otros pasivos financieros. Es decir, que el grueso de la deuda la tiene con Ibercaja Banco, que es quien la ha ido financiando a lo largo de los años. Cada temporada la SAD destina una parte de su presupuesto a pagar esa deuda.

En las últimas campañas el club ha visto reducido sus ingresos desde varios frentes, comenzando por el patrocinador principal, que pasó de ser CAI a Tecnyconta, y continuando por las instituciones públicas, que han modificado sus concesiones (de 1.400.000 en el 2011 a 831.000 en la última convocatoria de la DGA) y las formas de pago. Pese a que el volumen de negocio también ha disminuido en los últimos cursos hasta en un 45% con respecto al año 2013, el club continúa acumulando pérdidas que tienen que ser sufragadas por una parte de los accionistas.

OPERACIÓN ACORDEÓN

El año pasado la SAD vivió una operación acordeón para salvar las cifras. En el 2016 se planteó una ampliación de capital de 600.000 euros para cubrir las pérdidas de la temporada, pero solo se consiguieron 300.000. Esto obligó en el 2017 a una reducción de capital porque el patrimonio era inferior a la mitad del capital social, lo que es motivo de disolución según la Ley de Sociedades Anónimas. El 30 de marzo del 2017 quedó registrado en el BORME (Boletín Oficial del Registro Mercantil) una reducción de 1.042.800 euros que dejaba el capital social en 1.597.200 euros. Aun así, para evitar la disolución, algunos accionistas emitieron créditos participativos para aumentar el patrimonio neto en 400.000 euros.

No era tampoco la primera ocasión en la que se recurría a esta figura legal para aumentar el flujo económico en la sociedad. En el 2003 se convocó una ampliación de 292.000 euros que aumentó el capital social hasta los 360.700 euros. En el 2005 fue de 194.000 euros para alcanzar los 550.000 euros. En el 2008, un año después del cambio en la presidencia y reparto accionarial de la entidad, se procedió a la mayor ampliación hasta esta última, de 1.445.000 euros para un total de 2.000.000 de capital social. En el 2012 se aumentó en 640.000 hasta los 2.640.000 euros y posteriormente se produjeron los movimientos citados del 2016 y 2017.

Esta nueva operación tiene un cariz diferente. No se trata únicamente de conseguir ingresos que refuercen la tesorería del club y contribuyan a su estabilidad económica, sino que es un llamamiento a la entrada de capital nuevo que puede provocar cambios importantes en la entidad en los próximos meses. Si llegan nuevos accionistas el club puede cambiar de manos. Y si no llegan, el futuro es muy negro por la falta de dinero y por el desgaste de los que lo están poniendo.