Primero fue Iniesta, a quien se le diseñó un contrato único, jamás visto en el Camp Nou, porque su futuro queda en manos exclusivamente de él. Luego le tocó el turno a Messi, quien rubricó un documento nunca escrito antes, convertido en el jugador mejor pagado del mundo por encima de Neymar y, por supuesto, de Cristiano. Ahora ha sido Gerard Piqué el que ha alcanzado un acuerdo para continuar en el Barça hasta el 2022.

A Piqué, además, el Barça le considera como el segundo futbolista más valioso del vestuario. Su precio oficial es de 500 millones de euros, continuando la directiva con la política de espantar posibles competidores. También parecía en su día inalcanzable la cláusula de Neymar (222 millones), pero llegó el Paris SG y, con la complicidad del brasileño y su padre, se llevó al que estaba destinado a ser el sucesor de Messi. Pero no tuvo paciencia deportiva ni tampoco económica para aguardar su momento en el Camp Nou.

Piqué llegó cuando tenía 10 años en aquella inolvidable generación de 1987 donde estaban, precisamente, Leo y Cesc, su amigo del alma, aunque tuvo que salir a Inglaterra con una posterior cesión de un año al Real Zaragoza antes de que Guardiola lo reclutara en el verano de 2008 para su proyecto con un precio absolutamente irrisorio entonces de cinco millones de euros.

Piqué vive su mejor momento deportivo, convertido en el Kaiser de la defensa, asumiendo en determinados momentos todo tipo de roles en el club: portavoz, presidente y hasta responsable de hallar patrocinador para el Barcelona. Todo un pilar institucional y deportivo.