El Fútbol Sala Femenino César Augusta lleva un año desde que se creó en junio del año pasado y ya es una apuesta clara de futuro. En tan solo una temporada cuenta con seis equipos femeninos y ha creado una escuela con un total de un centenar de jugadoras. Su presidente es José Javier Romeo. «Llevo muchos años vinculado al fútbol sala. Fui árbitro diez años. Estela, mi hija, me animó a ser entrenador en el colegio Hermanos Marx y mi hijo Adrián también fue jugador. Cuando Estela no pudo seguir jugando con chicos me vinculé más al fútbol sala femenino en San Viator. Estuve tres años y después decidí salir de allí. Recalé en Delicias y creamos un equipo juvenil», dice Romeo.

Pero pensó que se tenía que crear un equipo exclusivo de chicas. Había nacido el César Augusta. «Nos ayudó la marca Bemiser y después el club empezó a funcionar». La entidad nació con una filosofía muy clara. «Las mujeres son la razón de ser del club y en César Augusta viven el fútbol sala. Hay dos aspectos, la formación y la competición. En cadetes tienen que aprender, muchas nunca habían jugado y se busca la formación. La escala siguiente son las juveniles y aquí se busca la formación y la competición. En la categoría autonómica, con chicas de 18 a 36 años, unas jugadoras se divierten y otras compiten», dice.

De todas las jugadoras unas eran nuevas, otras habían dejado de jugar y el resto venían del Racing Delicias. Romeo hace un balance de los resultados de la primera temporada. «Para el primer equipo no han sido buenos. Era un cuadro joven y han descendido de la Primera Autonómica. El conjunto de Segunda ha competido muy bien y ha sido cuarto de la Liga y semifinalista de la Copa, el cadete ha terminado en la mitad de la tabla y el juvenil ha hecho lo mismo», afirma.

Para Romeo este club ha creado un precedente en Aragón. «Somos el único equipo exclusivamente de chicas con el Red Star. Inter Sala tiene chicos, como San Viator y Sala Zaragoza. Ahora somos de los equipos femeninos más grandes en Aragón». El fútbol sala en chicas es muy diferente al de los chicos. «Son muy competitivas y muy técnicas, además aprenden muy rápido. La fuerza física es inferior a los chicos». Los padres tienen un trato especial en el club. «No pueden estar en los entrenamientos. Y en los pabellones no dejan que haya acompañantes cuando hay entrenamientos. En los partidos llevamos bastante afición y las chicas van a apoyar a sus compañeras junto a los padres», indica. Juegan sus partidos en los pabellones Ramiro Solans, Río Ebro, en el Ciudad de Zaragoza y La Bombarda.

De cara al año que viene son muy ambiciosos. «Vamos a tener un equipo juvenil más y queremos tener base. Vamos a reforzar la escuela, que es el futuro y que con ella podamos formar equipos. Si salen en alevín tendrán que jugar con chicos», dice. Las chicas de la escuela tienen de 6 a 12 años. «Las llevan tres técnicas del club. El objetivo es que aprendan jugando. Se entrenan una hora los domingos y es gratis para todas ellas», reconoce.

Para Romeo, la gran asignatura pendiente en Aragón es el carecer de un equipo en la División de Honor. «Antes estuvieron Mainfer y Natudelia, pero falta ahora la referenca. En Segunda División tenemos varios equipos. Nosotros queremos tener un equipo en Segunda Nacional en dos o tres años y ver hasta dónde podemos llegar. Aunque la parte económica es complicada, porque hay que invertir mucho dinero», explica Romeo.