De los 34 años que tiene David Cañada, 22 los ha pasado compitiendo. Y de éstos, catorce en la categoría profesional. Su precoz incorporación al profesionalismo, a los veintiún años, la hizo por la puerta grande, con el todopoderoso equipo ONCE. En esos momentos, dorados para este deporte, era lo máximo que podía soñar un ciclista que aspiraba a hacer carrera en en un mundo tan selectivo y difícil.

En el equipo ONCE hizo la licenciatura como ciclista, y al quinto año llegó la eclosión con un repertorio de triunfos internacionales y de actuaciones sorprendentes, incluido el Tour de Francia. Cañada supo esperar y aprender hasta que su director consideró oportuno que asumiera la responsabilidad que le estaba esperando. La temporada del año 2000 fue su gran momento. Después llegaron las lesiones, las caídas y las nefastas consecuencias de la peor cara del ciclismo, bajo la camiseta de otro extraordinario equipo, el Mapei-Quick Step.

Pero David Cañada nunca se rindió y supo reactivar su moral y su clase con el triunfo de la Volta a Cataluña en el 2006 defendiendo los colores de su tercer y último equipo profesional, el Saunier Duval. Siguió luchando y en el 2008 vino lo peor a través de esa fatídica palabra que lo define todo por sí misma: cáncer. Pero el ciclista aragonés no se rindió, plantó cara a ese maldito Tourmalet y con el apoyo del equipo médico del Hospital Miguel Servet ha ganado la que podemos constatar como su última victoria profesional.

Hoy, cerrada ya su trayectoria ciclista, ingresará en la Asociación de Excorredores Ciclistas de Aragón. Será el primer homenaje que recibirá este corredor que ha acumulado en su palmarés profesional seis victorias internacionales, además de un gran listado de puestos notables.

El 2000, su gran año

En el 2000, su gran año, David Cañada ganó dos etapas y la general final de la Vuelta a Murcia. Fue una victoria espectacular pues se impuso en la cima del Collado Bermejo, justo donde Marco Pantani había ganado el año precedente. Al día siguiente triunfó en la etapa contrarreloj. En esa carrera, el aragonés dio la verdadera dimensión de sus cualidades: un corredor completo, excelente rodador y a la vez capaz de asumir con éxito la montaña. Llegó después el Circuito de La Sharte, con etapa y victoria final por delante de una larga lista de grandes corredores. Pero la culminación de la temporada le llegó en el Tour de Francia, donde estuvo a doce segundos del maillot amarillo.

Eso ocurrió tras una memorable contrarreloj del equipo ONCE, entre Nantes y Saint Nazaire, en la que la aportación de Cañada fue insuperable para que Laurent Jalabert lograse el liderato. En ese Tour del 2000, segundo de la era Armstrong, David Cañada se instaló durante dos jornadas en el segundo puesto de la general, accediendo además al podio para recibir el maillot blanco de los jóvenes.

De su paso por el Mapei se puede destacar su tercer puesto en la Vuelta a Luxemburgo y ya en el Saunier Duval, la victoria sensacional en la Volta a Cataluña. Aquel chaval de trece años que de la mano de su abuelo iba a subir una y otra vez la cuesta del parque de atracciones bajo la escéptica opinión de muchos veteranos que le decían vas a quemar al chaval, que se formó en la escuela del Club Ciclista Iberia y en los equipos de competición del Club Ciclista Aragonés (SIA, CAI), ha pasado página en su vida ciclista.

Los planes

Quiso haber continuado en el esquema técnico del Fuji-Footon (antes Saunier Duval), ligado bien de cerca a la gran pasión de su vida, pero alguien no respetó la palabra acordada. Tampoco Lance Armstrong se ha sentido movido a acoger en su equipo este vencedor del Tour del cáncer. En estos momentos, David Cañada tiene previsto trabajar en la formación de ciclistas, con la base, con la cantera, y terminar de una maldita vez sus estudios de Fisioterapia. Pero de momento va a estar en la Race Across America, una prueba de siete mil kilómetros non stop por relevos dentro del equipo Titanes Aragoneses. Y lo hará por una buena causa: por Aspanoa, la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Aragón.