Si cabe una revolución a estas alturas en el Atlético, un equipo firme en sus convicciones y en un estilo irrenunciable, hay que apuntar a su número siete. Antoine Griezmann es el depositario de la fe del club madrileño. El delantero francés es el símbolo de la recuperación del equipo de Simeone.

El Barça no tiene número siete. Lo tuvo, cuando lo lució más mal que bien y poco, sobre todo poco, Arda Turan, y lo tendrá. Parecer ser que está reservado, precisamente a Griezmann, ese enemigo que se paseará por su futura casa del Camp Nou este domingo. El club azulgrana, además de la camiseta, tiene reservados cien millones de euros (el coste de la clàusula) para pagar el 30 de junio al Atlético fichar al internacional galo de 26 años.

El partido definitivo

Griezmann acudirá al choque tal vez definitivo de la Liga, con el brillo de los tres goles anotados en Sevilla. Entre él y Costa han revitalizado al Atlético, que se hundió tras caer en la fase de grupos de la Champions y ser eliminado por el el Sevilla en la Copa, postulándole como la principal amenaza para el Barça en la Liga.

Griezmann ha sobrevivido a todas las aristas que se le han abierto en el camino. Anunció en mayo del 2017 su deseo de marcharse “para ganar títulos” y apuntaba al Manchester United. Se quedó. Simeone dejó claro en diciembre que si deseaba irse no pondría "problemas”. Más tarde, apareció el Barcelona y el jugador rojiblanco volvió a dejarse querer.

Dos veces pitado

Todo aquello, unido a la falta de acierto cara al gol, generó un profundo malestar entre la afición, que pitó al jugador. Lo hizo de manera especial en el derbi ante el Madrid en el Wandam al ser sustituido tras firmar uno de sus peores encuentros. La última vez que Griezmann escuchó pitos fue contra el Valencia, cuando amansó el balón en los últimos minutos en lugar de encarar la portería contraria. Al delantero no se le ocurrió otra cosa que encararse con el público.

Diego Costa y Griezmann, tras el 0-1 anotado por el brasileño al Sevilla / JON NAZCA (REUTERS)

Todo eso es ya historia porque Griezmann es una de las armas del Atlético para asaltar el Camp Nou y apretar la clasificación. Con Diego Costa al lado, abriendo huecos y levantando barricadas entre la defensa rival, la vida del delantero francés es mucho más productiva. Lo demostró ante el Sevilla, donde se marcó uno de esos partidos soñados del que habrá tomado buena nota Ernesto Valverde. “Está en un momento brillante. No empezó la temporada con el nivel que acostumbra y el equipo lo sintió, pero ahora está en un gran momento”, dijo Simeone.

Un triplete tres años después

Hacía más de tres años que Griezmann no conseguía un triplete; desde el 21 de diciembre del 2014 cuando lo firmó ante el Athletic. En el Sánchez Pizjuán volvió a dejar su sello, su jerarquía y el punto de calidad que le separaba de los grandes. Ante el Sevilla, Griezmann se acercó un poco más a Messi o Cristiano Ronaldo. Con ellos compartió el podio del Balón de Oro en el 2016, en el que fue tercero. Desde ahí se cayó al decimoctavo lugar un año después.

Suma 16 goles, 11 de ellos en la Liga, y 10 asistencias entre todas las competiciones. Tiene puesta la mirada en el Camp Nou, un lugar en el que está obligado a doctorarse. Para el Atlético y para el Barça. Pero él intenta quitarse presión, sobre todo en la lucha por la Liga. “Vamos a intentar ir ganando todos los partidos y ya se verá. Eso es con lo que soñamos”, dice con la boca pequeña.