Por primera vez de manera categórica, Natxo González tuvo que escucharse de la afición del Real Zaragoza, concretamente de los varios centenares que se desplazaron hasta Alcorcón, ese canto que se ha extendido por el fútbol español para reclamar la salida de alguien, en ocasiones algún presidente y habitualmente entrenadores. El Natxo vete ya de Santo Domingo no le sentó bien al técnico vitoriano, o al menos eso escenificó en la rueda de prensa posterior al encuentro cuando fue cuestionado al respecto. Todo el mundo tiene derecho a enfadarse, otra cosa es la legitimidad del cabreo.

Si por algo se está caracterizando la afición del Real Zaragoza estas últimas temporadas, y muy significativamente en la actual, es por armarse de paciencia hasta en las situaciones más irritantes y por su interminable capacidad de comprensión con la coyuntura deportiva y financiera de la Sociedad Anónima.

Los gritos contra Natxo González, consecuencia del mal partido de Alcorcón y de las decepciones acumuladas en otra temporada frustrante, traspasan una frontera que hasta ahora no se había cruzado en la Liga en curso. Es una situación nueva que tendrá que gestionar el club, muy sensible siempre a este tipo de circunstancias y que puede reproducirse o quedar en un hecho aislado. Y que como todo en el fútbol se aplaca ganando.