--¿Dónde está Gustavo López?

--Vivo en Vigo, pero todos los fines de semana estoy en Canal Plus, en Madrid, comentando la Liga. También hago los programas con Nacho Aranda, Carlos Martínez, Michael Robinson...

--En su etapa como futbolista nunca se sintió muy cómodo con la prensa. Resulta singular que haya acabado trabajando en un medio de comunicación.

--Sí. Bueno, yo respetaba el trabajo de cada uno, pero era un poco más tímido en ese sentido. Yo accedía cuando me pedían una nota, pero siempre conforme a lo que decía el club. Había unos códigos internos y siempre me manejé de la misma forma.

--¿Cómo se siente al otro lado?

--Muy bien. Es una experiencia nueva, aunque ya llevo tres años. Se aprende mucho, porque hay gente con una gran experiencia y un grupo humano espectacular, lo que ayuda muchísimo. La verdad es que aprendo constantemente y estoy feliz.

--Por sus comentarios en televisión, se percibe que le quedó huella zaragocista.

--Cuando uno hace un partido tiene que ser imparcial, aunque, por supuesto, siempre me gusta que les vaya bien a todos los clubs en los que jugué. Ahora es cierto que también estoy más informado de todo. Hay que leer toda la prensa, estar al tanto. Y yo leo la de Vigo, la de Zaragoza, la de Madrid... Hay que hacerlo para poder hablar con conocimiento.

--¿Echa de menos el fútbol?

--Siempre tienes el gusanillo, sobre todo en algunas semanas puntuales en las que hay un derbi o un partido importante. También es verdad que ahora he ganado en calidad de vida, que puedo estar más con la familia, con los hijos, con los amigos... Lo que pasa es que el gusanillo del fútbol siempre lo tienes latente y te lo tienes que sacar jugando con amigos. Fueron muchos años al máximo nivel.

--¿Aún se siente futbolista?

--Sí. Uno siempre se siente futbolista. Es lo que vivió durante muchos años y la realidad es que se siente como un trabajo propio.

--¿Le siguen llamando 'Cuervo'?

--Por todos lados. Los chicos del Plus, en Vigo, en Argentina, en Zaragoza... Es un apodo que ya va conmigo siempre.

--Su trayectoria como futbolista fue muy buena, pero acumuló todos los títulos al principio de su carrera, cuando jugaba en el Independiente de Avellaneda.

--La verdad es que me fue bien. En España no gané titulos como en Independiente, pero para clubs como el Celta o el Zaragoza entrar en una competición europea siempre fue muy importante. La primera vez que el Celta jugó la Champions yo estaba en ese equipo, y también jugamos la UEFA. Fueron muy buenos años.

--En Argentina hizo unos años espectaculares, aunque pasó por una grave lesión de rodilla.

--La recompensa fue ganar cuatro títulos en dos años con Independiente antes de la venta al Zaragoza. Por un lado tuve la desgracia de la lesión, pero las alegrías también fueron enormes.

--Su llegada a Zaragoza fue un tanto polémica. Hubo problemas a la hora de firmar el contrato por culpa de esa rodilla precisamente.

--Sí. Por el tema de la lesión, ellos querían asegurarse de que podría estar apto durante muchos años. Nosotros dijimos que no había ningún problema, que se hacía la firma como ellos quisieran. Yo estaba convencido de que iba a rendir y así fue. Desde que me lesioné en el año 92 hasta el 2008 que me retiré, nunca tuve un problema en la rodilla. Y hasta hoy.

--Fue una cláusula, entonces, que le impuso el Zaragoza.

--Efectivamente. Nadie sabía cómo iba a rendir de la rodilla, pero jugué esos 16 años y nunca tuve un problema.

--Cuando llegó, todavía estaba Alfonso Soláns Serrano en el club.

--Sí. Era muy buena persona. Un tipo atípico en el fútbol, pero que iba de frente. A mí siempre me habló cara a cara y yo me sentí muy a gusto con él.

--Era un hombre que sentía un gran amor por el Zaragoza.

--Sí. A mí me caía muy bien. Con él podías hablar de tú a tú. Él te decía bien claro lo que pensaba, pero también aceptaba lo que tú le decías.

--Llegó a la Liga española en diciembre de 1995. Entonces fue el fichaje más caro de la historia del Real Zaragoza (420 millones de pesetas, algo más de 2,5 millones de euros).

--Sí. Víctor me conocía, Pedro Herrera también... La verdad que fue algo importante para el Zaragoza, pero después terminó recuperando lo invertido (el traspaso al Celta en junio de 1999 se acordó apróximadamente en la misma cifra que había pagado el Zaragoza a Independiente).

--¿Qué recuerdo le queda de su etapa en La Romareda? No llegó a levantar ningún título, pero jugó más de cien partidos con el Zaragoza y dejó buen sabor de boca.

--La verdad es que me sentí muy a gusto, muy arropado. Fue mi primer equipo en Europa y eso siempre se agradece. He dejado muy buenos amigos y voy a visitarlos a menudo a Zaragoza. Mantengo una relación estrecha con mucha gente allí. Tengo familia, además, porque mi mujer es de allí.

--¿Vuelve a menudo?

--Muchísimo. Para el Pilar y Semana Santa siempre. Y luego, cuando puedo, me hago una escapada. Además, me gusta estar con gente de fútbol. Paso buenos ratos con Javier Andrés, con Alejandro (Moda), con Óscar, que fue compañero mío y ahora es el médico del Zaragoza...

--También recordará muchos compañeros de la época.

--Muchísimos. El Kily (González), el Toro (Acuña), Gustavo Poyet, con el que sigo en contacto, Cuartero, Santi Aragón, el Chucho Solana, Andoni Cedrún... Gente inolvidable.

--El mismo verano del 99 que se fue usted se marchó Kily González al Valencia y, curiosamente, en la siguiente temporada el Zaragoza tuvo opciones de ganar la Liga hasta la última jornada.

--Sí. Yo había llegado antes que el Kily, y luego fue el Toro. Pasamos años muy buenos, fue una etapa muy linda. Si no me equivoco fue con Chechu Rojo con el que estuvo a punto de ganar la Liga.

--Sí. Pero el técnico que marcó su carrera fue Víctor Fernández.

--Sin duda. Fue el que me trajo a Europa y el que luego me llevó a Vigo, donde tuvimos una etapa fantástica.

-Dos años después de llegar al Celta se enfrentó al Zaragoza en la final de Copa en La Cartuja. ¿Cómo lo recuerda?

-Muy triste. Es de esas heridas que tardan en cicatrizar, aunque ya sabemos que el fútbol es así, que a veces es ingrato.

-El Celta llegó a esa final del 2001 súper favorito, pero el Zaragoza,que se había salvado en la última jornada, ganó justamente.

-El favoritismo, a veces, juega en contra. La verdad es que no hicimos un buen partido y, como consecuencia, no ganamos. Veníamos de años muy buenos, de hacer un fútbol fantástico, pero no le pudimos brindar a la afición una Copa que el Celta de esa etapa se mereció.

-No lograron ningún título, pero ese Celta dejó huella, con algunos encuentros imborrables.

-Sí. En Europa hicimos partidos muy pero muy buenos. Un 4-0 a la Juventus, un 7-0 al Benfica... Lo único que nos faltó fue redondear todo ese fútbol con un título. Pero el fútbol no entiende de justicia, esa es la realidad, y nos quedamos con el sabor agridulce.

-Ni el Zaragoza ni el Celta se parecen a lo que fueron.

-Fueron años muy buenos. Pero ahora están atravesando un mal momento. Por el bien de los equipos y de las aficiones, espero que puedan salvarse los dos equipos. Lo deseo de corazón.

-Por la dinámica de resultados que llevan, sin embargo, son dos firmes candidatos al descenso.

-Sí, pero hay tiempo para cambiarlo. Quedan siete jornadas y los dos tienen con qué cambiarlo. Lo que tiene que pensar el jugador y la afición es que va a haber tiempo de sacar conclusiones, pero que ahora es el momento de apoyar.

-¿Qué opinión le merece el derrumbamiento que ha sufrido el Zaragoza en los últimos años?

-Cuando un equipo está ahí es por méritos propios, esa es la realidad. Cuando un equipo, durante uno, dos, tres y cuatro años sigue manteniendo esa dinámica es porque en ningún lado se están haciendo bien las cosas. Cuando un equipo se involucra una temporada en la lucha por el descenso, puede ser una casualidad. Pero si un equipo está tanto años, no hace fichajes rentables y pasa apuros a nivel futbolístico y económico, algo falla. No sé el qué, tendría que estar ahí para saberlo, pero algo falla.

-¿Qué le transmite el fútbol del Zaragoza de esta temporada?

-Tal y como iban en la primera vuelta, daba la sensación de que no iban a pasar apuros. Y estaría aún más abajo si no fuese por es primera vuelta tan buena. Pero cuando entras en una mala dinámica y no llegan los resultados, la mente del jugador es importante. Parece que va a haber tiempo, pero cada vez hay menos tiempo y ahí empiezan a jugar las prisas, que son malas.

-Es extraño porque en la primera vuelta, sin tener mucho vuelo futbolístico, el Zaragoza era un equipo sobrio, con las ideas claras.

-Cuando entras en una dinámica así, la confianza del jugador es importantísima. Y la realidad es que cuando no la tiene, entran las dudas, malísimas para el jugador y también para el equipo. Ahora es importante el diálogo, el grupo, la unidad de todos.

-¿Qué le parece Jiménez?

-Personalmente me gusta. Es ganador, temperamental, les inculca a los jugadores carácter... Me hubiese gustado tenerlo como entrenador. Lo que pasa es que en el fútbol mandan los resultados. No hay que olvidar que el fútbol es muy egoísta, no tiene memoria. Pero en las últimas jornadas muchas veces es perjudicial cambiar de entrenador.

-La cuestión es saber si logrará levantar un equipo que lleva catorce partidos sin ganar.

-Claro. Pero insisto en que, quedando tan poco para el final, a veces es contraproducente. El que llega tiene que empezar a conocer a los jugadores, ver cómo están físicamente, corregirlos tácticamente...

-Lo que parece evidente es que la dinámica es mala.

-Esta vez va en una dinámica diferente. Cuando uno se juega el descenso, no es lo mismo ir de abajo hacia arriba que al revés. Ahora necesitas jugadores con experiencia. Son partidos para hombres, que sepan lo que es defender esa camiseta y lo que se puede venir encima si el equipo no puede mantener la categoría.

-¿Estará en Balaídos?

-Sí. Cada vez que puedo voy a ver al Celta. Yo me siento un vigués más, llevo muchos años acá y la gente se ha aportado conmigo a las mil maravillas.

-Entonces no va a decir qué equipo quiere que gane...

-(risas) Dejémoslo en que espero que los dos equipos se salven.