Con 37 años Arancha Calvo ha colgado las zapatillas. Es una de las históricas del básquet zaragozano. Jugó en la máxima categoría de la Liga Femenina con el Banco Zaragozano y Rivas. Tras dar a luz a José en el 2008 fichó por Casablanca de Liga Femenina 2. Después tuvo a Daniel y abandonó el equipo aragonés para jugar este año media temporada con El Olivar de Primera. Pero se ha cortado la trayectoria deportiva de la escolta zaragozana.

"Este año me ha sido imposible seguir compitiendo. Me apetecía y me sigue gustando jugar igual que el primer día. Pero por los horarios del trabajo me ha sido imposible compatibilizar con los niños y el entrenamiento. Mi marido lleva la preparación física del Mann Filter y abusamos tanto de los abuelos como para pedirles un extra para que pueda entrenar", reconoce. Deja el deporte de toda su vida con tristeza. "El básquet lo echaré de menos, porque aún me siento jugadora y tengo mentalidad de jugadora. Veré los partidos de Liga Femenina y los del Olivar. Es difícil que vuelva, pero sigo en forma. Me pongo las zapatillas y salgo a correr por la noche", indica.

A principios del 2008 tuvo a Daniel y en agosto comenzó la pretemporada con el Casablanca. "El primer mes fue el más duro. Lo noté en la zona abdominal y los abductores. Mi objetivo era llegar igual que cualquiera de mis compañeras al comienzo de la Liga". Reconoce que esta fue su mejor etapa deportiva a nivel físico. "Ha sido de mis mejores años. Me quedé con algo menos de peso que antes de tener a Daniel, pero estaba mucho más fibrada y mucho mas fina. Es un trabajo constante de todos los días. Era nadar, gimnasio, correr, pista.... Una cosa muy intensiva. Es querer, proponértelo y trabajar en serio", afirma.

PSICOLOGÍA

Los beneficios mentales del regreso a la pista también fueron muy grandes. "El rato que me iba a entrenar era una desconexión total. Eso me daba la vida. Una vez que terminaba el entrenamiento, ya estaba pendiente de la casa. Ha sido una satisfacción increíble que mis hijos me vieran jugar", dice Calvo.

Hace dos años dio a luz a Daniel, su segundo hijo. "Iba embarazada en la fase de ascenso del Casablanca en Huelva. En enero decidí volver a jugar en El Olivar. Es cuando más en forma he estado. Pierdes explosividad, pero te vuelves mas diesel", dice.