Nada más finalizar la carrera se podía ver una pancarta con la bandera inglesa en la que se leía «Hammertime», «la hora del martillo, el momento de golpear», esa expresión inglesa de la que se han apropiado los fans de Lewis Hamilton para describir el momento en el que el tricampeón saca lo mejor de sí mismo para ganar. Sucedió de nuevo en el GP de Bélgica, en el largo, rápido y mítico trazado de Spa Francorchamps. Sebastian Vettel, su gran rival al título, se situó rueda contra rueda en dos ocasiones, en la primera vuelta y en el relanzamiento tras un coche de seguridad, pero Hamilton no cedió un milímetro para firmar su tercera victoria en este trazado, la quinta de la temporada con la que cierra la brecha frente a Vettel a solo siete puntos.

«Ha sido un fin de semana en el que hemos sido muy fuertes. Veníamos a hacer esto y lo hicimos», explicó Hamilton en el podio con gesto de enfado liberado, de tensión acumulada, como enrabiado tras tener que demostrar toda su velocidad demasiadas veces. Hamilton controló la carrera sin muchos problemas. Sus ingenieros le protegieron haciéndole parar dos vueltas antes que Vettel… Todo iba según lo previsto, hasta que los dos Force India chocaron entre sí y dieron entrada al coche de seguridad. Entonces, Vettel puso ultrablandos y Hamilton los blandos. El alemán tenía ventaja, pero el británico aguantó para ganar y apretar el Mundial. Ya solo solo siete puntos los que les separan. El podio lo completó Ricciardo, que tras la marcha del coche de seguridad adelantó a la vez a Raikkonen (4º) y Bottas (5º).

Puede que la renovación de los dos pilotos de Ferrari tuviera algo que ver, o no, o simplemente su enfado, más irónico que otra cosa, tuviera que ver con su excelente salida, y la imposibilidad de defenderse en la largas rectas con el motor Honda. El caso es que Fernando Alonso no se contuvo por la radio. «Es vergonzoso, realmente vergonzoso», dijo respecto a su motor. Había ganado tres posiciones en la salida, con una gran arrancada, encontrando el hueco por fuera. Pero su motor Honda le dejó desnudo en plenas rectas el resto de la carrera. Fue perdiendo posiciones mientras pedía que no le hablaran por la radio hasta retirarse, otra vez por el motor Honda. Por su parte, Carlos Sainz sobrevivió y consiguió lograr un valioso punto y ganar a Kvyat otra vez.