Blanco, blanquísimo, lució el Bernabéu a las altas horas en que tuvo que decidirse la Supercopa. No había ningún riesgo de que ocurriera lo del Camp Nou, donde más socios barcelonistas de los debidos permitieron que sus entradas fuesen a parar a seguidores madridistas, que disfrutaron como nunca en el estadio azulgrana. Lo vieron enseguida los jugadores blancos, que salieron como si fueran ellos los que tenían que remontar.

Fue como si estuvieran convencidos de que el Barça no tendría respuesta para esa impetuosa salida, dolidos como estaban y contagiados por la manía persecutoria que sufre Cristiano Ronaldo desde que De Burgos Bengoetxea le expulsó y él reaccionó con el «empujón leve» que los órganos disciplinarios de la federación no han tenido más remedio que castigar con la sanción mínima que contempla el reglamento.

SIN REDUCCIÓN DE PENA

No había reducción de pena posible y el goleador portugués reaccionó, vía Instagram, con un ramalazo de cólera que le puede costar una denuncia del Comité Técnico de Árbitros y una buena multa. «¡¡Cinco partidos!! ¡Me parece exagerado y ridículo. ¡Esto se llama persecución! ¡¡¡Gracias a mis compañeros y a los aficionados por el apoyo!!!”, escribió Ronaldo junto a la foto del momento de su expulsión. Lo hizo poco después de que se conociera que De Burgos no irá a la nevera. Ha sido designado para el Betis-Celta de la segunda jornada de LaLiga.

Cristiano Ronaldo, en un palco junto a su pareja y Jorge Mendes / JOSÉ LUIS ROCA

Más leña al fuego para la pañolada anunciada para recibir al equipo arbitral, comandado esta vez por el murciano Sánchez Martínez. Al final no fue en ese momento sino en el minuto 7 y no fue para tanto, quizás porque el personal estaba todavía flipando con otro gol estratosférico dos minutos antes de Marco Asensio. El mallorquín está empeñado no solo tirar en la puerta sino también en condenar al ostracismo a alguno de los intocables. De momento, anoche Bale se quedó en el banquillo y eso, teniendo en cuenta que Ronaldo no estaba, llamó poderosamente la atención.

UN BARÇA IRRECONOCIBLE

Los pañuelos estuvieron acompañados de gritos de «Cristiano, Cristiano», que el portugués agradeció desde el palco de jugadores mientras sus compañeros seguían concentrados en la tarea de comerse a un Barça irreconocible.

El árbitro, que en ningún momento se había imaginado que el 'marrón' que tenía que comerse iba a ser tan digerible, se echó encima a la afición blanca por no sacar una amarilla a Sergi Roberto cuando todo el mundo se la pedía tras un presunto agarrón a Asensio. No fue a más porque el entusiasmo volvió a recorrer la grada con cosas como el sombrerazo que Modric obsequió a André Gomes. Fue tres minutos después de que Lucas disparase al palo y dos antes de que Benzema liquidara el asunto con su primer gol desde que el Madrid comenzara a trabajar a mediados de julio.

Sergio Ramos y Rakitic disputan el balón / DAVID CASTRO

El larguero rechazó lo que podía haber sido el tanto que metiera al Barça en el partido y el equipo azulgrana tuvo que acabar dimitiendo, pese a que el Madrid rebajó sensiblemente su intensidad. Keylor Navas y de nuevo la madera a cabezazo de Suárez dejaron las cosas como estaban. Pep Segura no personalizó esta vez en nadie a la hora de buscar culpables. Además, antes del encuentro había matizado que sus palabras sobre Piqué no tenían la intención crítica que se les dio. Él, como todos, no hace más que darle vueltas a los fichajes que faltan y a lo dura que puede resultar la temporada.