Hay alguien ahí arriba moviendo los hilos y preparando el que ya era el final más apasionante de las últimas décadas. Hay alguien ahí arriba que ha decidido disfrutar con las carreras de motos más que con la F-1 o el fútbol. Hay alguien ahí arriba que quiere vivir lo nunca visto, dos, tres, cuatro y hasta cinco pilotos peleando por el título de MotoGP hasta el último día. Y lo está logrando. Tanto que, como todos, todos, consideraban ya como gran favorito a Marc Márquez y su Honda, nada mejor que darles un toque de atención desde las alturas, pues muy pocos entienden que un artilugio tan perfecto como el motor de la RC213V, que no se había roto nunca, nunca («nadie aquí recuerda la última rotura», explica Livio Suppo, el jefazo), estalle por los aires, lance fumata blanca y arruine toda la ventaja, y más, mucho más, que poseía el tricampeón español.

Ver abandonar a Márquez, por tercera vez este año, dio alas a los otros candidatos al título. Bueno, no a todos, Dani Pedrosa, la otra Honda, sigue enredado en la incertidumbre. Pero Valentino Rossi (Yamaha), que se había escapado en la salida («quise coger ventaja al inicio pues sabía, como así ocurrió, que mi final sería peor que el de ellos»), dio el salto al podio soñado en su GP 300 en la categoría reina. Su compañero, Maverick Viñales, decidió, tras empezar a arruinar su Mundial apostando por el neumático duro, probar con el blando y por poco caza a Dovizioso (Ducati), lo que le vuelve a meter en la pelea por el título. Y Dovi, el dios que viene, el profesor como le llaman en el box de Ducati, volvió a sacar a pasear su prodigiosa cabeza a la hora de marcar la estrategia y si en Brno resistió a Márquez, ayer se merendó a Rossi y resistió el ataque final de MVK.

Muchos siguen viendo favorito a Márquez, pese a que solo Mick Doohan, en 1998, fue capaz de ganar el título tras tres abandonos. Muchos creen que la Honda sigue siendo una gran moto, pese a que el motor que estalló ayer tenía solo una carrera y media. Muchos piensan que el equilibrista de Cervera es capaz de levantar esto y convertirse en el tetracampeón pese a los tres ceros acumulados. Pero la destreza con la que Dovi maneja sus cartas («¿mi secreto?, interpretar mejor que los otros cómo se comportan los neumáticos, cuyo rendimiento es muy diferente en entrenamientos y carrera»), la manera en que pone su cerebro al servicio de la carrera y el potencial de su Ducati, han convertido al italiano en el hombre del 2017.

Cuarta victoria magistral, prodigiosa, llegando desde atrás, de Dovizioso. «¿Cuarta?, bonito número, mi número». Cuando vio que la moto de Marc escupía fumata blanca, pensó «es la mía, es la cuarta, es el liderato, es el título». Y se fue a por él, importándole un bledo que la propia Ducati, gastándose un saco de millones en Jorge Lorenzo, no confiase, en principio, en él. De momento, el líder del Mundial.