Los partidos de la segunda vuelta habitúan a ser diferentes. Los equipos buscan minimizar el margen de error y eso, muchas veces, se traduce en partidos broncos e impredecibles. Ayer, en El Alcoraz, se vio uno de esos choques pasados el ecuador de la temporada. Se vieron dos escuadras enfrentadas por objetivos dispares y con una misma necesidad; un triunfo de peso.

El Almería quería meter mano a un líder herido después de dos derrotas consecutivas y una larga lista de bajas que dificultan la confección de primeras espadas en el once titular. Las lesiones de Akapo y Brezancic, que pronto volverán a incorporarse a la dinámica del grupo. Los de Lucas Alcaraz pegaron el primer zarpazo de la contienda. Un golpe servido por Edoardo Soleri, el prometedor futbolista argentino cedido por la Roma. Este gol culminó el dominio inicial que los almerienses implantaron en el exigente feudo oscense. Sin embargo, la sonoridad del tanto permitió al Huesca despertar de su letargo y reactivarse en la contienda.

El Chimy asomó la cabeza y tomó las riendas cuando el contexto de las circunstancias más lo demandaban. El planteamiento del técnico almeriense buscaba embarrar cualquier atisbo del juego vertical y agitado de los azulgranas. La electricidad del joven rosarino se tradujo en un centro cargado de veneno que, con fortuna, terminó al fondo de las mallas después de que Morcillo la desviase. Con el marcador en tablas, y la ansiedad inicial evaporada, los de Rubi consiguieron domesticar la contienda.

El luminoso llegó al descanso con empate a uno, pero los oscenses, pese a las adversidades, se veían capaces de conseguir obrar la remontada. Y así fue. Ferreiro volvió a ser ese jugador vertical, de cabalgada que solo se puede detener mediante una falta. En una buena acción del gallego llegó el segundo tanto oscense. Se zafó de varios rivales para servir un pase al Chimy para que el argentino batiera con picardía a René.

Fueron los mejores momentos del Huesca. El meta almeriense consiguió desviar un centro-chut de Ferreiro que se colaba con malicia por la escuadra derecha. Sin embargo, cuando todo parecía encarrilado, cuando el Almería se estampaba una y otra vez ante el buen orden de los aragoneses, llegó la acción que lo cambió todo. Pulido ve la roja tras propinar al tobillo de Sulayman en una acción no apta para todos los públicos. Alcazar introdujo cambios ofensivos y consiguió igualar la contienda con otro gol de Soleri, tras una carambola. La desilusión se amargó más tras la expulsión de Melero. Un empate agrio, con un leve toque dulce, ya que la distancia con respecto a los perseguidores por el ascenso se agranda en un punto.