Lalo Arantegui es de aquí. Sabe, por tanto, en su condición de aficionado primero, de jugador después y de director deportivo ahora, tras una etapa anterior como miembro de la secretaría técnica, cómo era antaño el zaragocismo y cómo es ahora después de esta larga condena en Segunda División. Conoce perfectamente Arantegui que la capacidad de aguante, de resistencia y de paciencia de la masa social ha crecido a la misma velocidad que se han multiplicado los malos resultados, en una ecuación inversamente proporcional a la lógica futbolística, toda vez que la impaciencia de campañas pasadas no llevó a ningún sitio, acaso al mismo pero en una coyuntura todavía peor.

De ahí que en su discurso público incida reiteradamente en que va a ser un año duro pero que la Sociedad Anónima no debe descarrilar ni abandonar la idea, el proyecto, sobre el que empezó su trabajo el pasado verano. Todo lo resume en una palabra: impermeabilidad, se supone que a la crítica externa, incluida la que pueda llegar de la afición propia, como sucedió el pasado sábado en Alcorcón con la figura de Natxo González.

El director deportivo tiene claro que el camino emprendido es el correcto y lo defiende con vehemencia. En este 2018, a pesar del partido de Alcorcón, el equipo ha sumado 8 puntos de 15 posibles. Buen balance. Malo el global de toda la Liga. Lalo permanece impermeable, señal de fortaleza o de estar enrocado. Y la zona de descenso, a dos puntos...