Manolo Jiménez Jiménez, el responsable principal de que este sueño maravilloso esté tomando forma de prodigiosa realidad, recogió un equipo destrozado, desecho y sin esperanza. Tan mal llegó a estar todo que hace ahora un mes el técnico sintió vergüenza de lo que vio. Fue su última carta, la de la protesta en voz alta y con una elevada repercusión pública, para agitar la conciencia de sus futbolistas y recuperarlos para su causa. Hoy, solo seis partidos después, la plantilla le ha dado a su entrenador todo lo que le reclamó. Orgullo, dignidad, profesionalidad, respeto al escudo, trabajo, dedicación, esfuerzo, pelea. Y lo más importante: unos resultados tan extraordinarios como impensables.

El Zaragoza ganó en El Molinón con otro gol increíble en los instantes finales (Villarreal, Atlético, Sporting...), ha completado un marzo inverosímil (13 puntos de 18, registro de Champions), durmió anoche a tres de la zona de salvación cuando llegó a estar a doce y ha logrado que lo que hasta hace nada era considerado un milagro inimaginable, se haya convertido en una posibilidad real. El sí se puede es el nuevo grito de guerra de esta misión fascinante, a la que le quedan ocho capítulos y cinco triunfos para completarla con un éxito que tendría una dimensión histórica.

Jiménez se comportó desde tan pronto con una normalidad tan anómala y habló con tanta claridad que enseguida conquistó el corazón del aficionado. Es el guía único de un club a la deriva. Él, que no tuvo miedo a reconocer que no era un zaragocista pero que se iba a dejar la vida por el Zaragoza, le está haciendo un servicio formidable al club. Resulta que un sevillano sevillista ha sabido rescatar del baúl de los objetos perdidos el espíritu de los grandes milagros blanquillos: el ambiente mágico de La Romareda, los desplazamientos, la esperanza y, sobre todo, los triunfos épicos.

Jiménez ha convertido un desperdicio en un equipo de Primera que entra en la fase decisiva con una dinámica estupenda. Aún en descenso pero ya con un fútbol propio de la categoría: competitivo, consistente, serio y, también, aliado con la fortuna, que toda ayuda es buena. Seguidores tenía a miles, y justamente ganados. Ahora además consigue muchas victorias. Si el Zaragoza se salva, será solo por él. Tengámosle fe.