--¿Qué sensaciones tiene en los momentos previos al comienzo de la temporada?

--Lo puedo definir en sensaciones positivas, por el grupo que se ha construido, por su concentración en el día a día y por su ambición, independientemente de que vamos a tener rivales enfrente y que muchos nos van a poner las cosas difíciles. Pero tengo ilusión porque creo que hemos formado un equipo muy competitivo y están trabajando con unas ganas enormes por crecer y hacer al CAI grande.

--Desde fuera da la impresión de que la plantilla es superior a la de la temporada pasada. ¿Qué le parece?

--No lo sé. Lo dirán los resultados, que mandan. Yo ahora no estoy valorando los resultados, valoro el rendimiento individual y colectivo. Aunque solo los resultados finales nos dirán si esta plantilla es mejor.

--¿Cuánto van a influir las características de los jugadores en el cambio del juego del equipo y su filosofía?

--Hemos conseguido un equipo más físico y más rápido que el año pasado por las características individuales de los jugadores. Hemos conseguido traer un tres alto como Robin Benzing que puede jugar puntualmente de cuatro, al estilo de Rudez, y en la posición de los grandes tenemos polivalencia. Norel es un cinco puro, pero el resto cualquiera puede jugar en diferentes posiciones. Eso nos permitirá utilizar diferentes variantes, según los momentos de forma de cada uno y de los rivales.

--En esa posición está Jelovac, que debe crecer en su segunda temporada. ¿Qué espera de él?

--Es un jugador que tiene una gran capacidad ofensiva, ve el aro como una piscina. Le hemos pedido simplemente que su selección de tiro sea mejor, ya que a veces su ímpetu le lleva a tomar alguna mala decisión. Y luego, si crece en defensa, con el esfuerzo que está haciendo ahí, va a ser un jugador vital para nosotros, pero que además va a tener un gran crecimiento individual. De aquí a un par de años puede ser un jugador muy importante a nivel europeo.

--Drake Diener es el tirador que quería y viene con un papel de estrella. ¿Cree que va a coger pronto la dinámica del equipo?

--Es un gran jugador y seguro que va a jugar al nivel que todos esperamos, pero como al resto hay que ponerle en el sitio que tiene que estar y trabajando para él, como él va a trabajar para el resto en otras circunstancias. Es un jugador extraordinario y no hay ningún debate ni ninguna duda sobre él.

--Tiene un montón de puntos dentro, está claro.

--Sí, pero no lo hemos traído solo para que anote, sino también para hacer crecer al resto de jugadores, y eso con su experiencia y su talento lo va a hacer. Es un grandísimo jugador y está con una actitud extraordinaria.

--El jugador que ha quedado en una situación más delicada es Pere Tomás, que va a pasar a estar al final de la rotación.

--Con él hablamos a principio de temporada y le dijimos que este año queríamos crecer en esa posición con un jugador como Robin (Benzing) y que igual venía alguno más. En el día a día, Pere es uno más y si el equipo lo necesita, va a estar. No hay más.

--Este año ha decidido lanzar un mensaje de diversión. ¿Por qué?

--Porque la vida es eso. Tan dura es de por sí en muchísimos aspectos como para encima no divertirte jugando, haciendo lo que más te gusta. Me considero un privilegiado por estar vinculado al mundo de la canasta desde los 8 años. Siempre me he divertido, lo sigo haciendo, y eso es lo que quiero transmitirle a los jugadores, que esto es un juego y nos tenemos que divertir. Eso no signfica ser irresponsables o no ser serios en el trabajo, sino que cada cosa la hagamos con la mayor pasión del mundo. Eso es lo que nos llevará a conseguir buenos resultados.

--Los equipos que corren entran por los ojos, ya lo sabe.

--Siempre hemos intentado traer jugadores de la calidad de Tomás (Bellas), Sek Henry, Linhart, Fotu..., jugadores que tienen gran potencial a la hora de jugar en velocidad y con un ritmo alto. Es verdad también que eso al público le atrae mucho.

--A veces parece que al equipo no se le exige demasiado, quizá porque se sabe que no tiene músculo económico para competir con los grandes. ¿Envía por eso el mensaje de diversión, en el sentido de 'vamos a pasarlo bien ya que no podemos ganar'?

--El club es ambicioso y nosotros también, pero eso no está reñido con la realidad, que es que hay clubs con un potencial económico extraordinario, muy por encima de nosotros. Por eso desde el club se ha actuado siempre con los pies en el suelo, pensando en que si tenemos cinco, vamos a gastarnos cuatro, para que el baloncesto siempre perdure aquí. Luego, dentro de esos cuatro, tratamos de hacer el equipo más competitivo posible. Evidentemente, tanto la afición como nosotros aspiramos al máximo, como hace tres años cuando acabamos terceros. A principio de esa temporada, nadie, absolutamente nadie, decía que ese equipo podía quedar tercero. Nosotros pelearemos hasta donde lleguemos, pero siendo realistas, sabiendo que cuatro o cinco equipos siempre están por encima del resto y que del seis al doce hay una gran igualdad.

--Henk Norel habló no hace muchos días de dar una campanada esta temporada.

--Claro, quién no quiere eso. ¿Pero qué es la campanada, ganar un título? Pues ojalá. Yo lo logré como jugador, cuando fuimos de una desastrosa eliminación en Italia directamente a ganar la Copa en Las Palmas. Es difícil, por supuesto, pero yo entiendo y me alegro de que los jugadores quieran decir que van a pelear al máximo por ello. Eso es bueno para todos.

--¿Qué diferencias va a notar esta temporada como entrenador?

--Evidentemente, sobre todo un año de experiencia, de circunstancias en las que el año pasado me pude equivocar y en las que he hecho autocrítica. Además, esta vez voy a trabajar con una filosofía más mía y no con algo que, de alguna manera, recogí en herencia. Al final, quiero divertirme, trabajar en el día a día, exigirme el máximo y exigir lo mismo de cada jugador.

--¿Siente más responsabilidad?

--No. La responsabilidad va siempre conmigo en la vida en todas las facetas, como entrenador, como amigo, como padre... Yo siempre quiero dar lo mejor de mí. No siempre se consigue, pero la responsabilidad es la que uno se impone, no la que te viene dada por otros.

--La temporada pasada fue especial. Aunque no lo exteriorizaron en exceso, la muerte de José Luis Abós supuso un peso enorme con el que esta vez no tendrán que cargar. Hace un año no tenían ni ganas de hablar.

--Ni ahora tampoco. El recuerdo de Jose va a estar siempre, cada uno lo lleva como lo siente y evidentemente no es un tema del que guste hablar. Fue muy duro todo. Es verdad que el tiempo va cicatrizando las heridas, pero yo lo único que puedo decir de Jose es que lo tendré toda la vida en la mente, muy cerca de mí. Muchas veces en los partidos o en los entrenamientos me salen cosas de él: gestos, situaciones... Pero la vida sigue y ya está.

--Abós ya tuvo una relación difícil con algún sector de la afición, algo que se ha empezado a reproducir. ¿Teme que se pueda convertir en un problema?

--Yo no he tenido problemas. Entiendo que haya gente a quien no le guste, no sé si por mi manera de ser, por mi dirección de juego o por lo que sea, y yo lo que hago es respetarlo. Evidentemente, agradezco a la gente que nos apoya continuamente, pero respetaré siempre a la gente que no crea en mí por lo que sea. A veces hay sectores que quieren manifestar abiertamente lo que sienten y ya está. Mi línea es hacer mi trabajo día a día.

--¿Tiene alguna preocupación especial de entrada?

--Ha habido partidos en pretemporada que no hemos estado bien en el poste bajo; otros no hemos hecho bien el pick and roll; y al revés, a veces hemos hecho bien esas cosas y mal otras. Ahora estamos creciendo y no me preocupa gravemente nada. Hay matices que mejorar, como estar atentos con nuestros grandes porque a veces podemos tener dificultades para defender a jugadores más rápidos. En general, no obstante, se trata de minimizar tus carencias y tus errores.

--¿Se atreve con una predicción?

--No soy Rappel. Yo solo entiendo del trabajo diario, de tratar de mejorar el rendimiento individual de cada jugador para que la suma se convierta en buenos resultados. Llegaremos donde lleguemos, no lo sé. Ojalá sea lo más alto posible