- Vive entre Palma de Mallorca y Perú.

-Ahora estoy en Perú. Aquí vengo los inviernos de allí porque es verano. En abril volveré a Palma. Desde el año 64 estoy viviendo allí e incluso tuve durante mucho tiempo un hotel.

-Ahora tiene 78 años. ¿Sigue viendo fútbol?

-Pero los llevo muy bien los años. Sigo practicando deporte y juego casi a diario a tenis, porque es la única manera de conservarse. Me gusta ver fútbol por televisión, pero no soy hincha de ningún equipo en particular, pero procuro enterarme de cómo les van las cosas a los equipos en que yo estuve, como el Real Zaragoza, el Barcelona, la Florentina o el Sporting de Lisboa. De todos tengo grandes recuerdos. Creo que en todos los sitios supe dar la talla y me siguen queriendo. Por televisión se ve todo: los fallos y los aciertos.

-Dice que practica el tenis y que ha jugado incluso con Rafa Nadal cuando él era más joven.

-Conozco a Rafael desde que tenía 11 años. Pertenecía al mismo club que yo en Mallorca. Para mí es como un sobrino. Hubo un momento en el que quiso cambiar el fútbol por el tenis, porque le enseñé a su tío Miguel Ángel, que luego jugaría en el Barcelona, pero yo tenía que trabajar en el hotel y no me podía hacer cargo de Rafa para enseñarle. De tenista le ha ido fenomenal, pero de futbolista también hubiera sido muy bueno.

-¿Qué recuerdos tiene de su estancia en Zaragoza?

-Maravillosos. Me trataron con mucho cariño y creo que rendí al máximo nivel, como en todos los equipos que he estado. En el Zaragoza era el que hacía más goles y me gustaba bajar y animar a los compañeros. Recuerdo que no descansé ni un minuto y que jugaba todos los partidos.

-Y todavía sigue siendo el único Pichichi que ha tenido el Real Zaragoza en Primera División.

-Lo conseguí cuando había grandes jugadores como Puskas, Didí, Gento, Di Stéfano, Kopa, que era la delantera del Real Madrid, y en el Barcelona igual, con Kocsis, Evaristo, Pereda y Fusté. Sin pecar de falsa modestia, creo que tiene mucho mérito lo que hice. Marqué 25 goles en 30 partidos y ahora se juegan 40, por lo que para igualarme tendrían que hacer 35 goles o 36 para pasarme. Hice casi un gol por partido cuando en aquellos tiempos tanto Madrid como Barcelona tenían grandísimos jugadores. Le quite el Pichichi a Puskas.

-¿Era más fácil marcar goles antes o ahora?

- Ahora es mucho más fácil, porque la pelotita es mucho más liviana. Las de antes cuando se mojaban todavía pesaban más. Ya quisiera haber jugado con la de ahora, porque hubiera hecho muchos más goles. Ahora disparando desde lejos entra la pelota como un rayo, mientras que antes tenías que entrar en el área porque la bola era más pesada. Además, el fútbol era mucho más duro. Ahora a la mínima sacan tarjeta amarilla y antes te rompían la pierna y nunca pasaba nada aunque que te tuvieran que llevar al hospital.

-¿Pero usted era delantero centro o extremo izquierdo?

-Yo jugaba de extremo izquierdo en Perú y en ese puesto fui internacional, pero también he jugado de interior y de delantero centro. Me movía por todo el área para hacer goles. Era un goleador. En el Barcelona y en la Fiorentina jugué más de delantero centro. Entonces te tiraban a matar y había que estar muy listo para marcar. Los árbitros rara vez expulsaban vez a alguien.

-¿Y qué cualidades tenía?

- La velocidad y saber aprovechar las entradas en el área. Mis compañeros siempre me buscaban al espacio. Yo era más parecido a Ronaldo que a Messi, porque ese metro que gana en velocidad es que el te sirve para entrar en el área y marcar goles. Dentro del área debes saber tocar la pelota y mirar a la vez dónde esta el portero, que es lo importante. Hay jugadores que entran al área y tiran sin mirar. Ronaldo y Messi, sin embargo, buscan la perfección, como los grandes jugadores de fútbol, que saben dónde está el portero para poder chutar a la parte contraria.

-¿Por qué le apodaban el loco en su país?

- Me llamaban el loco porque hacía jugadas que nadie se esperaba, inverosímiles, no porque estuviera loco. Recuerdo que el mejor lateral del mundo en esos momentos, el brasileño Santos, hizo unas declaraciones en las que dijo que yo era el único jugador que le sacaba de quicio. Pisaba el balón y me volvía hacía atrás y marcaba goles cuando menos se lo esperaban. Por eso la gente decía que era un loco.

-¿Usted llegó al Zaragoza de una forma extraña, porque lo quería el Barcelona y antes tuvo que pasar por el Sporting de Lisboa?

- El Deportivo Municipal, donde jugaba en Perú, le dio un poder a Diego Di Leo, que era árbitro, para que me buscara un pase a Europa, porque, aunque había recibido ofertas del Boca Juniors y del Santos de Pelé, no quería quedarme en Suramérica. Pero, tras firmar Di Leo con el Zaragoza, vino a verme en persona Helenio Herrera, que estaba en el Barcelona, y nos arreglamos con él. Herrera nos dijo que él solucionaría todo con el Zaragoza, pero al no poder hacerlo tuve que marcharme al Sporting de Lisboa y dos años después me fui al Real Zaragoza. La hinchada del Sporting cargó contra la directiva y tuvieron que dimitir todos, hasta el cuerpo técnico.

-Y al final acaba viniendo al Zaragoza y triunfando.

- En Zaragoza me trataron con mucho cariño y conseguí triunfar. En la segunda temporada, en noviembre, me vino a ver la Fiorentina y en el último partido con el Zaragoza jugamos en La Romareda contra el Mallorca y ganamos 6-1, con cuatro goles míos. Y me anularon el quinto, porque el árbitro me dijo «ya está bien Seminario, ya lleva usted cuatro». Entonces, me fichó la Fiorentina.

-Usted fue el Pichichi, pero entonces el Zaragoza también tenía muy buenos jugadores.

- Teníamos grandes jugadores, como Miguel, Carlos Lapetra, el brasileño Duca, Murillo, Marcelino, muchos y muy buenos. Después yo también llevé a Sigi, que lo había visto en Perú y tenía unas grandes condiciones.

-De hecho, usted avaló el fichaje de su compatriota Sigi.

- Se lo dije a César, que estaba de entrenador, y, tras ponernos de acuerdo, mandé a mi hermano a por Sigi. Eran 12 hermanos y su padre me dijo que me lo podía llevar y que lo considerara como mi hijo. Pagué 125.000 soles, que ya era dinero y empezó a entrenar con nosotros. Tenía una gran técnica y dio un buen resultado. Después me devolvieron el dinero que había puesto. Les llevé un buen jugador y luego el Zaragoza se quedó con todo el dinero de mi traspaso a la Fiorentina.

-En la campaña 61-62 quedaron cuartos, se clasificaron para la Copa de Ferias y ganaron a Barcelona y Real Madrid.

- Esa temporada no nos ganó nadie en La Romareda. Solo empatamos con el Elche (1-1) y César se puso rabioso porque él había jugado en el Elche y quería ganar. Pero lo castigamos. El Barcelona y el Real Madrid tenían grandes equipos, pero los dos cayeron en La Romareda. Nosotros también teníamos un equipazo. Salíamos a luchar y decíamos `a por ellos carajo' y lo conseguíamos ganar.

-En aquella época formó un buen ataque con el Pulpo Murillo. ¿Tenía alguna relación especial con alguno de sus compañeros?

-Murillo estaba por delante de Marcelino, que era muy joven, pero el que me ponía las pelotas era Carlos Lapetra. También era bueno Miguel. Todos nos llevábamos muy bien, pero yo estaba casi siempre con Lapetra. César era el entrenador y nos sabía llevar muy bien. En Zaragoza tenía tanta confianza en hacer goles que a veces terminábamos empatados el primer tiempo y en el segundo, faltando 20 o 25 minutos, le decía a César, que era muy amigo mío, ya quieres el gol y él me gritaba `tú a lo tuyo, vete a la mierda, no me jodas indio', pero casi siempre acababa marcando.

-¿Y en La Romareda jugarían ya con mucho ambiente?

- Se llenaba casi todos los partidos, porque no perdíamos nunca y le dábamos muchas satisfacciones a la gente. Esa temporada fue extraordinaria en casa. Con César me permitía ese lujo de decirle cuándo quería que marcara y se ponía nervioso. Yo hice goles con el Zaragoza de todos los estilos y desde todos los lados.

-De haber seguido más tiempo en el Zaragoza hubiera coincidido con ‘Los Magníficos’. ¿Le hubiera gustado jugar con ellos?

-Claro que hubiera querido jugar con ese equipo. Fue al año siguiente de irme yo. Conmigo ya jugaron Carlos Lapetra y Marcelino. También estuvo Duca, Miguel y Villa, que vino del Madrid y que en nuestra época era suplente. Me hubiera mucha ilusión jugar con ellos, porque luego los veía y seguro que hubiera encajado en aquel equipo, pero en la Fiorentina me fue bien.

-Pero el Zaragoza decidió traspasarlo, porque por su venta a la Fiorentina cobró casi lo que tenía entonces de presupuesto el club.

- Ellos me quisieron vender, pero yo no quería irme. Pero también es verdad que la Fiorentina hizo mucha fuerza después de verme en mi último partido contra el Mallorca, que conseguí cuatro goles en La Romareda. Se volvieron locos conmigo y pagaron mucho dinero. Pese a todo no quería irme, y fue Guijarro el que me dijo `Seminario por favor se tiene que ir'. Era mucho dinero y todo fue a parar al club.

-Y luego de la Fiorentina se fue al FC Barcelona.

- En la Fiorentina me pusieron un cheque en blanco para que pusiera mi precio para quedarme y me dijeron que confiaban en mí y que no quería venderme, pero me dieron libertad para decidir y les dije que quería volver a España. Tenía una nueva oportunidad de jugar en el FC Barcelona yme fui allí.

-Además en el Barcelona volvió a reencontrarse con César.

- César me conocía bien y eso también fue muy importante para que me fuera al Barcelona. Gracias a Dios me han tratado muy bien en todos los equipos. A pesar de mi apodo del loco, que me lo pusieron en Perú por las jugadas que hacía inverosímiles, era el más cuerdo de todos.

-Quizás, repasando su carrera, el único lunar puede ser que casi no jugó con la selección de Perú.

-En 1959 me fui a España y luego ya no me llamaron más para la selección a pesar de haber sido el máximo goleador de la mejor Liga del mundo. Pero no así sino a todos los jugadores que estábamos fuera del país. Habíamos sido terceros en la Copa América y habíamos competido con grandes selecciones. Pero los peruanos somos así, peruanos contra peruanos, así sucedió con la Federación. En aquellos tiempos, los clubs que aportaban más jugadores a la selección ganaban más dinero y por eso preferían llevar a los jugadores que estaban en el país.

-Pero después tuvo la oportunidad de volver a la selección y no quiso hacerlo.

- Así fue. Cuando volví a Perú me seleccionaron para el Mundial del 70. Didí era el entrenador y le agradecí su llamada, pero mandé a la mierda, con perdón, a la gente de la Federación Peruana y les dije que cuando estaba en mi mejor momento no me llamaron y que ahora que volvía a mi país para retirarme y estar el lado de mi familia no iban a contar conmigo. Entonces, renuncié. Después, pasados 15 días, me arrepentí de mi decisión y creo que fue la equivocación más grande que cometí, porque nunca había ido a un campeonato del mundo. Pero me cogieron en mi mal cuarto de hora y dije en televisión que renunciaba. Fue una gran equivocación, pero, en su momento, la Federación perjudicó a la selección al no contar con una serie de jugadores que estábamos triunfado fuera de Perú. Fue una pena, porque podíamos haber hecho cosas importantes.