Rebelde, controvertido, extraordinario futbolista, estupendo tipo, sportinguista de corazón gigante y zaragoxista ganador. Juanele, que en La Romareda ayudó a conquistar los dos últimos títulos de Copa en aquellos tiempos "magníficos", habla sin tapujos de los tres meses que pasó por la cárcel y de la depresión que le puso cerca de la muerte tras una ingesta masiva de fármacos hace cinco años. El 'Pichón de Roces' no se ha rendido. Vuelve a volar.

--¿Dónde está Juanele?

--Ahora mismo me pilla en Gijón que he venido unos días, pero estoy viviendo en Tenerife y me quedaré allí hasta el verano. Mi idea es volver entonces a casa. Tengo muchas ganas ya de empezar a entrenar a los chavales.

--De vuelta a los orígenes.

--Sí. Empezaré en el Veriña, en el club que comencé a jugar al fútbol. En septiembre tengo que ir a Madrid a sacarme el carnet de entrenador. En un año puedo sacar los tres a la vez.

--Han pasado casi nueve años desde que dejó Zaragoza.

--Sí. Ya tenía 34 años y había pensado dejarlo, pero tuve una oferta del Tarrasa y allí fui fundamentalmente porque estaba Lillo. Estuve cinco meses y me di cuenta de que tenía que dejar de jugar.

--¿Se había cansado de fútbol?

--Sí, yo estaba saturado. Había jugado trece años seguidos con muy poco descanso y eso, anímicamente, me afectó bastante.

--¿De ahí le surgieron todos los problemas que tuvo después?

--No. Ya estaban ahí cuando jugaba, pero aparecieron cuando dejé el fútbol. Entre problemas familiares y cosas de la vida, la verdad es que pasé una mala época.

--Estuvo ingresado varios días en la UCI en el 2008. ¿Qué le ocurrió?

--Fue una depresión muy fuerte. Yo no sabía lo que eran las depresiones, pero me llegó y... Ahora sé lo que es, puedo asegurar que no es nada agradable. Pero es un tema del que se puede salir. Yo salí y seguí hacia delante, aunque cuesta mucho. Cuesta primero aceptar que tienes una depresión y luego cuesta salir de ella.

--¿Fue por una ingesta masiva de fármacos como se dijo entonces?

--Sí. Así fue.

--¿Estar tan cerca de la muerte le hizo reflexionar?

--Las personas que tienen depresión no piensan en la muerte. No piensan en nada. Tienes que dar con el médico adecuado y luego ser muy fuerte mentalmente para salir de ahí, sentirte bien contigo mismo y hacer cosas que te motiven y te hagan sentir bien.

--¿Canta victoria?

--Puedo decir que he salido. Llevo ya tres años bastante bien. Estoy con un médico en Gijón, tomando medicación... Fenomenal.

--Hace dos años tuvo un incidente con su exmujer. Se contó que le había pinchado las ruedas...

--Es verdad. Fue una tontería. Nos habíamos separado y mi mujer y yo teníamos opiniones diferentes. Fue una chorrada. No fue que le pinchara las ruedas, solo rompí un retrovisor. Yo estaba enfadado porque quería que me devolviera mi coche y ella no me lo daba.

--¿Tan enfadado estaba que se equivocó de coche?

--Sí. Es verdad. Pensé que era mi coche y resultó que era de otro.

--Por ese incidente sin aparente gravedad acabó en la cárcel.

--Sí. Estuve tres meses. El tema del retrovisor lo tomaron como si fuera una agresión a mi exmujer. Yo tenía un tema pendiente de una pelea en un bar, que no fue ni una pelea, y no podía hacer nada durante un periodo de tiempo, pero... Con un papel que hubiese hecho nunca habría ingresado en la cárcel.

--¿Fue muy duro?

--Estaba en la UCE, al menos así se llama en Gijón. Es la cárcel pero light. Estuve en lo que es un módulo de respeto. Había incluso parejas en la vida real que compartían celda. Por eso digo que es una cárcel pero light.

--Le daría tiempo a reflexionar...

--Aprendes mucho. La vida allí no es nada fácil. Afortunadamente, no estuve demasiado tiempo. Allí, además, te tienen todo el día haciendo actividades.

--¿Todo por un papel?

--Sí. Eso ya no me volverá a pasar en mi vida. Lo primero ahora siempre van a ser los papeleos. Yo hablé con el juez y le dije que no me podía creer que fuese a la cárcel por esa tontería. Y él lo reconoció. Pero no podía hacer nada. Si hubiese llevado ese papel a Madrid nunca habría tenido que pasar por eso.

--¿Ya ha zanjado los problemas?

--Sí. Mire, cuando estaba jugando está claro que yo ya tenía algo. La enfermedad que tengo es que soy bipolar, pero mientras estuve en el fútbol no me di cuenta. Luego, con el tiempo, ves algunas cosas que hacías en el campo o fuera y entiendes que todo eso ya estaba ahí, pero hasta que no dejas de jugar a fútbol no te das cuenta.

--¿Echa de menos el fútbol?

--Sí, aunque veo mucho. Lo que echo de menos es competir. Ahora lo veo de otra manera.

--¿Se sigue sintiendo futbolista?

--Sí. El que fue futbolista siempre se siente como tal. A mí me encanta el fútbol, me hubiese gustado jugar hasta los 70 años, pero no se puede.

--¿Se acuerda de Zaragoza?

--Sí. Estuve en verano unos días por allí jugando un partido con los veteranos. Hablé con Aragón y Garitano y me invitaron. Muy bien, me prestó mucho.

--Tuvo unos años muy buenos. Después del impacto inicial en Gijón y de su paso por Tenerife, en Zaragoza halló los títulos.

--En Zaragoza también le dije prácticamente adiós al fútbol, aunque todavía estuve un tiempo en el Tarrasa. Fueron cinco años impresionantes. Conseguimos cosas muy buenas. Ganábamos muchos partidos y había muy buen ambiente con los compañeros, con la directiva, con la prensa... Cinco años magníficos.

--Y esas dos Copas que ganó.

--Sí. La de Montjuic fue muy especial. Yo había estado seis meses sin jugar (Flores le dijo que no iba a contar con él), pero llegué a tiempo para esa final y jugué los últimos minutos. La de La Cartuja también fue muy bonita, pero yo recuerdo mucho más la del 2004 contra los Galácticos. No era un equipo cualquiera, ganar a ese Madrid tenía gran mérito.

--Fue un gran final en el Zaragoza. Su llegada fue más inesperada.

--Sí. Yo empecé a hacer la pretemporada con el Tenerife, pero el presidente, que era Javier Pérez, no quería que estuviera en el equipo en Segunda. Quería a toda costa a Pier, que estaba en Zaragoza, y entre los clubs llegaron a un acuerdo para hacer el intercambio de jugadores.

--En cuanto llegó, Chechu Rojo le puso las pilas rápido.

--Sí, me costó mucho entrar en el equipo. Al principio me metió bastante caña, pero luego esa temporada casi fue la mejor.

--Casi ganan la Liga...

--Sí. Llegamos a la última jornada con la opción de ser campeones. Fue un momento muy bueno.

--En ese equipo de Rojo sí que había que trabajar. ¿Se acuerda de que los cuatro defensas eran muchas veces cuatro centrales?

--¡Claro! Era un equipo muy defensivo. Por eso a mí me costó mucho adaptarme también. Eso sí, ganábamos casi siempre.

--Le salió un año espectacular.

--Sí. Metí nueve o diez goles jugando en banda. No era la primera vez que jugaba en banda, pero no estaba acostumbrado. Ganábamos casi todo, además, y eso me ayudó a sentirme muy bien.

--Milosevic también hizo una gran temporada. ¿Se acuerda?

--Claro. Savo es el mejor delantero con el que he jugado. Era impresionante. Marcaba goles, te aguantaba el balón, esperaba hasta que llegabas... Jugué con delanteros muy buenos, pero sin duda el mejor fue él. Fue una pena que solo estuviera una temporada con él. Ese mismo año se nos fue.

--También formó una buena pareja con José Ignacio. Había quien decía que eran tan peligrosos dentro del campo como fuera.

--(risas) Sí, sí. José Ignacio era muy especial. Los dos éramos jugadores especiales, el entrenador nos tenía que entender. Y en eso la verdad es que Chechu (Rojo) nos llevaba muy bien. José Ignacio tenía un carácter diferente y me llevaba muy bien con él, tanto fuera como dentro del campo.

--¿Rojo fue uno de los entrenadores que mejor le entendió? Él también fue un futbolista especial.

--Los entrenadores que habían sido futbolistas de gran nivel fueron los que más provecho me sacaron. Me entendían y sacaban el 100% de mí. A los otros entrenadores tenía más dificultades para entenderlos.

--Paco Flores fue el único que no contó con Juanele para jugar, pero apenas tuvo conflictos.

--Qué va, al contrario. El Zaragoza era un club súper serio y yo tenía muy buena relación con todos. Es uno de los sitios donde más tranquilo he estado en toda mi vida. Fueron cinco años buenísimos.

--Se ha convertido en un figura en Twitter. Mete mucha caña.

--No lo conocía hasta hace poco, pero ahora sí que lo uso a menudo. No soy tan cañero, no se crea.

--La prensa de Gijón no pensará lo mismo...

--Bueno, sí, a ellos sí que les meto un poco. Pero no por nada en especial. Me trato con ellos. Hoy mismo me he encontrado a un periodista de la Nueva España que me decía que les atizaba mucho. Pero yo no lo hago con el ánimo de ofender a ningún periodista sino con la intención de que el Sporting mejore. Lo que yo quiero es dar mi opinión y que salgan jugadores de la cantera, como siempre salieron de Mareo.

--¿Qué le parece el fútbol de ahora en España? ¿Es igual que el que dejó en Zaragoza el 2004?

--Los jugadores son iguales, pero el fútbol es más suave, más light. No hay tanto contacto como antes. Ya me hubiera gustado a mí pillar esta época. Seguro que no me hubiesen dado tantas patadas. Ahora están muy protegidos los jugadores. En mi época, y lo puedo decir porque fui delantero, para sacar una amarilla casi te tenían que llevar al hospital.

--Le hubiera gustado también haber coincidido con esta selección.

--Ha habido un cambio en todo, en el juego, en la mentalidad... Se juntaron unos jugadores y un tipo de fútbol que para esta época es lo ideal. A lo mejor en otra época no hubiese sido tan eficaz. Pero es el fútbol de ahora y solo saben hacerlo ellos.

--¿Qué cuenta su amigo Villa?

--Ya ha demostrado todo lo que tenía que demostrar. No está jugando, pero está en un gran club.

--¿Debería irse del Barcelona?

--Yo no me iría... Si me quieren, claro. Ahora mismo, el Barça y el Madrid son los dos mejores equipos del mundo. Yo le invitaría, si se quiere marchar, a que viniera a Gijón y subiera al Sporting.

--De camino desde Barcelona, se puede parar un año en Zaragoza...

--(risas) Nooo. ¡Que ya tiene 31 años! Lo que le queda es volver a casa, hombre. Ahora en serio, a mí me hubiese encantado haber terminado mi carrera en el Sporting y creo que para él sería una forma bonita de acabar también. Es cierto que es posible que haya cosas que se lo impidan.

--¿Tiene intención de ser entrenador de élite en el fútbol?

--Bueno. Primero voy a empezar con los chavales y dentro de cuatro o cinco años veré si quiero entrar en el fútbol profesional o seguir con el tema de los jóvenes de 15 o 16 años. Más allá no quiero pensar porque, de momento, no es mi objetivo.

--¿Qué ejemplo seguiría?

--Pues a mí me gusta Mourinho. Le da mucho al fútbol y saca el máximo de los jugadores que tiene. También me gusta su forma de ser. Tiene sus cosas malas, es verdad, pero tiene más cosas buenas que malas.

--¿Y Guardiola, que fue su compañero en la selección?

--Tiene una forma de pensar y de ver el fútbol que, en estos momentos, es la forma con la que se gana. Es muy diferente, con otra forma de ser y de expresarse. Yo me quedo un poco más con Mourinho. Yo jugué y conseguí cosas con los dos estilos. Guardiola, por ejemplo, tiene una manera de pensar y no la cambia nunca, gane o pierda. Yo creo que se deben aprovechar las dos fórmulas, pero soy más mourinhista.